Investigación Conjunta para la Prevención del VIH con Poblaciones Encarceladas y sus Familias

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En los EE.UU. existen más de 2 millones de personas adultas encarceladas y 4 millones más en libertad condicional. Las tasas de VIH son de 8 a 10 veces más altas para los encarcelados que para la población en general; las tasas de hepatitis C son de 9 a 10 veces más altas y las de enfermedades de transmisión sexual (ETS) entre hombres que recién ingresan a la cárcel alcanzan hasta un 35%. Muchos internos tienen sentencias cortas por infringir su libertad condicional y el regreso a la prisión es común, por lo que dichas personas transitan frecuentemente entre la prisión y su comunidad aumentando su condición de riesgo y la de sus familias. (National Commission on Correctional Health Care, 2002) Existe la necesidad urgente de desarrollar programas de prevención del VIH eficientes y accesibles así como materiales educativos específicos para las personas en prisión y sus parejas. Sin embargo, las barreras institucionales han impedido el desarrollo y la evaluación de dichos programas. En EE.UU. los internos prácticamente no tienen acceso a condones, cloro, jeringas limpias, información sobre las formas de transmisión y prevención del VIH o apoyo para la transición al salir de prisión. Las reglas de seguridad de las instituciones limitan el acceso de las organizaciones de servicio comunitarias (OSC) e investigadores. Desde 1986, Centerforce, una OSC, ha proporcionado educación preventiva del VIH en la prisión estatal de San Quintín y desde 1992, ha evaluado varios de sus programas en colaboración con el Centro de Estudios de Prevención del SIDA (CAPS sus siglas en inglés) de UCSF.
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