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Familia

¿Cuál es el papel de la familia en la prevención del VIH?

¿por qué la familia?

La familia tiene una gran influencia sobre los individuos que puede durar toda la vida. Incluso aquellos que ya no mantienen contacto con su familia, o que nunca lo tuvieron, también están afectados por su ausencia. La mitad de todas las personas con VIH se infectó durante la adolescencia o al entrar en la edad adulta (entre los 15 y 24 años). Las intervenciones dirigidas a las familias lo antes posible en la vida de los niños ayudan a asentar prácticas y relaciones saludables que los mantienen alejados de los riesgos. Para los fines de esta hoja informativa, la familia se define como aquellos individuos con quienes la persona haya crecido: el padre, la madre, los tíos, las tías, los primos, los abuelos o los padres de crianza temporal. Muchas familias también tienen lazos fuertes con la comunidad, la cual se convierte en otra influencia poderosa. No comentaremos sobre las familias de elección, tales como las redes sociales íntimas.

¿cómo influye la familia?

La estructura familiar ayuda a la familia, y particularmente a los hijos, a protegerse de conductas riesgosas sexuales y de consumo de drogas. La unidad familiar y la comunicación entre padres e hijos son fundamentales para asegurar conductas saludables.1 Asimismo, cuando existe poca unidad familiar y poca confianza para hablar con los adultos en su vida, los jóvenes están más propensos a participar en actividades riesgosas. Los adolescentes que se sienten unidos a su familia y perciben que sus padres están atentos a sus necesidades tienden a postergar la iniciación sexual, a protegerse contra el embarazo y a tener menos embarazos e hijos.2,3 Dos aspectos clave de la paternidad que influyen en la conducta de los adolescentes son la convicción de que sus padres saben con quiénes andan y adónde van cuando no están en la escuela o en casa.1 Los jóvenes homosexuales pueden tener muchas dificultades para revelar su identidad si sus familias tienen fuertes creencias religiosas que acentúan la importancia del matrimonio y la reproducción. Los jovencitos pueden temer que sus padres se avergüencen de tener un hijo homosexual o que se decepcionen si no se casan y tienen hijos.4 Esto puede conducir a la interiorización del sentimiento de vergüenza y a la disminución del amor propio, lo cual contribuye a las prácticas arriesgadas. Un niño que crece en una familia en la cual el estrés, el alcoholismo, el uso de drogas y la violencia doméstica son habituales puede repetir estos comportamientos al llegar a la edad adulta. Muchos alcohólicos y usuarios de drogas tienen antecedentes familiares de alcoholismo y drogadicción, así como altos niveles de violencia doméstica. Además, a veces son los familiares mismos quienes ofrecen a los jóvenes la primera fumada de marihuana, el primer trago de alcohol o la primera inyección de drogas.5 El maltrato físico, el abuso sexual y el descuido muchas veces llevan a prácticas sexuales riesgosas y al uso de drogas durante la adolescencia y la edad adulta. Un estudio de personas que abandonaron el mantenimiento con metadona encontró que durante su niñez el 36% fueron víctimas de abuso sexual, el 60% de maltrato físico, el 57% de maltrato emocional, el 66% de descuido y el 25% de las cuatro experiencias. Las personas con antecedentes de maltrato durante la niñez reportaron un mayor número de parejas sexuales y aquellas que fueron descuidadas tenían más probabilidades de ser VIH positivas.6

¿qué pone a las familias en riesgo?

Con frecuencia, las familias que tienen problemas producen niños con problemas. La tensión emocional, la pobreza, la violencia y el abuso de drogas en la familia disminuyen la unidad, comunicación y tolerancia entre la familia. Consecuentemente, estos jóvenes sufren más maltrato y descuido, y participan más en prácticas riesgosas sexuales y de uso de drogas. Los barrios en donde hay pocas oportunidades de trabajo y altos niveles de consumo de drogas y violencia perjudican la conducta sexual de los jóvenes.7 El trabajo y el cansancio debido al exceso de trabajo pueden tener un efecto considerable sobre la vida familiar. En todos los niveles económicos, el estrés laboral debilita la unidad y comunicación familiar. Cuando los padres trabajan jornadas largas y se sienten abrumados por el trabajo, no tienen tiempo para sí mismos ni para su familia.8

¿qué se está haciendo al respecto?

El Collaborative HIV Prevention and Adolescent Mental Health Project es una intervención centrada en la familia, concretamente en las necesidades de los jóvenes afroamericanos y sus familias que viven en barrios urbanos con altas tasas de infección por VIH. El programa busca 1) abordar temas sobre conducta preadolescente, 2) concentrarse en factores relacionados con el niño, los padres y la familia y 3) emplear métodos que tomen en cuenta e involucren a la familia para reducir las altas tasas de infección por VIH. El programa ofrece grupos familiares, servicios para adolescentes y preadolescentes y enfatiza la importancia de la colaboración comunitaria.9 Family to Family es una intervención estructural que fortalece la función de la familia y los lazos familiares. Diseñado para responder a una amplia gama de problemas sociales, el programa busca aumentar la comunicación familiar en una comunidad con altas tasas de violencia, abuso de drogas e infección por VIH. Por medio de grupos familiares y orientación sobre cómo afrontar los retos de la vida, el programa abarca temas como el perdón, la comunicación, la responsabilidad, el trabajo en equipo, las tradiciones familiares y el manejo del hogar.10 Mientras que muchas escuelas y organizaciones comunitarias han empezado a ofrecer programas de reducción de daños para jóvenes gay/lesbianas/bisexuales/transexuales, existen pocos servicios que ayuden a sus padres. Grupos como Parents, Families & Friends of Lesbians & Gays (PFLAG) les ofrecen apoyo y orientación.11 En San Francisco, CA, una coalición de organizaciones que sirven a hombres latinos gay y bisexuales lanzó una campaña en los medios de comunicación sobre la unidad familiar. Al investigar sobre el tema, la coalición encontró que las mujeres fueron identificadas de manera abrumadora como fuentes de apoyo: madres, hermanas, tías y primas. La campaña, “Las familias cambian, las familias crecen”, empleó carteles que mostraban a una madre que abraza al novio de su hijo, con el título: “Mamá conoció a mi novio, así que ya hay lugar para él también.”12 Keepin’ it R.E.A.L.!, un programa para adolescentes y sus madres, aumenta los conocimientos de los padres sobre el VIH y la sexualidad así como su confianza para comentar estos temas con sus hijos. El programa brindó a las madres y a los jóvenes oportunidades de convivencia y acercamiento. Las madres también pudieron platicar unas con otras, y después del programa estaban más propensas a entablar una conversación con sus hijos adolescentes sobre el sexo.13 Las tareas escolares que piden que los estudiantes hablen con sus padres sobre temas sexuales pueden producir buenos resultados. Las tareas, que son obligatorias, permiten que los padres tengan la conversación con sus hijos sin tener que salir de casa.14

¿qué queda por hacer?

Aunque muchos programas de prevención del VIH reconocen que las familias juegan un papel importante con respecto a las prácticas riesgosas, pocos ofrecen intervenciones para familias. Además de apoyar a las personas que ya practican conductas arriesgadas, los programas deben apoyar a las familias para impedir las causas subyacentes que llevan a los adolescentes a ponerse en riesgo. Para establecer la comunicación abierta y solidificar la unión familiar, es necesario poner atención especial en alentar a los jóvenes gays y lesbianas a hablar sobre su sexualidad, especialmente en aquellas familias con fuertes creencias sobre la importancia del matrimonio y la reproducción. Se prohíbe a los homosexuales y lesbianas casarse; no todos desean tener hijos y frecuentemente se les prohíbe adoptarlos. Las instituciones comunitarias como las iglesias y las escuelas pueden colaborar con los programas de prevención para conscientizar a sus miembros e inculcarles la tolerancia y la aceptación de identidades sexuales no tradicionales. Con demasiada frecuencia, las mismas comunidades que han sido más afectadas por el uso de drogas, la delincuencia y la pobreza también tienen las mayores tasas de VIH y los menores niveles de apoyo familiar y comunitario. No obstante, las influencias externas negativas muchas veces se pueden superar con la ayuda de una familia unida. Se necesitan programas que fortalezcan a las familias, centros para padres de familia y líneas de ayuda telefónica, así como actividades recreativas y centros comunitarios con supervisión adecuada para que los padres sepan que sus hijos están protegidos cuando están fuera de la casa.


¿quién lo dice?

1. DiClemente RJ, Wingood GM, Crosby R, et al. Parental monitoring: Association with adolescents’ risk behaviors. Pediatrics. 2001;107:1363-1368. 2. Resnick MD, Bearman PS, Blum RW, et al. Protecting adolescents from harm: Findings from the National Longitudinal Study on Adolescent Health. Journal of the American Medical Association. 1997; 278:823-32. 3. Kirby D. Emerging Answers: Research Findings on Programs to Reduce Teen Pregnancy, Washington, DC: National Campaign to Prevent Teen Pregnancy, 2001. https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/19325037.2001.10603497  4. Newman BS, Muzzonigro PG. The effects of traditional family values on the coming out process of gay male adolescents. Adolescence.1993;28:213-216. 5. Hampton RL, Senatore V, Gullotta TP, editors. Substance abuse, family violence and child welfare. Thousand Oaks, CA: Sage Publications; 1998. 6. Kang SY, Deren S, Goldstein MF. Relationships between childhood abuse and neglect experience and HIV risk behaviors among methadone treatment drop-outs. Child Abuse and Neglect. 2002;26:1275-1289. 7. Averett SL, Rees D, Argys LM. The impact of government policies and neighborhood characteristics on teenage sexual activity and contraceptive use.American Journal of Public Health. 2002; 92:1773-1778. 8. Gallinsky, E. Ask the children: A breakthrough study that reveals how to succeed at work and parenting. Quill Publications. 2000. 9. Madison SM, McKay MM, Paikoff R, et al. Basic research and community collaboration: Necessary ingredients for the development of a family-based HIV prevention program. AIDS Education and Prevention. 2000;12:281. 10. Fullilove RE, Green L, Fullilove MT. The Family to Family program: A structural intervention with implications for the prevention of HIV/AIDS and other community epidemics. AIDS. 2000;14S1:S63-S67. 11. PFLAG. www.pflag.org 12. Freedman B. Great HIV prevention campaigns are not just born. CAPS Exchange. 2000. prevention.ucsf.edu/uploads/CEsummer2000.pdf 13. DiIorio C, Resnicow K, Dudley WN, et al. Social cognitive factors associated with mother-adolescent communication about sex. Health Communications.2000;5:41-51. 14. Kirby D, Miller BC. Interventions designed to promote parent-teen communication about sexuality. New Directions for Child and Adolescent Development. 2002;97:93-110.


Preparado por Lesley Green*, Bob Fullilove*, Pamela DeCarlo** *Community Research Group, Columbia University, **CAPS Traducción Rocky Schnaath Septiembre 2003. Hoja Informativa 49S

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Parents and children

Why is communication important?

Sexual activity begins early for many teens. Almost four of ten (37%) 9th graders have had intercourse, and nearly seven of ten (66%) have had intercourse by 12th grade.1 Every year three million teens, or almost a quarter (1 out of 4) of all sexually experienced teens, will contract a sexually transmitted disease (STD). Chlamydia is more common among teens than among older men and women, and teens have higher rates of gonorrhea than men and women aged 20-44.2 The HIV epidemic in the US is increasingly becoming an epidemic of the young. One fourth of all new HIV infections in the US occur in people under the age of 22, and one half of all new infections occur in people under age 25.3

“I want my daughter to be prepared [for sex and puberty]. I was taken by surprise.” Parent

In spite of these staggering statistics, many parents are unaware of or in denial about their children’s sexual experience. A study of mothers and their adolescent children found that 70% of the mothers believed their sons were virgins, but only 44% of sons actually were (had not yet engaged in sexual intercourse). With daughters, 82% of mothers thought they were virgins, and only 70% of daughters actually were.4

Are parents and their kids talking?

Unfortunately, not enough. A survey of pre-adolescents and their parents in a high HIV seroprevalence neighborhood found that parents overestimate how much they talk about HIV. Kids remembered less than one-fourth of HIV discussions parents said occurred. They were most likely to remember talks with the parent that were private.5 Parents often think they’re talking to their kids about AIDS, but may be discussing medical facts and not necessarily sexuality or safer sex. A national survey found that mothers of children aged 11 and older rated themselves “unsatisfactory” on talking about issues such as: how to tell when youth are ready to be sexually active (38%), preventing HIV (40%), sexual orientation (47%) and how to use a condom (73%).6

“I think it’s sad I can’t talk to my mom about it-but it’s her loss. I can always go other places. I think that is a lot of the problem, because when you go `other places’ sometimes you get the wrong information.” Teen

What is the role of parents?

Parents can influence their children’s actions. At-risk youth in five cities took part in an HIV prevention marketing initiative. They reported that parents exerted substantial influence on sexual behavior in three ways: by communicating with them, by acting as role models and by providing direct supervision.7 Contrary to popular opinion, children do look to their parents for guidance. Kids often want to talk to their parents about HIV-related issues, but may find it difficult to do so.8 Kids may worry that parents’ disapproval and fears will prevent honest discussion, or that parents lack correct information about HIV.

“I want my boys to be respectful of others and learn to develop a relationship with a person before having sex with them.” Parent

Children learn from parents by watching what they do as well as hearing what they say. Whether parents answer, don’t answer, or get angry at children's questions can show children how to deal with difficult issues. Discussions about healthy relationships should start early and grow more sophisticated as children mature. Early talks with young children about naming body parts accurately, learning how to say no, and taking health precautions can set the stage for later education in HIV prevention and sexuality.

What are barriers to communication?

Talking about issues of sexuality with their children can be a difficult experience for many adults. When many of today’s adults were children, their parents didn’t talk about sexuality and other topics with them. Today’s parents may want to take a different approach with their own children, but have no experience to guide them.

“We didn’t talk about these things when we grew up so I’m not always used to it. I try, and I laugh…the kids are more comfortable with [talking about sex] than I am.” Parent

Youth need to carve out their own autonomy during adolescence. As young people begin to separate from their parents, they may be more resistant to parental advice. Parents may have unfounded concerns about talking to their kids, such as the fear that talking about sex will increase curiosity and cause them to experiment prematurely, or that giving information about birth control is a green light for kids to have intercourse. Some parents fear that talking about homosexuality might influence a child’s sexual orientation. In fact, open discussion with parents can help postpone sexual activity, protect from risky behavior and support the healthy sexual socialization of youth.9

What’s working?

In Los Angeles, CA, a program addressing newly arrived immigrant parents found that involving churches and health providers, providing culturally sensitive presenters in the parents’ language, and scheduling meetings during the evenings all helped to attract parents to meetings.10 Parenting and communicating classes often attract more parents than classes specifically addressing HIV, especially in religious communities. Peer education among parents has been effective. “Talking With Kids About AIDS” trains volunteers to conduct workshops with parents and guardians in a variety of community settings. Parents learn about HIV, practice communication and risk reduction skills and complete homework assignments to discuss HIV with their children. The program significantly enhances parents’ ability to initiate talks with their children.11

“Parents need to inform and guide (and get involved) with their kids more! I think it will help tremendously.” Teen

In Virginia, parent educators were trained to lead HIV information programs for parents of elementary, middle and high school students. These parents also served as resource persons for their community. Word-of-mouth recommendations from parents have been effective in attracting other parents. Parent participants reported they were more likely to talk to their children about HIV/AIDS if they felt knowledgeable on the subject.12 The Fast Road/El Camino Rapido is a training program for migrant families and educators to help families discuss healthy relationships, practice communication skills, and focus on HIV prevention. The program uses cartoon videos in English and Spanish and drawings with bubbles for spoken words and thoughts. Parents work with other parents and with their children to fill in the blanks and help stimulate discussion.

What needs to be done?

Parent-child communication often has not been a focus of HIV prevention efforts. However, programs that involve all family members, children and adults, in educating about sexuality, values and family life, can be very effective. Programs that are most effective must involve parents and youth in program design and staffing. A comprehensive HIV prevention strategy uses many elements to protect as many people at risk for HIV as possible. Given what is at stake, family members and prevention educators must work together to ensure the future health and safety of our children.


Says who?

1. Centers for Disease Control and Prevention. Youth risk behavior surveillance-United States 1995 . Morbidity and Mortality Weekly Report. 1996;45:64. 2. Eng TR, Butler WT, eds. The Hidden Epidemic: Confronting Sexually Transmitted Diseases . Washington, DC: National Academy Press; 1996. 3. Rosenberg PS, Biggar RJ, Goedert JJ. Declining age at HIV infection in the United States (letter). New England Journal of Medicine. 1994;330:789-790. Miller K. Data from the Family adolescent risk behavior and communication study. Personal communication, Centers for Disease Control and Prevention; 1997. Krauss BJ, Goldsamt L, Pierre-Louis M. How pre-adolescents and their parents talk about HIV in a high HIV seroprevalence neighborhood. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver BC. 1997. Abstract ThD4878. Mothers’ Voices. Mothers speak out on preventing and curing AIDS. Survey conducted by EDK Associates. 1997. Kennedy MG, Bye L, Rosenbaum J, et al. Focus group theme that will shape participatory social marketing interventions in 5 cities. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver BC. 1997. Abstract TuD2882. Heft L, Faigeles B, Hall TL. Where are the parents in HIV education? Adolescents want their parents to talk about HIV. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver BC. 1997. Abstract ThC4431.

  • Contact: Lisa Heft (415) 487-8088.

Leland NL, Barth RP. Characteristics of adolescents who have attempted to avoid HIV and who have communicated with parents about sex. Journal of Adolescent Research. 1993;8:58-76. Baker C, Rich R, Wulf K. Strategies to involve newly-arrived immigrant parents in HIV education. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver BC. 1997. Abstract TuD2794.

  • Contact: Claudia Baker (213) 625-6429.

Tiffany J. HIV/AIDS education for parents and guardians: talking with kids about AIDS. Presented at the 9th International Conference on AIDS, Berlin, Germany. 1993. Abstract PO-D13-3716.

  • Contact: Jennifer Tiffany (607) 255-1942.

Rankin DL. When “just say no” isn’t enough: parents educating parents about AIDS. Presented at the National Conference on Women and HIV, Los Angeles, CA. 1997. Abstract P2.37.

  • Contact: Daphne Long Rankin (804) 828-2210.

Parent/Child Resources: Advocates for Youth 1025 Vermont Avenue NW Washington, DC 20005 (202) 347-5700 https://advocatesforyouth.org/ American Red Cross AIDS Education Office 8111 Gate-house Road Falls Church, VA 22042 http://www.redcross.org Mothers’ Voices 165 West 46th Street, Suite 701 New York, NY 10036 (888) MVOICES http://www.mvoices.org Planned Parenthood (800) 230-7526 http://www.igc.apc.org/ ppfa/ Sexuality Information and Education Council of the US 130 West 42nd Street, Suite 350 New York, NY 10036 (212) 819-9770 http://www.siecus.org


Prepared by Lisa Heft*, Ann Kurth**, Pamela DeCarlo*** *San Francisco AIDS Foundation, **Mothers’ Voices, ***CAPS September 1997. Fact Sheet #28E


Reproduction of this text is encouraged; however, copies may not be sold, and the Center for AIDS Prevention Studies at the University of California San Franciso should be cited as the source of this information. For additional copies of this and other HIV Prevention Fact Sheets, please call the National AIDS Clearinghouse at 800/458-5231. Comments and questions about this Fact Sheet may be e-mailed to [email protected]. © September 1997, University of California

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Padres e hijos

¿Cómo hablan padres e hijos sobre el VIH?

¿por qué es importante la comunicación?

La actividad sexual empieza a temprana edad para muchos jóvenes. De cada 10 estudiantes del noveno grado casi cuatro (37%) han tenido relaciones sexuales, y de cada 10 estudiantes, casi 7 (66%) han tenido relaciones sexuales al llegar al doceavo grado.1 Cada año tres millones de jóvenes, es decir, casi un cuarto de los jóvenes que han experimentado con el sexo, van a padecer de alguna Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS). Clamidia es la enfermedad más común entre la juventud que entre adultos. Los jóvenes tienen índices más altos de gonorrea que los adultos de 20-44 años de edad.2 El VIH se convierte cada vez más en la epidemia de la juventud. Un cuarto de todas las nuevas infecciones en los EEUU ocurre entre personas menores de 22 años y la mitad de todas las nuevas infecciones ocurren entre personas menores de 25 años.3

“Quiero que mi hija esté preparada [para la pubertad y el sexo]. A mi me tomó por sorpresa.” -Padre de familia

A pesar de estas escalofriantes estadísticas, muchos padres no saben o no quieren aceptar que sus hijos pueden estar experimentando con el sexo. Un estudio a madres con hijos adolescentes reveló que el 70% de las mamás creían que sus hijos varones eran vírgenes (todavía no habían tenido relaciones sexuales) cuando sólo el 44% de ellos lo eran. Con respecto a las hijas, el 82% de las madres creyó que todavía eran vírgenes cuando en realidad sólo el 70% lo eran.4

¿están hablando los padres con sus hijos?

Desafortunadamente, no lo suficiente. Una encuesta a padres de familia con hijos pre- adolescentes de un vecindario con alta seroprevalencia encontró que los padres de familia tienen la impresión de hablar mucho sobre el VIH. Los hijos, por el contrario, dicen haber tenido menos de un cuarto de las pláticas que los padres dijeron tener.5 A menudo, los padres creen estar hablando con sus hijos sobre el SIDA, cuando probablemente están hablando del aspecto médico y no necesariamente sobre la sexualidad o el sexo seguro. Una encuesta a nivel nacional reveló que las madres con hijos mayores de 11 años dijeron no estar satisfechas al tratar temas tales: como explicar cuando un(a) jóven está listo para llevar una vida sexual activa, la prevención del VIH, la orientación sexual y el uso del condón.6

“Es muy triste, para mi, pensar que no puedo hablar con mi mamá acerca de esto-ella se lo pierde. Siempre existen otros lugares. Yo creo que esta es la parte más grave del problema, porque cuando uno va a otros lugares, algunas veces recibe la información equivocada.” -Un jóven

¿cuál es el papel de los padres?

Los padres pueden influir en las acciones de sus hijos. En cinco ciudades se llevó a cabo una iniciativa de mercadeo sobre prevención del VIH con jóvenes de alto riesgo. Estos reportaron que sus padres ejercieron una influencia sustancial sobre el comportamiento sexual en tres formas: comunicándose con ellos, dándoles el ejemplo, y supervisándolos directamente.7 Contrario a la opinión popular, los jóvenes sí quieren tener a sus padres como guía. A los jóvenes les gustaría hablar más a menudo con sus padres sobre temas relacionados con el VIH, sin embargo, esto puede resultar un poco difícil.8

“Yo quiero que mis hijos varones sepan respetar a los demás y que primero conozcan a fondo a la persona antes de tener relaciones sexuales.” -Padre de familia

Los hijos aprenden observando y escuchando a sus padres. La manera en que los padres de familia reaccionan ante las preguntas de sus hijos (al contestar, al no contestar, enojado) es la forma en que ellos aprenden a reaccionar ante las situaciones difíciles. Las pláticas sobre las relaciones sanas deben comenzar a temprana edad y evolucionar en la medida en que los hijos maduran. Hablar con los hijos desde pequeños, darles el nombre apropiado a las diferentes partes del cuerpo, enseñarles a como decir no, y tomar las precauciones de salud necesarias puede ser el trampolín de su futura educación sobre la sexualidad y la prevención del VIH.

¿cuáles son las barreras?

Hablar sobre el tema de la sexualidad con los hijos puede ser una experiencia a veces difícil para el adulto. Cuando muchos de los adultos de hoy eran niños, sus padres no les hablaron de sexo o de otros temas. Los padres de hoy supondrían hacer lo contrario con sus hijos, pero carecen de la experiencia para guiar a los hijos.

“Nosotros no hablábamos de estas cosas cuando estábamos creciendo, por eso casi no acostumbro hacerlo. Yo trato, y me da risa…los niños se sienten más cómodos con eso [hablando de sexo] que yo.” -Padre de familia

Muchos padres tienen el concepto equivocado de que hablar de sexo con sus hijos puede despertar la curiosidad ocasionando la experiencia sexual prematura o que darles información sobre el control de la natalidad o anticonceptivos es darles luz verde para empezar las relaciones sexuales. Algunos padres creen que el hecho de hablar sobre la homosexualidad podría influir en la orientación sexual del hijo(a). De hecho, la plática honesta entre padres e hijos puede contribuir al retraso de la actividad sexual, evitar las conductas de riesgo y promover la socialización sexual sana en la juventud.9

¿qué es lo que funciona?

En los Angeles, CA, un programa que trataba a padres recién emigrados a los EEUU descubrió que al lograr la participación de la iglesia, de los proveedores de salud, usando presentadores que entienden la cultura y que hablan el idioma de los padres, y teniendo las reuniones10 por las noches fue lo que ayudó a atraer a los padres a las reuniones. Muchas veces, se logra atraer a más padres cuando se ofrecen clases de cómo criar y communicarse con los hijos que cuando se ofrecen clases específicamente sobre VIH, especialmente en comunidades religiosas. La educación impartida entre padres de familia ha sido eficaz. El folleto “Hablando del SIDA con Nuestros Hijos” capacita voluntarios para dirigir talleres para padres y tutores en las diferentes comunidades. Los padres aprenden sobre el VIH, practican la comunicación y las formas en que se puede reducir el riesgo y tienen, además, que hacer tareas que los preparan a hablar del VIH con sus hijos.11

“Los padres necesitan informar y guíar más a sus hijos! Yo pienso que esta es una ayuda tremenda.” -Un joven

En Virginia, los padres educadores fueron entrenados con el fin de dirigir programas de información del VIH para padres de familia con hijos en la escuela primaria (1-6), media (7-9), y superior (10-12). Estos padres sirvieron, además, como fuente de información en su comunidad. Se ha logrado la participación de otros padres por las recomendaciones que corren de boca en boca. Los padres participantes reportaron que habría más posibilidades de hablar con sus hijos sobre el SIDA si tuvieran conocimiento del tema.12 El programa de entrenamiento “El Camino Rápido” sirve a las familias emigrantes. Este programa tiene educadores que enseñan a las familias a platicar sobre las relaciones sanas y a mejorar la comunicación con el fin de prevenir el VIH. El programa usa videos con dibujos animados en inglés y español. Estos dibujos tienen una especie de círculos vacíos para los pensamientos y las palabras. Los padres trabajan entre sí y con sus hijos para completar los espacios en blanco, ayudando así a estimular la plática.13

¿qué queda por hacer?

La comunicación entre el padre o la madre y sus hijos no ha estado incluída en los esfuerzos de prevención. Sin embargo, los programas que involucran a todos los miembros de la familia pueden ser muy eficaces. Los programas más exitosos deben incluir a jóvenes y a padres de familia en el diseño del programa y en la selección del personal. Un programa de prevención completo utiliza muchos elementos para proteger del VIH a la mayor cantidad de personas posible. Dados los hechos, tanto los miembros de la familia como los educadores de prevención deberían trabajar en conjunto para asegurar la salud y la seguridad de nuestro niños en el futuro.


¿quién lo dice?

1. Centers for Disease Control and Prevention. Youth risk behavior surveillance-United States 1995 . Morbidity and Mortality Weekly Report. 1996;45:64. 2. Eng TR, Butler WT, eds. The Hidden Epidemic: Confronting Sexually Transmitted Diseases . Washington, DC: National Academy Press; 1996. 3. Rosenberg PS, Biggar RJ, Goedert JJ. Declining age at HIV infection in the United States (letter). New England Journal of Medicine. 1994;330:789-790. Miller K. Data from the Family adolescent risk behavior and communication study. Personal communication, Centers for Disease Control and Prevention; 1997. Krauss BJ, Goldsamt L, Pierre-Louis M. How pre-adolescents and their parents talk about HIV in a high HIV seroprevalence neighborhood. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver BC. 1997. Abstract ThD4878. Mothers’ Voices. Mothers speak out on preventing and curing AIDS. Survey conducted by EDK Associates. 1997. Kennedy MG, Bye L, Rosenbaum J, et al. Focus group theme that will shape participatory social marketing interventions in 5 cities. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver BC. 1997. Abstract TuD2882. Heft L, Faigeles B, Hall TL. Where are the parents in HIV education? Adolescents want their parents to talk about HIV. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver BC. 1997. Abstract ThC4431.

  • Contacto: Lisa Heft (415) 487-8088.

Leland NL, Barth RP. Characteristics of adolescents who have attempted to avoid HIV and who have communicated with parents about sex. Journal of Adolescent Research. 1993;8:58-76. Baker C, Rich R, Wulf K. Strategies to involve newly-arrived immigrant parents in HIV education. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver BC. 1997. Abstract TuD2794.

  • Contacto: Claudia Baker (213) 625-6429.

Tiffany J. HIV/AIDS education for parents and guardians: talking with kids about AIDS. Presented at the 9th International Conference on AIDS, Berlin, Germany. 1993. Abstract PO-D13-3716.

  • Contacto: Jennifer Tiffany (607) 255-1942.

Rankin DL. When “just say no” isn’t enough: parents educating parents about AIDS. Presented at the National Conference on Women and HIV, Los Angeles, CA. 1997. Abstract P2.37.

  • Contacto: Daphne Long Rankin (804) 828-2210.

Recursos para Padres e hijos: Advocates for Youth https://advocatesforyouth.org/ / American Red Cross AIDS Education Office 8111 Gate-house Road Falls Church, VA 22042 http://www.redcross.org Mothers’ Voices 165 West 46th Street, Suite 701 New York, NY 10036 (888) MVOICES http://www.mvoices.org National AIDS Clearinghouse PO Box 6003 Rockville, MD 20849-6003 (800) 458-5231 http://www.cdcnac.org Planned Parenthood (800) 230-7526 http://www.igc.apc.org/ ppfa/ Sexuality Information and Education Council of the US 130 West 42nd Street, Suite 350 New York, NY 10036 (212) 819-9770 http://www.siecus.org


Preparado por Lisa Heft*, Ann Kurth**, Pamela DeCarlo***, Tradución Romy Benard Rodríguez*** *San Francisco AIDS Foundation, **Mothers’ Voices, ***CAPS Deciembre 1997. Hoja Informativa 28S.

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Sex education

What works best in sex/HIV education?

why sex/HIV education?

Sex and HIV education programs have multiple goals: to decrease unintended pregnancy, to decrease STDs including HIV and to improve sexual health among youth. In 2005, almost two-thirds (63%) of all high school seniors in the US had engaged in sex, yet only 21% of all female students used birth control pills before their last sex and only 70% of males used a condom during their last sexual intercourse.1 In 2000, 8.4% of 15-19 year old girls became pregnant, producing one of the highest teen pregnancy rates in the western industrial world.1 Persons aged 15-24 had 9.1 million new cases of STDs in 2000 and made up almost half of all new STD cases in the US.3 There are numerous factors affecting adolescent sexual behavior and use of protection. Some of these factors have little to do with sex, such as growing up in disadvantaged communities, having little attachment to parents or failing at school. Other factors are sexual in nature, such as beliefs, values, perceptions of peer norms, attitudes and skills involving sexual behavior and using condoms or contraception.4 It is these sexual factors that sex/HIV education programs can potentially affect, thereby impacting behavior. Sex/HIV education programs alone cannot totally reduce sexual risk-taking, but they can be an effective part of a more comprehensive initiative.

do sex/HIV education programs work?

Yes. Some sex/HIV education programs delay initiation of intercourse, reduce the frequency of sex, reduce the number of sexual partners and increase use of condoms or other forms of contraception. Also, research indicates that sex/HIV education programs–even those that encourage condom and contraceptive use–do not increase sexual activity. In a recent review, almost two-thirds of the programs evaluated within the US significantly improved one or more of these behaviors. The results were even more positive in developing countries. Thus, many programs are effective, but others may not be and communities should implement either those programs that have been demonstrated to be effective or those programs that incorporate common characteristics of effective programs.5

can effective programs be replicated?

Yes. Several curricula have been implemented and evaluated up to five times in different states and consistently produced positive changes in sexual behavior when implemented as designed. One of them was even replicated in more than 80 CBOs and found to be effective.6 However, when the curricula are greatly shortened, when condom lessons are cut, or when programs designed for the community are implemented in the classroom, they are less likely to significantly change behavior.

which curricula are most likely to significantly change behavior?

  • In a randomized trial of young women, SiHLE (sistering, informing, healing, living, and empowering) significantly increased condom use, reduced the pregnancy rate and reduced the STD rate.7
  • In four different studies, Reducing the Risk delayed the initiation of sex and/or increased condom use for up to 18 months.8,9
  • In a randomized trial, Safer Choices delayed sex among some youth and increased condom and contraceptive use among sexually active youth over a 31 month period.10
  • Finally, in multiple randomized trials, Making Proud Choices11 and Becoming a Responsible Teen12 increased condom use for at least one year.
These and other effective programs share 17 characteristics that contribute to their success. Characteristics are divided into development, the curriculum itself, and implementation.

how are effective programs developed?

Effective programs can be developed by teams of people with backgrounds in psychosocial theory, adolescent sexual behavior, curriculum design, community culture and/or teaching sex/HIV education. They review local data on teens’ sexual behavior, pregnancy rates and STD rates and often conduct focus groups with teens and interviews with adults. Using a logic model framework, they identify the behaviors they want to change, the risk and protective factors affecting them and activities that would change them. They then design activities consistent with community values and resources and finally pilot-test and revise the curricula.

what do effective curricula look like?

Effective curricula really focus on reducing unintended pregnancy, STD/HIV or both. They do this by emphasizing the consequences of unintended pregnancy, STDs or HIV, and the risk of experiencing them; by giving a very clear message about sexual behavior; and by discussing situations that might lead to sex and how to avoid or get out of those situations. Particularly important are the behavioral messages. Effective curricula most commonly emphasize that abstinence is the safest and best approach and encourage condom/contraceptive use for those having sex. Sometimes other values, such as being proud, being responsible, respecting yourself, sticking to your limits and remaining in control, are also emphasized, and are clearly linked to particular behaviors. Effective curricula incorporate activities, instructional methods and behavioral messages that are appropriate to the youths’ culture, developmental age, gender and sexual experience. All actively involve youth to help them personalize the information.
  • To increase basic knowledge about risks of teen sex and methods of avoiding intercourse or using protection, effective programs can use: short lectures, class discussions, competitive games, skits or videos and flip charts or pamphlets.
  • To address risk, programs can use: data on the incidence or prevalence of pregnancy or STD/HIV among youth and their consequences, class discussions, HIV+ speakers, and simulations such as the STD handshake.
  • To change individual values and peer norms about abstinence and condom use, programs can use: clear behavioral messages, forced choice value exercises, peer surveys/voting, peer role plays, discussions of effectiveness of condoms and visits to drug stores or clinics where condoms are sold or distributed.
  • To build skills to help avoid unwanted or unprotected sex and insist on and use condoms or contraception, programs can use: role playing including describing the skills, modeling the skills and repeated individual practice role playing the skills.
  • To use condoms properly, youth can practice opening the package and putting a condom over their fingers, or talking through all the steps for using condoms.

how are effective programs implemented?

When effective programs are implemented, they typically obtain necessary support from appropriate authorities, select educators with desirable traits and train them, implement activities to recruit and retain youth if needed, and implement the curricula with fidelity. Programs can be effective with either adult or peer educators.

what needs to be done?

Policy makers should fund and encourage the implementation of sex/HIV education programs that have been demonstrated to be effective. If a new program is used, it should have the common characteristics of effective programs. Untested programs should be evaluated for effectiveness. Although programs should be implemented everywhere, they especially should be implemented in the locations and among populations where youth are at highest risk for HIV, STDs and unplanned pregnancy. In order for evidence-based sex/HIV education programs to be implemented broadly, they should have support from appropriate authorities such as directors of youth-serving organizations, school districts, principals and teachers. Staff or teachers conducting programs should be trained and supported to implement programs with fidelity. This includes allowing enough time in the classroom or organization to deliver the program.
Says who? 1. Centers for Disease Control and Prevention. Youth risk behavior surveillance – United States, 2005. Surveillance Summaries. June 9, 2006. 2. Alan Guttmacher Institute. U.S. teenage pregnancy statistics: Overall trends, trends by race and ethnicity and state-by-state information. New York: The Alan Guttmacher Institute, 2004. 3. Weinstock H, Berman S, Cates W. Sexually transmitted diseases among American youth: incidence and prevalence estimates, 2000. Perspectives in Sexual and Reproductive Health. 2004;36:6-10. 4. Kirby D, Lepore G, Ryan J. Sexual risk and protective factors: Factors affecting teen sexual behavior, pregnancy, childbearing and sexually transmitted disease: Which are important? Which can you change? Washington DC: National Campaign to Prevent Teen Pregnancy. 2005. 5. Kirby D, Laris BA, Rolleri L. Sex and HIV education programs for youth: Their impact and important characteristics. Washington DC: Family Health International, 2006. 6. Jemmott III, JB. Effectiveness of an HIV/STD risk-reduction intervention implemented by nongovernmental organizations: A randomized controlled trial among adolescents. Presented at the American Psychological Association Annual Conference. Washington DC: August, 2005. 7. DiClemente RJ, Wingood GM, Harrington KF, et al. Efficacy of an HIV prevention intervention for African American adolescent girls: a randomized controlled trial. Journal of the American Medical Association. 2004;292:171-179. 8. Kirby D, Barth RP, Leland N, et al. Reducing the risk: Impact of a new curriculum on sexual risk-taking. Family Planning Perspectives. 1991;23:253-263. 9. Hubbard BM, Giese ML, Rainey J. A replication of Reducing the Risk, a theory-based sexuality curriculum for adolescents. Journal of School Health. 1998;68:243-247. 10. Kirby DB, Baumler E, Coyle KK, et al. The “Safer Choices” intervention: its impact on the sexual behaviors of different subgroups of high school students. Journal of Adolescent Health. 2004;35:442-452. 11. Jemmott JB, Jemmott LS, Fong GT. Abstinence and safer sex: A randomized trial of HIV sexual risk-reduction interventions for young African-American adolescents. Journal of the American Medical Association. 1998;279:1529-1536. 12. St. Lawrence JS, Brasfield TL, Jefferson KW, et al. Cognitive-behavioral intervention to reduce African American adolescents’ risk for HIV infection. Journal of Consulting and Clinical Psychology. 1995;63:221-237. *All websites accessed July 2006
Prepared By Douglas Kirby PhD, ETR Associates September 2006 . Fact Sheet #10ER Special thanks to the following reviewers of this Fact Sheet: Forrest L. Alton, Suzan Boyd, Karin Coyle, Glenn Dodd, Polly Edwards, Erin Johnson, Barbara Richardson-Todd, John Santelli, William Smith, Katherine Suellentrop, Mary Martha Wilson, Paulina Zamudio. Reproduction of this text is encouraged; however, copies may not be sold, and the Center for AIDS Prevention Studies at the University of California San Franciso should be cited as the source of this information. For additional copies of this and other HIV Prevention Fact Sheets, please call the National Prevention Information Network at 800/458-5231. Comments and questions about this Fact Sheet may be e-mailed to [email protected]. © September 2006, University of California
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Educación sexual

¿Qué sirve mejor en la enseñanza sobre la sexualidad y el VIH?

¿por qué la enseñanza sobre la sexualidad y el VIH?

Los programas educativos sobre la sexualidad y el VIH tienen varias metas: disminuir los embarazos no planeados, reducir las enfermedades de transmisión sexual (ETS) incluyendo la del VIH y mejorar la salud sexual de los jóvenes. En 2005 en los EE.UU., el 63% de todos los alumnos del último año de preparatoria (high school) habían tenido relaciones sexuales, pero sólo el 21 % de las alumnas usaron pastillas anticonceptivas antes del último coito y sólo el 70 % de los varones usaron condón en el último coito.1 En el 2000, el 8.4 % de las chicas entre 15 y 19 años se embarazaron, produciendo una de las tasas más altas de embarazo adolescente en el mundo occidental industrializado.2 Casi la mitad de los nuevos casos de ETS en EE.UU. del año 2000 (9.1 millones) se presentaron en jóvenes entre los 15 y los 24 años de edad.3 Algunos de los numerosos factores que influyen en la conducta sexual y el uso de protección entre los adolescentes tienen poco que ver con las relaciones sexuales, por ejemplo: la crianza en una comunidad desfavorecida, la falta de apego a los padres o el fracaso escolar. Otros factores de naturaleza sexual como las creencias, los valores, las percepciones de normas de los pares, las actitudes y habilidades relacionadas con la conducta sexual y con el uso del condón o de anticonceptivos,4 son factores en los que los programas de enseñanza potencialmente pueden incidir para generar cambios de conducta. Estos programas no pueden por sí solos eliminar las conductas sexuales riesgosas, pero sí pueden ser una pieza eficaz dentro de una iniciativa integral.

¿sirven los programas de enseñanza?

Sí. Algunos programas retrasan el inicio de las relaciones sexuales, disminuyen la frecuencia de las relaciones sexuales, limitan el número de parejas sexuales y aumentan el uso del condón u otro anticonceptivo. Además hay investigaciones que demuestran que los programas de enseñanza sobre la sexualidad/VIH (incluyendo los que promueven el uso de condones y otros anticonceptivos) no aumentan la actividad sexual. En una revisión reciente en EE.UU de programas que han sido evaluados, casi dos tercios mejoraron considerablemente una o más de estas prácticas.5 Los resultados fueron aun más positivos en países en vías de desarrollo. Si bien muchos programas son eficaces, otros pueden no serlo; las comunidades deben implementar ya sea los programas con eficacia comprobada o los que incorporen las características comunes de los programas eficaces.5

¿es posible replicar programas eficaces?

Sí. Varios currículos implementados y evaluados hasta cinco veces en varios estados de EE.UU. con frecuencia produjeron cambios positivos en la conducta sexual al realizarse tal y como fueron diseñados. De hecho, uno de estos programas fue replicado en más de 80 organizaciones comunitarias y su eficacia quedó comprobada.6 Sin embargo, cuando se recortan mucho los currículos, cuando se eliminan las lecciones sobre el condón o cuando los programas diseñados para lugares de la comunidad se llevan a cabo en el aula escolar, se reduce la probabilidad de producir cambios importantes en la conducta.

¿qué currículos logran cambios importantes en la conducta?

  • En un ensayo aleatorizado de mujeres jóvenes, el programa SiHLE (las siglas en inglés para hermanar, informar, curar, vivir, empoderar) aumentó considerablemente el uso del condón y redujo la incidencia de embarazos y de ETS.7
  • En cuatro estudios diferentes, Reducing the Risk logró durante 18 meses bien un retraso en la iniciación de relaciones sexuales o un aumento en el uso del condón.8,9
  • En otro ensayo aleatorizado, Safer Choices retrasó la iniciación del sexo entre algunos jóvenes y aumentó el uso de condones y otros anticonceptivos entre jóvenes sexualmente activos a lo largo de 31 meses.10
  • Finalmente, en varios ensayos aleatorizados, Making Proud Choices11 y Becoming a Responsible Teen12 aumentaron durante un año el uso de condones.
Estos y otros programas eficaces comparten 17 características que contribuyen a su éxito, las cuales se agrupan bajo el desarrollo, el currículo en sí y la implementación.5

¿cómo se desarrollan programas eficaces?

Los programas eficaces se pueden desarrollar por equipos de personas con formación en teoría psicosocial, conducta sexual adolescente, diseño de currículos, cultura comunitaria y/o enseñanza sobre la sexualidad y el VIH. El equipo examina los datos locales sobre la conducta sexual adolescente, las tasas de embarazo y de ETS, y muchas veces realiza grupos de focales con jóvenes y entrevistas con adultos. También utiliza el marco de un modelo lógico para identificar las prácticas que desea modificar, los factores de riesgo y los factores protectores que las afectan, así como las actividades que las harían cambiar. Posteriormente el equipo diseña actividades coherentes con los valores y recursos comunitarios. Finalmente el equipo realiza pruebas piloto y ajusta los currículos.

¿en qué consisten currículos eficaces?

Los currículos eficaces se centran en reducir los embarazos no deseados, las ETS, el VIH o ambos al enfatizar las consecuencias y los peligros que éstos conllevan, presentar un mensaje claro sobre la conducta sexual y comentar las situaciones que pueden llevar a las relaciones sexuales y cómo evitarlas. Los mensajes conductuales son de suma importancia. Los currículos eficaces por lo general enfatizan la abstinencia como el método más eficaz e inocuo (que no daña), y motivan a los jóvenes que ya tienen relaciones sexuales a usar condones y anticonceptivos. A veces se hace hincapié en otros valores (como el orgullo propio, la responsabilidad, el auto respeto, la capacidad de no exceder los límites y la de controlarse) que claramente están vinculados con ciertas conductas en particular. Los currículos eficaces incorporan actividades, métodos docentes y mensajes conductuales que reflejan la cultura, la edad madurativa, el género y la experiencia sexual de los jóvenes. Todos involucran activamente a los jóvenes para ayudarles a personalizar la información.
  • Para aumentar los conocimientos básicos sobre los riesgos que conlleva las prácticas sexuales en la adolescencia y sobre métodos para evitar el coito o para usar protección, los programas eficaces pueden emplear: discursos breves, diálogos en clase, juegos competitivos, parodias o dramatizaciones breves, videos y rotafolios o folletos.
  • Para aclarar los riesgos, los programas pueden emplear datos sobre la incidencia o la prevalencia del embarazo o de ETS/VIH entre los jóvenes (junto con las consecuencias), diálogos en clase, oradores VIH+ y simulaciones.
  • Para modificar los valores individuales y las normas entre pares con respecto a la abstinencia y al uso del condón, los programas pueden emplear: mensajes conductuales nítidos, ejercicios de elección obligatoria de valores, encuestas o votación entre pares, de juegos de interpretación de roles, conversaciones sobre la eficacia de los condones y visitas a farmacias o clínicas que los venden o regalan.
  • Para fomentar las habilidades necesarias para evitar el sexo no deseado o desprotegido y para insistir en el uso de condones o anticonceptivos, se puede emplear juegos de rol que describan, demuestren y permitan que todos practiquen estas habilidades.
  • Los jóvenes pueden practicar el uso correcto del condón abriendo el paquete y deslizando el condón sobre los dedos, o bien describiendo cada paso en el uso del condón.

¿cómo se implementan programas?

Cuando los programas eficaces se implementan, por lo general obtienen el apoyo necesario de las autoridades correspondientes, seleccionan y capacitan a los educadores con las características deseadas, realizan las actividades necesarias para reclutar y retener a participantes jóvenes y se apegan fielmente a los currículos. Los programas pueden ser eficaces tanto con educadores adultos como con educadores pares.

¿qué queda por hacer?

Los legisladores deben financiar y promover la implementación de programas de enseñanza con eficacia comprobada sobre la sexualidad y el VIH. Cualquier programa nuevo necesita incluir las características comunes de los programas eficaces.5 Los programas cuya eficacia no se ha comprobado deben ser evaluados. Para implementar ampliamente los programas con evidencia científica de eficacia para la enseñanza sobre la sexualidad y el VIH, debe contarse con el apoyo de las autoridades correspondientes, tales como directores de organizaciones para jóvenes, distritos escolares, directores de escuela y maestros. El personal o los maestros que realizan los programas deben recibir capacitación y apoyo con el fin de impartir los programas con fidelidad; esto supone apartar el tiempo suficiente en la clase o en la organización para poder brindar el programa.

¿Quién lo dice?

1. Centers for Disease Control and Prevention. Youth risk behavior surveillance – United States, 2005. Surveillance Summaries. June 9, 2006. 2. Alan Guttmacher Institute. U.S. teenage pregnancy statistics: Overall trends, trends by race and ethnicity and state-by-state information. New York: The Alan Guttmacher Institute, 2004. 3. Weinstock H, Berman S, Cates W. Sexually transmitted diseases among American youth: incidence and prevalence estimates, 2000. Perspectives in Sexual and Reproductive Health. 2004;36:6-10. 4. Kirby D, Lepore G, Ryan J. Sexual risk and protective factors: Factors affecting teen sexual behavior, pregnancy, childbearing and sexually transmitted disease: Which are important? Which can you change? Washington DC: National Campaign to Prevent Teen Pregnancy. 2005. 5. Kirby D, Laris BA, Rolleri L. Sex and HIV education programs for youth: Their impact and important characteristics. Washington DC: Family Health International, 2006. 6. Jemmott III, JB. Effectiveness of an HIV/STD risk-reduction intervention implemented by nongovernmental organizations: A randomized controlled trial among adolescents. Presented at the American Psychological Association Annual Conference. Washington DC: August, 2005. 7. DiClemente RJ, Wingood GM, Harrington KF, et al. Efficacy of an HIV prevention intervention for African American adolescent girls: a randomized controlled trial. Journal of the American Medical Association. 2004;292:171-179. 8. Kirby D, Barth RP, Leland N, et al. Reducing the risk: Impact of a new curriculum on sexual risk-taking. Family Planning Perspectives. 1991;23:253-263. 9. Hubbard BM, Giese ML, Rainey J. A replication of Reducing the Risk, a theory-based sexuality curriculum for adolescents. Journal of School Health. 1998;68:243-247. 10. Kirby DB, Baumler E, Coyle KK, et al. The “Safer Choices” intervention: its impact on the sexual behaviors of different subgroups of high school students. Journal of Adolescent Health. 2004;35:442-452. 11. Jemmott JB, Jemmott LS, Fong GT. Abstinence and safer sex: A randomized trial of HIV sexual risk-reduction interventions for young African-American adolescents. Journal of the American Medical Association. 1998;279:1529-1536. 12. St. Lawrence JS, Brasfield TL, Jefferson KW, et al. Cognitive-behavioral intervention to reduce African American adolescents’ risk for HIV infection. Journal of Consulting and Clinical Psychology. 1995;63:221-237.
Preparado por Douglas Kirby PhD, ETR Associates Traducido por Rocky Schnaath Enero 2007. Hoja de Dato #10SR Se autoriza la reproducción (citando a UCSF) mas no la venta de copias este documento. También disponibles en inglés. Para recibir las Hojas de Datos por correo electrónico escriba a [email protected] con el mensaje “subscribe CAPSFS nombre apellido” ©Enero 2007, UCSF.