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Condones
¿Cuál es el papel de los condones masculinos en la prevención del VIH?
revisado 5/05
¿funcionan los condones?
Sí. El condón es una de las únicas herramientas ampliamente disponibles y altamente eficaz para la prevención del VIH en los EE.UU.1 Cuando se usan correcta y habitualmente, los condones masculinos de látex pueden reducir en un 80-90% el riesgo de embarazo y de muchas infecciones de transmisión sexual (ITS), incluyendo el VIH.1-6 Los condones masculino y femenino son el único método anticonceptivo que disminuye el riesgo tanto de las ITS como del embarazo. Cuando el condón masculino se coloca en el pene antes de cualquier contacto sexual, se evita el contacto directo con el semen, las llagas en el pene y las secreciones del pene y de la vagina; de forma que los condones pueden reducir eficazmente el contagio de la gonorrea, la tricomonosis, la clamidia, la hepatitis B, el VIH y otras ITS transmitidas por las secreciones genitales.1-6 Debido a que el condón solamente cubre el pene, ofrece menos protección contra las ITS transmitidas principalmente por el contacto de piel contra piel, tales como el herpes genital, la sífilis, los chancroides y las verrugas genitales. La abstinencia, la monogamia mutua entre parejas no infectadas, la limitación del número de parejas sexuales y el uso correcto y habitual del condón durante el coito son todos elementos esenciales para disminuir la propagación del VIH/ITS.7 Gran parte de la eficacia del condón depende del nivel de destreza y experiencia del usuario. La educación, consejería y capacitación en habilidades de negociación entre parejas pueden aumentar en gran medida la capacidad de la persona de usar el condón correcta y habitualmente.2
¿cuáles son las ventajas?
Accesibilidad. El uso del condón no requiere examen médico, receta o prueba. Los condones se pueden comprar en farmacias, tiendas, máquinas dispensadoras, gasolineras, bares y en internet. Muchas clínicas para ITS y VIH también los distribuyen gratis. Acto sexual más placentero. El uso del condón puede retrasar la eyaculación precoz. Los condones lubricados pueden facilitar y aumentar el placer del coito para las mujeres. Los condones evitan “mojar las sábanas” con el goteo de semen después del sexo y también reducen la ansiedad y el miedo a un embarazo o ITS de forma que la pareja disfrute más del sexo. Protección de la fertilidad. Algunas ITS pueden afectar la capacidad de las mujeres para embarazarse; los condones protegen contra ciertas ITS y por ende reducen el riesgo a la infertilidad.8
¿cuáles son las desventajas?
Falta de cooperación. Sin la cooperación del varón el uso del condón puede ser imposible, pues las mujeres no pueden controlar el uso del condón directamente. Problemas físicos. Muchos hombres y sus parejas se quejan de que los condones reducen la sensibilidad. El uso correcto del condón requiere de un pene erecto. Algunos hombres no pueden mantener una erección duradera, lo cual dificulta el uso del condón. Probar diferentes clases de condones (más delgados) y usar lubricantes a base de agua puede ayudar a aumentar la sensación. Vergüenza. Algunos hombres y mujeres pueden sentir vergüenza de comprar condones o de adquirirlos gratuitamente de una clínica. Otros pueden sentir pena al sugerir o iniciar el uso de condones porque perciben que esto implicaría falta de confianza o de intimidad.9
¿cómo se usan?
Los mensajes más importantes sobre el uso del condón son muy sencillos: 1) Use un condón nuevo en cada coito si existe riesgo de embarazo o de ITS. 2) Antes de la penetración, desenrolle el condón cubriendo el pene erecto hasta su base y póngaselo antes de que el pene entre en contacto con la vagina o el ano de su pareja. 3) Después de eyacular (con el pene todavía erecto), sostenga el borde del condón contra la base del pene mientras se retira de la vagina o ano.2,10 Aun con la capacitación adecuada y con acceso a los condones, las personas no siempre van a usarlos a la perfección. En la vida real, uno se puede enamorar, cometer errores, alcoholizarse o simplemente decidir no usarlos. El tener relaciones sexuales bajo los efectos del alcohol u otras drogas aumenta grandemente la posibilidad de no usar condones, de usarlos mal o de que fallen.11
¿cuáles son las preocupaciones?
Información y distribución de condones en las escuelas. Aunque las escuelas pueden ser una fuente importante de información sobre el VIH/ITS12, sólo el 2% de las escuelas públicas cuentan con centros de salud en sus instalaciones y sólo el 28% de ellas ponen condones a disposición de los estudiantes13. En el año 2000, hubo 9.1 millones de nuevos casos de ITS entre jóvenes de 15 a 24 años de edad, siendo éstos casi la mitad de todos los casos nuevos de ITS en EE.UU.14 El 47% de los estudiantes de preparatoria (high school) en los EE.UU. han tenido coito.15 Ruptura y deslizamiento (falla del condón). La calidad del condón ha mejorado16 y para la mayoría de los usuarios el deslizamiento del condón es relativamente raro. Cerca del 4% de los condones se rompen o se deslizan,2 pero algunas personas reportan tasas más altas. En un estudio, hombres gay desempleados que reportaron consumo de anfetaminas o de mucho alcohol fueron más susceptibles a reportar fallas de condones; los que usaron condones con frecuencia y usaron lubricante reportaron menos fallas.11 La consejería y orientación sobre el uso del condón puede reducir notablemente la falla del condón.2 Eficacia del N-9. Por lo general, los condones lubricados con el espermicida nonoxinol-9 (N-9) cuestan más, no poseen ventajas comprobadas de protección sobre los condones sin N-9, tienen una vida en anaquel más limitada y pueden ser dañinos si se usan en exceso. Varios fabricantes han descontinuado los condones con N-9.2,16
¿qué funciona?
Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades en EE.UU. han documentado la eficacia de los siguientes programas, que se están duplicando en todo el país.17 Capacitar para la negociación y el uso condón. El Proyecto SISTA ofrece capacitación sobre destrezas sociales para mujeres afroamericanas con el fin de incrementar su confianza y uso del condón. Las mujeres aprenden cómo ser proactivas en la relación sexual y cómo usar el condón correctamente, al tiempo que comentan aspectos culturales y de género que influyen en la negociación sobre el uso del condón. Los participantes reportaron mayor uso de condón.18 Cambiar las normas comunitarias. El Proyecto Mpowerment es un programa comunitario diseñado por y para hombres jóvenes gay para aumentar el apoyo entre pares y la aceptación del sexo más seguro. Grupos liderados por jóvenes usan un enfoque positivo sobre el sexo y la homosexualidad para enseñar a sus pares cómo negociar y usar el condón, capacitándolos y motivándolos para que hagan campañas informales con sus amigos. Los participantes reportaron una disminución del sexo anal sin protección.19 Combinar la prevención del VIH, ITS y embarazos no deseados. El programa VOICES/ VOCES fue implementado en una clínica de ITS y se dirige a la población heterosexual afroamericana y latina empleando videos específicos a cada cultura y promoviendo el desarrollo de destrezas que aumenten la negociación y el uso del condón. Esta programa es bilingüe e incluye educación sobre los diferentes tipos de condones y su distribución. Los participantes reportaron mayor uso de condón y menor repetición de ITS.20
¿qué queda por hacer?
Se necesita mejorar la comercialización y la accesibilidad de los condones en EE.UU. Aunque en la última década el uso del condón ha aumentado, todavía hay tasas altas inaceptables de ITS entre adolescentes y adultos jóvenes sexualmente activos y entre hombres gay; dos grupos que tienen también un riesgo alto de contraer el VIH. Se necesitan nuevas formas de promover el condón, idealmente antes de la iniciación sexual. A fin de que los adolescentes los usen, los condones deben ser accesibles en forma fácil y anónima, ampliamente disponibles y a bajo precio. La distribución de condones gratis también puede contribuir a un uso mayor.21 Para lograr una prevención eficaz del VIH, todas las personas necesitan información correcta y completa sobre las diferentes opciones de prevención. No obstante, el énfasis debe modificarse según el grupo. Por ejemplo, si bien la gente joven que no es sexualmente activa necesita información y acceso a los condones, la prioridad debe ser la promoción de la abstinencia y el retraso de la iniciación sexual. Cuando el objetivo sean personas en alto riesgo de adquirir el VIH, se debe priorizar el uso correcto y habitual del condón junto con la omisión de comportamientos y parejas de alto riesgo.7 ¿Son infalibles los condones? No. Tampoco lo son el cinturón o el casco de seguridad, la promesa de abstinencia o las vacunas. Sin embargo, en la vida real, manejamos al trabajo, vacunamos a los niños y esperamos concluir cada día ilesos. Ninguna estrategia de salud pública puede garantizar la protección perfecta. Realmente no se trata de saber si los condones son eficaces al 100%, sino cómo maximizar el beneficio del condón y otros métodos para reducir el riesgo de enfermedad.
Says who?
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Adults over 50
What Are HIV Prevention Needs of Adults Over 50?
Are older adults at risk?
Yes. Over 10% of all new AIDS cases in the US occur in people over the age of 50.1 In the last few years, new AIDS cases rose faster in middle age and older people than in people under 40.2 While many of these AIDS cases are the result of HIV infection at a younger age, many are due to becoming infected after age 50. It is difficult to determine rates of HIV infection among older adults, as very few persons over the age of 50 at risk for HIV routinely get tested.3 Most older adults are first diagnosed with HIV at a late stage of infection-when they seek treatment for an HIV-related illness. Cases among older people may be under reported, as HIV symptoms and infections may coincide with other diseases associated with aging, and thus be overlooked. AIDS-related dementia is often misdiagnosed as Alzheimer’s, and early HIV symptoms such as fatigue and weight loss may be dismissed as a normal part of aging.4 Older persons with AIDS get sick and die sooner than younger persons. This is due to late diagnosis of the disease as well as co-infection with other diseases that may speed the progression of AIDS. Also, new drugs for HIV treatment may interact with medications the older person is taking to treat pre-existing chronic conditions.
What puts them at risk?
A common stereotype in the US is that older people don’t have sex or use drugs. Very few HIV prevention efforts are aimed at people over 50, and most educational ad campaigns never show older adults, making them an invisible at-risk population.6 As a result, older people are generally less knowledgeable about HIV/AIDS than younger people and less aware of how to protect themselves against infection. This is especially true for older injecting drug users, who comprise over 16% of AIDS cases over 50. Men who have sex with men form the largest group of AIDS cases among adults over 50. Older gay men tend to be invisible and ignored both in the gay community and in prevention. Among the HIV risk factors for older gay men are internalized homophobia, denial of risk, alcohol and other substance use, and anonymous sexual encounters.7 Women comprise a greater percentage of all AIDS cases as age increases. While 6.1% of all AIDS cases among those aged 50-59 are women, the percentage of cases occurring among women rises to 13.2% for age 60-69 and 28.7% for those 65 and older.8 Normal aging changes such as a decrease in vaginal lubrication and thinning vaginal walls can put older women at higher risk for HIV infection during intercourse.9
what are barriers to prevention?
Few Americans over age 50 who are at risk for HIV infection either use condoms or get tested for HIV. In a national survey, at-risk people over 50 were one sixth as likely to use condoms and one fifth as likely to have been tested for HIV than at-risk people in their 20s.3 Factors that influence condom use in older persons are not known. Doctors and nurses often do not consider HIV to be a risk for their older patients. A study of doctors in Texas found that most doctors rarely or never asked patients older than 50 years questions about HIV/AIDS or discussed risk factor reduction. Doctors were much more likely to rarely or never ask patients over 50 about HIV risk factors (40%) than they were to never or rarely ask patients under 30 (6.8%).10 Many older people live in assisted living communities, where there is still great stigma attached to HIV/AIDS, often associated with homosexuality and/or substance abuse. Management may be resistant to providing HIV/AIDS educational materials or presentations in their facilities.
How are older adults different?
Cultural and generational issues need to be considered in crafting HIV prevention efforts. Older persons may not be comfortable disclosing their sexual behaviors or drug use to others. This can make it difficult to find older adults who attend support groups.11 Also, older adults may not view condom use as important or necessary, especially post-menopausal women who need not worry about pregnancy protection. Older adults may have fewer surviving friends and a smaller social network to provide support and care. Also, they are more likely to be caregivers themselves, as about one third of AIDS patients are dependent on an older parent for financial, physical or emotional support.12
What’s being done?
Unfortunately, few prevention programs exist that target adults over 50. Most programs for older adults offer support for HIV+ persons, or target clinicians and caregivers of older adults. Promising prevention programs incorporate generational concerns, target high-risk groups such as older gay men and older women (especially recent widows), and involve older adults in their design and as peer educators. Senior HIV Intervention Project (SHIP) in Florida’s Dade, Broward and Palm Beach Counties, trains older peer educators to present educational and safer sex seminars at retirement communities. Trained AIDS educators meet with health care professionals and aging services workers to help them understand the risk posed to seniors by HIV.13 In six regional senior centers in Chicago, IL, a program used peer-led “study circles” to increase HIV awareness and knowledge. Participants viewed a video, “The Forgotten Tenth,” and did their own research as to how HIV affects their lives physically, politically and economically. They then shared their knowledge at the next meetings. After the program many participants became AIDS educators.14 An HIV education program for older adults was conducted at meal sites in Florida. Based on the Health Belief Model, the program included facts and statistics on older persons and HIV, condom use instruction, HIV testing information, and case studies of older persons with AIDS. After the session, participants reported a significant increase in knowledge about AIDS and perceived susceptibility to HIV.15
What needs to be done?
There has been a striking lack of interest in people over 50 in HIV prevention efforts. Prevention programs are needed specifically for older adults. Mainstream ad campaigns need to incorporate images and issues concerning persons over 50 and encourage at-risk older adults to be routinely tested for HIV. More research on sexual and drug using behavior of older adults is needed, as well as research on disease progression and treatments, including recruiting HIV+ older persons for clinical trials. Clinicians and service providers for older adults, including care takers and nursing home staff, need to be educated on HIV risk behaviors and symptoms of HIV infection among older adults. Clinicians need to conduct thorough sex and drug use risk assessments with their patients over 50, and challenge any assumptions that older people do not engage in these activities or will not discuss them. Older adults need support and education to ensure that their lives over 50 are as rewarding and safe as before 50. A comprehensive HIV prevention strategy uses many elements to protect as many people at risk for HIV as possible. Adults over 50 are an especially important group to target with prevention messages, both for their own risk behaviors, and for their role as leaders and teachers of younger generations.
Says who?
1. Centers for Disease Control and Prevention. HIV/AIDS Surveillance Report . 1996;8:15. 2. HIV, AIDS, and older adults . Fact sheet prepared by the National Institute on Aging, National Institutes of Health. 3. Stall R, Catania J. AIDS risk behaviors among late middle-aged and elderly Americans. The National AIDS Behavioral Surveys . Archives of Internal Medicine. 1994;154:57-63. 4. Whipple B, Scura KW. The overlooked epidemic: HIV in older adults . American Journal of Nursing. 1996;96:22-28. 5. Skiest DJ, Rubinstien E, Carley N, et al. The importance of comorbidity in HIV-infected patients over 55: a retrospective case-control study . American Journal of Medicine. 1996;101:605-611. 6. Feldman MD. Sex, AIDS, and the elderly . Archives of Internal Medicine. 1994;154:19-20. 7. Grossman AH. At risk, infected, and invisible: older gay men and HIV/AIDS . Journal of the Association of Nurses in AIDS Care. 1995;6:13-19. 8. Ship JA, Wolff A, Selik RM. Epidemiology of acquired immune deficiency syndrome in persons aged 50 years or older . Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes. 1991;4:84-88. 9. Catania JA, Turner H, Kegeles SM, et al. Older Americans and AIDS: transmission risks and primary prevention research needs . Gerontologist. 1989;29:373-381. 10. Skiest DJ, Keiser P. Human immunodeficiency virus infection in patients older than 50 years. A survey of primary care physicians’ beliefs, practices, and knowledge . Archives of Family Medicine. 1997;6:289-294. 11. Nokes K, ed. HIV/AIDS and the older adult . Washington DC: Taylor & Francis;1996. 12. Ory MG, Zablotsky D. Notes for the future: research, prevention, care, public policy. In MW Riley, MG Ory, D Zablotsky, eds. AIDS In an Aging Society. New York, NY: Springer Publishing; 1989. 13. Senior HIV Intervention Project (SHIP). Contact: Lisa Agate (954) 467-4774. 14. Dill D, Huston W. AIDS education for older adults. Healthpro UIC. 1996;Fall:18-19. Contact: Rita Strombeck, HealthCare Education Associates (760) 323-4032. 15. Rose MA. Effect of an AIDS education program for older adults . Journal of Community Health Nursing. 1996;13:141-148. Contact: Molly Rose (215) 503-7567. Resources: NY HIV Over 50 Task Force Brookdale Center on Aging Hunter College 425 E 25th Street New York, NY 10010 (212) 481-7594.
- Contact: Kathy Nokes [email protected]
American Association of Retired Persons (AARP) Social Outreach and Support (SOS) 601 E Street, NW Washington, DC 20049 (202) 434-2260 http://www.aarp.org National Association on HIV Over Fifty (NAHOF) Midwest AIDS Training & Education Center University of Illinois 808 S. Wood Street m/c 779 Chicago, IL 60612 (312) 996-1426 [email protected] National Institute on Aging https://www.nia.nih.gov/
Prepared by Pamela DeCarlo* and Nathan Linsk, PhD** *CAPS, **National Association on HIV Over 50, Midwest AIDS Training & Education Center September 1997. Fact Sheet #29E
Reproduction of this text is encouraged; however, copies may not be sold, and the Center for AIDS Prevention Studies at the University of California San Franciso should be cited as the source of this information. For additional copies of this and other HIV Prevention Fact Sheets, please call the National AIDS Clearinghouse at 800/458-5231. Comments and questions about this Fact Sheet may be e-mailed to [email protected]. © September 1997, University of California
Mexican immigrants
What are the HIV prevention needs of Mexican immigrants in the US?
Why do Mexicans migrate?
The most common motivation for Mexicans to move to the US is economic, followed by a desire to reunite with spouses, parents or other immediate family, particularly among women and children. However, for some an additional important reason to leave Mexico is the need to find a new social space where they can redefine their sexual and gender identities.1,2 This phenomenon–labeled “sexual migration”–is known to happen among Mexican women and among men who are sexually attracted to other men (MSM). Sexual migration is of particular interest in terms of HIV risk. Contrary to what is often assumed, the population of Mexicans who move to the US is considerably diverse. Mexicans are from cities and rural areas, poor and middle-class, undocumented and legal immigrants, monolingual and bilingual. Some emigrate permanently or come for a short period and then return to Mexico.
Who is at risk for HIV infection?
There are an estimated 3 to 6 million Mexican undocumented residents in the US, and most of them live in California and Texas.3 Many Mexicans frequently travel back and forth over the border. One-fourth of the AIDS cases in Mexico are among persons who have spent prolonged periods in the US.4 AIDS statistics in Mexico report a slight trend toward the “ruralization” of AIDS that might be linked to male migration to the US.5 The limited data on HIV infection in Mexicans living in the US suggests that the groups that have been most greatly affected are MSM, heterosexuals-some of whom have injecting drug user (IDU) partners-and IDUs. Of the US AIDS cases reported in 2000 among persons born in Mexico, 44% were among MSM, 14% among heterosexuals, 9% among IDUs, and 3% among MSM IDUs.6 The cause of transmission was not known for 29% of cases.
What puts them at risk?
Different subgroups of Mexicans living in the US confront different challenges in terms of HIV risk. Among other factors, such challenges depend on 1) how their identities and behaviors (sexual and drug-related) change after moving to the US; 2) their access to health services, appropriate HIV education, and condoms; 3) norms about safe sex and drug use in their new communities; 4) the nature of their relationships with sexual partners in the US and in Mexico; and 5) the degree to which they experience racism, discrimination, and poverty in the US. One study of 374 young Latino MSM in the San Diego/Tijuana region found high rates of HIV: 19% in Tijuana, Mexico and 35% in San Diego, CA.7 In Tijuana, only half had ever received HIV prevention information and less than half had ever been tested for HIV. Young MSM in Tijuana were more likely to report sex with females and injection drug use than young MSM in San Diego. In San Diego, young MSM were more likely to report unprotected sex with men. HIV risk also exists among heterosexual Mexican migrants, especially among male urban day laborers and those working in agriculture. Often these men come without a spouse and are young, lonely, and isolated, making them likely to seek sex. In addition, they often are not well educated, speak little English, and have limited access to healthcare, making it difficult for them to receive HIV prevention messages8. Some of these men engage in sex work, regularly have unprotected sex with female sex workers, or have spouses in Mexico with whom they use no condoms.9 Many married Mexican women, whether they are living in the US or in border towns, or living in Mexico with a spouse who migrates to the US, believe strongly in marital fidelity and have negative beliefs about condom use. In one study, many women acknowledged that men who spend long periods of time away from home are at risk for HIV, but most believed that it did not pertain to their marriages or their spouses.10 Both younger and older women said they did not want to know about any extra-marital affairs their spouses may have had, and did not want to infer infidelity by using condoms.
Does acculturation affect HIV risk?
Research is somewhat contradictory about whether HIV risk increases or decreases as immigrants adopt norms and values of mainstream communities in the US. Some studies argue that acculturation is protective because it promotes individuality, self-esteem and self-empowerment. Others argue that acculturation increases HIV risk because immigrants adopt sexual and drug-related behaviors that were not part of their more conservative, previous worldviews. What is clear is that immigrants change over time in the US, that the changes are complex, and that they have to be taken into account when designing HIV prevention programs for immigrant populations.
What’s being done?
Few HIV prevention programs for Mexican immigrants currently exist, although the number of programs is increasing. In addition, cooperation between the Mexican and American governments in addressing HIV/AIDS has increased. In San Francisco, CA, Hermanos de Luna y Sol has been designed to address the HIV prevention needs of Latin American MSM who have migrated to the US. The program deals with the common history of oppression among Latino gay men, social support, and community and emotional issues around sex and sexuality. This program explicitly ties HIV prevention to other developmental and identity-related needs in ways that contextualize safe sex in the participants’ larger lives. In El Paso, TX, prevention case management services (PCMS) are provided in a large homeless shelter serving undocumented immigrants. PCMS uses a holistic approach to address homelessness, being HIV+, an IDU, a sex worker, or a partner of any of the above. The program concentrates on survival needs first, providing referrals for housing, food banks and medical and mental health treatment. PCMS also locates clinics to give free Pap smears to undocumented women. The Promotoras de Salud Project, sponsored by the Farmworker Justice Fund and Centro de Salud Familiar la Fe, trains farmworker women as health educators or promotoras to provide counseling and education about HIV prevention, care and services in their communities. The promotoras link farmworker women with healthcare facilities, often accompanying the women and interpreting for them. They also provide condoms and emotional support for women using them.
What needs to be done?
Prevention programs for immigrant Mexicans need to contextualize HIV risk in the lives of participants in order to ensure that potential safety measures are relevant and that participants can strategize realistic ways of adopting them. Programs should address the challenges of being a Mexican immigrant living in the US; experiences of racism and homophobia; and barriers that may be imposed by poverty and social marginality. These factors may influence sexual and drug-related behaviors. In addition to prevention programs in US cities with large concentrations of Mexicans, such as Los Angeles, CA and Chicago, IL, border cities such as Ciudad Juárez and Tijuana, Mexico, El Paso, TX, and San Diego, CA are key locations for HIV prevention efforts. Similarly, there is a need for programs focusing on rural areas that attract Mexican migrant workers. Access to basic needs such as healthcare, housing, and jobs, may help reduce HIV risk in Mexican immigrant populations. Culturally-relevant educational and training materials in Spanish, as well as educational programs tailored for the needs of specific subgroups of immigrants, are also needed. HIV surveillance must be improved to understand the scope of HIV among both documented and undocumented immigrants. Because many Mexicans travel back and forth between the US and Mexico, bi-national cooperation is key in addressing these issues. Fostering participation of Mexican immigrants in HIV Prevention Community Planning is key to further identifying effective prevention interventions, and to expanding funding and availability of prevention services for this population.
Says who?
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Reproduction of this text is encouraged; however, copies may not be sold, and the Center for AIDS Prevention Studies at the University of California San Franciso should be cited as the source of this information. For additional copies of this and other HIV Prevention Fact Sheets, please call the National Prevention Information Network at 800/458-5231. Comments and questions about this Fact Sheet may be e-mailed to [email protected]. © April 2003, University of California
Redes sexuales
¿Cómo afectan las redes sexuales a la prevención del VIH/ETS?
¿qué son las redes sexuales?
El comportamiento de riesgo no es suficiente para explicar por qué algunas personas y comunidades (más que otras) siguen infectándose por el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS). Las redes ayudan a explicar cómo dos personas pueden tener la misma conducta riesgosa y sin embargo una puede tener un riesgo mucho mayor de contraer o de transmitir el VIH. Las redes sexuales son grupos de personas interconectadas sexualmente. El número de personas en la red, la centralidad de las personas de alto riesgo, el porcentaje de relaciones monógamas y el número de “enlaces” que cada individuo tiene con los otros, son todos determinantes de la rapidez con la cual el VIH y las ETS pueden ser transmitidas por la red.1 Las redes sexuales son distintas a las redes sociales, aunque muchas veces se traslapan.
¿cómo afectan las redes en la transmisión?
Las diferentes maneras de elección de parejas afectan la rapidez de propagación del VIH y las ETS. Por definición, las personas exclusivamente monógamas no forman parte de ninguna red sexual. Si ambas personas son VIH-negativas, permanecerán así. Los monógamos seriales son personas que terminan una relación antes de pasar a la próxima. Si tienen sexo sin protección, corren más riesgo de contraer el VIH o una ETS que las personas exclusivamente monógamas. El riesgo de las parejas anteriores puede afectar a las parejas posteriores. En las relaciones concurrentes, se tiene más de una pareja sexual en el mismo periodo y se tienen relaciones sexuales con una y otra alternativamente; lo cual aumenta la probabilidad de transmisión, pues las parejas anteriores pueden ser infectadas por las parejas posteriores. Además, las relaciones concurrentes pueden servir como “puntos o nodos” que conectan a todas las personas de la red en una densa agrupación, creando redes ampliamente conectadas que facilitan la transmisión. Las parejas concurrentes también pueden conectar a cada una de sus agrupaciones y redes respectivas. La concurrencia por sí sola puede generar una epidemia aunque el número promedio de parejas sea relativamente reducido. Las dos redes representadas arriba demuestran que no solo importa la conducta de riesgo sino también de la configuración del riesgo. Cada red tiene 8 personas (círculos) interconectadas que forman 9 relaciones. Dos personas tienen 3 parejas cada una, y las otras seis tienen 2 parejas cada una, pero la transmisión será menos eficiente en la red A y la prevención será más difícil en la red B. En la red A, a tan sólo dos pasos de la persona índice, la mitad de los integrantes de la red se pueden infectar mientras que la mitad puede permanecer libre de infección; en la B, a dos pasos todos pueden resultar infectados menos la persona situada al extremo derecho. Para evitar la exposición de la mitad de la población de la red A, es necesario cortar un solo enlace, mientras que en la red B se deberán cortar tres enlaces. En otras palabras, cuando se trata de una epidemia, el destino de las personas depende de la estructura de su red sexual.3
¿cuáles son los conceptos clave?
Número de parejas: Los programas se pueden enfocar en las personas con el mayor número de enlaces en la red. Con respecto al VIH/ETS, esto sugiere que además de promover el uso de condones, los programas deben identificar a las redes con un alto número de parejas desprotegidas. La difusión aleatoria amplifica la transmisión: La infección se propaga con más rapidez cuando la formación de parejas se hace aleatoriamente.4 Cuando las parejas se eligen por compartir ciertas características (como edad, grupo étnico o clase socioeconómica), es posible que la enfermedad no llegue a transmitirse a todos los subgrupos. Cuando la elección se realiza en forma aleatoria o anónima, la enfermedad se puede transmitir más rápidamente entre todos los grupos. Grupos centrales: Los integrantes del grupo central tienen un comportamiento de riesgo alto, contribuyen desproporcionadamente a la transmisión del VIH/ETS y pueden alimentar una transmisión sostenida. Centralidad: El grado de centralidad de una persona VIH+ dentro de la red tiene una influencia profunda sobre las tasas de transmisión en la comunidad. En Colorado Springs, CO, un análisis de redes reveló que las personas VIH+ tenían niveles altos de conducta riesgosa pero se situaban en la periferia de las redes de riesgo.5 Esta configuración de red puede haber explicado los niveles relativamente reducidos del VIH. En contraste, las personas VIH+ en la ciudad de Nueva York, NY ocupaban posiciones centrales dentro de sus redes de uso de jeringas compartidas y de riesgo sexual, lo cual ayudó a explicar los elevados niveles de infección observados entre ellas.6
¿pueden las redes sexuales ayudar a explicar diferencias raciales en las tasas de VIH/ETS?
Sí. Las redes sexuales y la selección de parejas ayudan a explicar las diferencias raciales en las tasas de VIH y ETS. Por ejemplo, aunque no se arriesguen más que los caucásicos los hombres afroamericanos gay y bisexuales, parecen infectarse mucho más rápidamente.7 De la misma manera, los hombres asiáticos gay y bisexuales reportan niveles parecidos de riesgo pero se infectan con menos frecuencia.8 Un estudio nacional demostró que los afroamericanos heterosexuales se infectaban con ETS casi cinco veces más rápidamente que los caucásicos después de controlar los factores de riesgo individuales. Las infecciones transmitidas sexualmente permanecen en las poblaciones afroamericanas porque la elección de parejas se hace en forma más segregada que en otros grupos. Además, los afroamericanos “no centrales” (con pocas parejas sexuales) son más propensos a elegir parejas sexuales “centrales”. En cambio, los caucásicos no centrales tienden a elegir parejas no centrales.9
¿qué intervenciones influyen en las redes?
Notificación de pareja: Muchos departamentos de salud pública han desarrollado técnicas sumamente confidenciales y confiables de notificación de parejas y, mediante el análisis de redes, han aprendido a rastrear “subiendo” por la cadena de transmisión hacia el transmisor en lugar de “bajar” por la cadena hacia las parejas infectadas.10 Esto les permite identificar a los transmisores y remitirlos a servicios de tratamiento y de asesoramiento sobre la prevención del VIH y las ETS. Formulación de mensajes: Además de la promoción del uso de condones y la consejería, se pueden difundir mensajes específicos en los medios de comunicación para fomentar la fragmentación de la red, lo cual se hace promoviendo la monogamia serial (“una pareja la vez”) en lugar de tener parejas concurrentes. Diálogo comunitario: Las organizaciones comunitarias (OC) pueden ser clave para facilitar el diálogo sobre las preguntas difíciles acerca de las redes en la comunidad: ¿Cómo deben las comunidades equilibrar las libertades sexuales de todos (incluyendo las personas de alto riesgo) con la salud y el futuro de la comunidad entera? ¿Qué normas comunitarias y culturales contribuyen a la formación de redes sexuales riesgosas? Las OC también deben distinguir entre los tradicionalmente definidos “grupos de riesgo” y aquellos individuos de más alto riesgo, con el fin de canalizar recursos hacia estos últimos. Lugares que facilitan el intercambio sexual de parejas: En muchos ambientes, la identificación de parejas puede ser imposible. Sin embargo, es posible que al focalizar lugares en donde las redes de alto riesgo se mezclan sexualmente con las de bajo riesgo, los promotores de la prevención del VIH y las ETS puedan reducir la transmisión. Por ejemplo, muchos hombres con sífilis informan haber conocido a parejas en internet y lugares de comercialización sexual.11,12 Los trabajadores de intervenciones contra el VIH y las ETS deben priorizar la colaboración con los gerentes de baños públicos y de clubes sexuales y con los proveedores de servicios de internet para negociar sus papeles respectivos en la promoción de conductas más seguras. En San Francisco, CA, los educadores de SIDA y los propietarios de clubes sexuales establecieron una serie de normas compartidas para reducir las prácticas riesgosas en los clubes.13 En los Países Bajos, el sitio en internetwww.dateguide.nl para hombres gay que buscan pareja proporciona a quien entre al sitio una educación interactiva sobre cómo protegerse en el sexo.14
¿qué queda por hacer?
Al principio de la epidemia, el análisis de redes ayudó a explicar algunos de los aspectos más importantes del SIDA así como sus causas, y puede ser útil todavía en las colaboraciones entre organizaciones, comunidades e investigadores para fomentar la formación de redes sexuales que impidan la transmisión del VIH y las ETS.15 Hace tiempo que se sabe y se entiende que algunos individuos contribuyen mucho más a la transmisión del VIH y las ETS que otros. No darle importancia a este hecho y al papel de las redes sexuales en alimentar la epidemia impide nuestra capacidad para desacelerar la transmisión del VIH y las ETS.
¿quién lo dice?
1. Potterat JJ, Muth SQ, Brody S. Evidence undermining the adequacy of the HIV reproduction number formula. Sexually Transmitted Diseases. 2000;27:644-645. 2. Morris M. Sexual networks and HIV. AIDS. 1997;11:S209-216. 3. Klovdahl AS, Potterat JJ, Woodhouse D, et al. HIV infection in a social network: A progress report. Bulletin de Methodologie Sociologique. 1992;36:24-33. 4. Laumann EO, Gagnon J, Michael R, Michaels S. The Social Organization of Sexuality. Chicago: The University of Chicago Press, 1994. 5. Rothenberg RB, Potterat JJ, Woodhouse DE, et al. Social network dynamics and HIV transmission. AIDS. 1998;12:1529-1536. 6. Friedman SR, Neaigus A, Jose B, et al. Sociometric risk networks and risk for HIV infection. American Journal of Public Health. 1997;87:1289-1296. 7. Centers for Disease Control and Prevention. HIV Incidence Among Young Men Who Have Sex With Men—-Seven U.S. Cities, 1994-2000. Morbidity and Mortality Weekly Report. 2001;50:440-444. 8. Choi KH, Operario D, Gregorich S, et al. Age and race mixing patterns of sexual partnerships among Asian men who have sex with men: implications for HIV transmission and prevention. AIDS Education and Prevention. 2003;15:S53-65. 9. Laumann EO, Youm Y. Racial/ethnic group differences in the prevalence of sexually transmitted diseases in the United States: a network explanation. Sexually Transmitted Diseases. 1999;26:250-61. 10. Ghani AC, Ison CA, Ward H, et al. Sexual partner networks in the transmission of sexually transmitted diseases. An analysis of gonorrhea cases in Sheffield, UK. Sexually Transmitted Diseases. 1996;23:498-503. 11. Klausner JD, Wolf W, Fischer-Ponce L, et al. Tracing a syphilis outbreak through cyberspace. Journal of the American Medical Association. 2000;284: 447-449. 12. Williams LA, Klausner JD, Whittington WL, et al. Elimination and reintroduction of primary and secondary syphilis. American Journal of Public Health. 1999;89:1093-1097. 13. Wohlfeiler D. Structural and environmental HIV prevention for gay and bisexual men. AIDS. 2000;14:S52-S56. 14. Harternik P, van Berkel M, van den Hoek K, et al. e-Dating: a developing field for HIV prevention. Published by the Dutch AIDS Fund. www.dateguide.nl 15. Auerbach DM, Darrow WW, Jaffe HW, et al. Cluster of cases of the acquired immune deficiency syndrome. Patients linked by sexual contact. American Journal of Medicine. 1984;76:487-92.
Preparado por Dan Wohlfeiler*, John Potterat. *UCSF Traducción Rocky Schnaath Septiembre 2003. Hoja Informativa 50S
Utilizando la ciencia
¿Cómo se utiliza la ciencia en la prevención del VIH?
¿es necesaria la ciencia? Sí. Aunque la ciencia de la prevención por si sola no ofrece la respuesta, esta posee algunas piezas críticas del rompecabezas de la prevención. La ciencia en conjunto con la experiencia de algunas agencias en el manejo de clientes además de reforzar el programa sirve de inspiración y guía para hacer un mejor uso de los escasos fondos que enfrentan los programas de prevención. Esta hoja informativa intentará abordar algunos de los elementos básicos que ofrecen las ciencias de la prevención, su significado, y su implicaciones en la práctica. Actualmente, es un requisito usar la ciencia de la prevención en muchas áreas. En 1994, el CDC cambió radicalmente su criterio para designar los programas que serían subsidiados. El CDC recomienda que los Grupos de Planificación Comunitaria (CPGs por sus siglas en Inglés) tomen en cuenta la epidemiología, la evaluación, las teorías científicas del comportamiento, descubrimientos y la metodología en la creación de estos programas.1 La ciencia aplicable a la prevención del VIH puede dividirse en cinco categorías generales: la ciencia de la epidemiología, la ciencia conductual básica, la ciencia básica del cambio conductual, la ciencia de la intervención y la metodología de la evaluación. la epidemiología La epidemiología es el estudio de los casos de infección u otras enfermedades dentro de la población. Nos informa sobre la cantidad de nuevos casos de infección con VIH, la subpoblación afectada, y las que pueden llegar a infectarse. La epidemiología conductual puede indicar la frecuencia de las conductas de riesgo.2 La epidemiología local puede servir de mucho a los planificadores de programas de prevención ya que les permite identificar la comunidad y las conductas de riesgo que necesitan ser tratadas. Esto a su vez puede ser muy útil para hacer mejor uso de los recursos limitados. El departamento de salud y el CDC pueden ayudar recopilando datos de los diferentes grupos poblacionales.3 la ciencia conductual básica Los elementos básicos de esta ciencia exploran la influencia que los factores sociales, culturales y conductuales ejercen sobre las personas. Esto nos permite entender el porque las personas se exponen al riesgo y porque sigue en aumento la cantidad de infectados con VIH. El estudio de la sexualidad es un elemento clave que ayuda a entender los cambios en las conductas riesgo con relación al sexo y facilita la tarea del diseño del programa.4 No señala exactamente lo que habrá de hacerse, sino que sugiere diferentes formas de pensar en cuanto a los elementos que el programa debe tener. Por ejemplo, recientemente se descubrió una estrecha relación entre el abuso sexual a temprana edad y las conductas de riesgo en la adultez.5 Con estos antecedentes, los planificadores del programa pueden agregar preguntas sobre abuso sexual a temprana edad para asesorar las necesidades del caso. Se puede también agregar un segmento sobre abuso infantil a las intervenciones con sesiones educativas múltiples o crear programas para los que fueron abusados y/o capacitar al personal sobre el tema del abuso sexual. la ciencia de los cambios de conducta La teoría del cambio conductual nos brinda un marco de ideas sobre como y por que ocurren estos cambios de conducta que exponen a las personas a riesgo de contraer el VIH. Para lograr mantener unidos cada uno de los componentes del modelo al diseñar una intervención puede ayudar usar las Teorías de cambio conductual.6 Por ejemplo, la teoría de Paulo Freire sobre la Educación Popular propone que el alumno y el maestro aprendan el uno del otro.7 Si se usa esta teoría, un programa puede reemplazar las lecturas por discusiones de grupo. De esta forma la intervención se hace más fuerte puesto que las personas adquieren por si mismas el poder o la responsabilidad que les permitirá cambiar el ambiente que les rodea. la ciencia de la intervención La ciencia de la intervención analiza los componentes más eficaces del programa e identifica los programas que han logrado un cambio en ciertas poblaciones. Por ejemplo, en un estudio reciente, las personas que estaban a mayor riesgo no asistieron a los talleres de sexo seguro. Un programa para hombres gay/bisexuales de Portland, OR, hizo su campaña en bares, organizando eventos comunitarios y reuniones en casas, y ofreciendo talleres de sexo seguro. Mientras la mayoría de los hombres asistió a la mayor parte de las actividades, pocos asistieron a los talleres.8 El estudio científico del programa indicó que la mayoría de los hombres atraídos por el programa eran jóvenes los que presentaban mayor riesgo o los hombres que reportaron sexo anal sin protección.8 Las intervenciones que intentan trabajar con poblaciones de alto riesgo pueden obtener la atención de esta audiencia con un programa a nivel comunitario intensivo, innnovador, que ofrezca actividades sociales y consejería, con una estructura no complicada. la metodología de la evaluación La evaluación estimula el pensamiento crítico en el proceso del diseño de la intervención y no necesariamente debe ocurrir al final de la intervención. Una buena evaluación genera información acerca de las necesidades que tiene el grupo a ser intervenido, el tipo de servicios necesarios, el impacto del programa y los resultados del mismo. Esto a la vez que permite conocer la opinión del cliente, les brinda la oportunidad a los proveedores del servicio de ajustar el programa para aumentar su efectividad.9 Por ejemplo, el Centro de Salud Tri-City de Fremont, CA, encuestó a jóvenes de la calle para evaluar la efectividad del programa en cuanto a los talleres educativos y a la forma de atraer a los necesitados. En base a la opinión de los jóvenes, el Tri-City reemplazó los talleres con horas establecidas por un servicio disponible a cualquier hora. Este nuevo servicio ofreció educación sobre VIH, apoyo en áreas tales como la deserción escolar, el desempleo, el abuso de drogas, las relaciones abusivas y como vivir con el VIH.10 ¿cómo se obtiene el acceso a la ciencia? No se requiere un nivel de educación avanzado para comprender la ciencia de la prevención. Existen algunas organizaciones que interpretan y resumen los resultados de la investigación a un lenguaje claro y conciso. La función de los CPGs es la de incorporar la ciencia de la prevención en todos sus planes, los cuales están disponibles a través de los departamentos de salud estatales y locales.11 Las universidades locales son un excelente punto de contacto en cuanto a la asistencia con las investigaciones.12 Pertenecer a listas de envío por correo y a Boletines Informativos especializados en las ciencias de la prevención puede ser un recurso invaluable.13 ¿qué queda por hacer? Estrechar aún más los esfuerzos de los investigadores y de los proveedores de servicio: 1) Los investigadores deben compartir datos reveladores con los CBO locales, con el CDC y con el departamento de salud pública. También es necesario ejercer una participación activa en los CPG. 2) Los CBO locales deben ser más agresivos y pro-activos haciendo uso de la información que existe fuera de las agencias. 3) Los departamentos de salud pública estatales y el CDC deben reconocer y poner en práctica su papel de traductores de esta ciencia. 4) Los Institutos Nacionales de Salud, el CDC y las Fundaciones Privadas deberán integrar la ciencia en los programas de prevención y proveer los fondos para este fin.14 El uso de la ciencia en la aplicación del servicio es un campo especializado. La mayoría de los investigadores no están capacitados para aplicar sus proyectos de investigación en el mundo real. Así como la mayoría de los proveedores de servicio no están capacitados para aplicar los métodos de investigación. Un programa de prevención completo utiliza muchos elementos para proteger del VIH a la mayor cantidad de personas posible. Si logramos acortar la distancia entre la ciencia y la práctica de la prevención , nos aseguraríamos que nuestros esfuerzos no van a ser en vano y haremos la diferencia en la lucha contra el VIH.
¿quién lo dice? 1. Valdiserri RO, Aultman TV, Curran JW. Community planning: a national strategy to improve HIV prevention programs. Journal of Community Health. 1995;20:87-100. 2. Rothman KJ. Modern Epidemiology. Boston, MA: Little, Brown and Company; 1986. 3. Si desea encontrar información con datos epidemiológicos los puede encontrar por estado y por ciudad (ciertas) en la internet: http://hivinsite.ucsf.edu/InSite?page=li-12-01#S2X 4. Kelly JA, Kalichman SC. Increased attention to human sexuality can improve HIV-AIDS prevention efforts: key research issues and directions. Journal of Consulting and Clinical Psychology. 1995;63:907-918. 5. Jinich S, Stall R, Acree M, et al. Childhood sexual abuse predicts HIV risk sexual behavior in adult gay and bisexual men. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver, BC. 1996. Abstract Mo.D.1718. 6. Valdiserri RO, West GR, Moore M, et al. Structuring HIV prevention service delivery systems on the basis of social science theory. Journal of Community Health. 1992;17:259-269. 7. Wallerstein N. Powerlessness, empowerment, and health: implications for health promotion programs. American Journal of Health Promotion. 1992;6:197-205. 8. Hoff CC, Kegeles S., Acree M, et al. Gay men at highest risk are best reached through outreach in bars and community events. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver, BC. 1996. Abstract Tu.D.360. 9. San Francisco HIV Prevention Plan. Report prepared by the San Francisco HIV Prevention Planning Council and the Department of Public Health AIDS Office. 1996. 10. Carver LJ, Harper GW. Responding to the HIV prevention needs of suburban street youth. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver, BC. 1996. Abstract Th.D.4921. 11. Para mayor información sobre su Grupo Comunitario local o estatal, póngase en contacto con Lynne Greabell de NASTAD (202) 434-8090. 12. Un directorio de universidades está disponible en la internet en: https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_state_and_territorial_universities_in_the_United_States
- CDC (800) 458-5231 (www.cdc.gov/nchstp/hiv_aids/dhap.htm)
- American Psychological Association (202) 336-6042
- National Minority AIDS Council (202) 483-6622
- National Association of People With AIDS (202) 898-0414
- Academy for Educational Development (202) 884-8700
- National Alliance of State and Territorial AIDS Directors (202) 434-8090
- Council of State & Territorial Epidemiologist (770) 458-3811
- The US Conference of Mayors (202) 293-7330
- GMHC Education Department (212) 807-7517 (www.gmhc.org)
- UCSF Center for AIDS Prevention Studies https://prevention.ucsf.edu/
- Rural Prevention Center (812) 855-1718 https://rcap.indiana.edu/
14. Goldstein E, Wrubel J, Faigeles B, et al. Is research important for non-governmental organizations in the United States? Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver, BC. 1996. Abstract Th.C.4779.
Preparado por Pamela DeCarlo y Ellen Goldstein, Traducción Romy Benard-Rodríguez Septiembre 1997. Hoja Informativa 25S.