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Sordos

¿Qué necesítan los sordos en la prevención del VIH?

¿están a riesgo de contraer el VIH?

Si. Se estima que en los EEUU existen de 7,000 a 26,000 personas carentes del sentido auditivo infectadas con el VIH.1 Sin embargo, los Centros para el Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en Inglés) actualmente no recopilan información acerca de los que padecen de sordera y VIH o SIDA. Maryland fue el primer estado en incluir preguntas relacionadas con el sentido auditivo en el área de consejería y al realizar pruebas de detección. En Maryland, el 4.3% de la población sorda padecen de la infección con VIH.2 Existen cerca de dos millones de personas que no pueden oir, y una de cada 10 Norteamericanos padecen de problemas auditivos. Las personas que carecen del sentido auditivo han luchado por mucho tiempo por obtener igualdad en acceso a servicios sociales y médicos, educación y empleos. Actualmente en los EEUU, existe poca información sobre VIH y sordera, pocos servicios de prevención o tratamiento, y escasa investigación para los sordos.3

¿cuáles son los factores de riesgo?

Existen altos índices de abuso de substancias en la communidad sorda. Una de cada siete personas (1 de 7) que no oyen tiene una historia de abuso de sustancias versus una de cada diez (1 de 10) reportada por la población sin problemas auditivos.3 El abuso de las sustancias puede ser un factor de riesgo para contraer el VIH ya que reduce la inhibición y altera el juicio, lo cual puede conducir a conductas sexuales poco seguras. Compartir el equipo de inyección es otro de los riesgos de transmisión del VIH. Existe muy poca educación sobre el VIH o sobre sexualidad en las escuelas para sordos, especialmente en escuelas para adolescentes. Debido a esto, las personas sordas poseen un menor conocimiento y están menos concientes de los riesgos de transmisión del VIH, tratamiento y prevención. Si los niños sordos no aprenden sobre el VIH u otras enfermedades de transmisión sexual, no van a tener el vocabulario adecuado para hablar del tema entre ellos. Un estudio entre estudiantes de una escuela para sordos descubrió que los adolescentes del 9 al 12 grado tenían un conocimiento extremadamente limitado sobre el SIDA. Los estudiantes solamente acertaron 8 de la 35 preguntas básicas sobre SIDA.4 Los hombres sordos que tienen sexo con hombres pueden sufrir discriminación dentro de la comunidad de sordos. Por este motivo, los hombres sordos que tienen sexo con hombres esconden a menudo su identidad y pueden llegar a presentar comportamientos sexuales furtivos, anónimos y de mucho riesgo. Muchos hombres sordos que tienen sexo con hombres también desean tener relaciones con hombres no sordos, lo cual dificulta aún mas la comunicación sobre la práctica segura del sexo.3 Se ha descubierto que los niños discapacitados, incluyendo a niños sordos, están a mayor riesgo de sufrir abuso sexual tanto en la escuela como en el hogar. En un estudio a niños sordos y no sordos de un instituto de lenguaje se descubrió que el 54% de los varones sordos reportó abuso, comparado con el 10% reportado por los no-sordos. Las niñas sordas reportaron índices de abuso del 50% comparado con el 25% reportado por las niñas no sordas. El abuso sexual a temprana edad es un fuerte indicador de los comportamientos sexuales de alto riesgo, del abuso de sustancias, e infección con VIH en la edad adulta.6

¿cuáles son las barreras en la prevención?

Para la mayoría de las personas sordas en los EEUU, el Lenguaje Americano de Signos (ASL) es su primer idioma, Inglés o Español el segundo. El ASL es un lenguaje complejo de gestos y señales con su propia gramática y sintaxis. La única forma de comunicarse en ASL es cara a cara. El material escrito sobre VIH en ASL Gráfico disponible es escaso. Aunque algunas personas sordas pueden leer material escrito tales como los panfletos utilizados en la prevención del VIH, para algunas personas sordas con un nivel de Inglés o Español limitado, estos panfletos son ineficaces.7 La comunidad sorda es un grupo muy unido, esto a veces significa que así como se recibe un fuerte apoyo a veces lo que se recibe es una fuerte condena. La privacidad es muy importante en esta comunidad donde las noticias vuelan muy rápido. Muchas personas sordas prefieren ir solas a hacerse la prueba de detección del VIH y a recibir consejería totalmente oral ya que traer a un intérprete o ir a una clínica para sordos pone a riesgo su privacidad aunque también a la misma vez exponen la comunicación y la comprensión.8 El hacerse la prueba usando un equipo casero de detección del VIH tampoco ofrece la solución al problema de la privacidad ya que estas personas necesitan a un intérprete por medio del teléfono o a través de un intermediario para conocer los resultados.

¿qué puede ayudar en la prevención?

Conocer las áreas mas fuertes de esta comunidad puede ser muy útil en los esfuerzos de prevención. El hecho de que esta comunidad sea tan unida significa que existe un mayor grado de intimidad física y emociónal. La naturaleza visual del ASL requiere tratar temas como el sexo y el uso de las drogas abiertamente y con mucha franqueza. Cuando estos temas salen a la luz, las personas sordas a menudo se sienten mas cómodas al hablar del los temas, logrando al unísono un mayor entendimiento y una mejor negociación en cuanto al comportamiento seguro.8 Las instituciones para sordos deben tratar temas que tradicionalmente han estado tapados o que han sido tabú en esta comunidad, tales como el abuso de la drogas y el alcohol, el abuso sexual a temprana edad y la homofobia. En 1998, la Línea Nacional del SIDA del CDC envió más de un millar de cartas a escuelas estatales para sordos ofreciendo programas educacionales sobre SIDA para estudiantes sordos o con problemas auditivos. De éstas solamente 3 escuelas respondieron.:7

¿qué se está haciendo?

Un programa creado por el Centro de Salud Mental de la Universidad Gallaudet ofrece entrenamiento sobre VIH/SIDA a profesionales de salud mental que trabajan con la comunidad sorda, utilizando videos con subtítulos o leyendas, dibujos, actividades de grupo y modelos sobre como el VIH se adhiere a las células.9 En París, Francia, la Unidad Móvil de Prevención de SIDA (EMIPS) utilizó una variedad de programas para llevar el mensaje a los adolescentes sordos dentro y fuera de las escuelas para sordos. Un joven educador sordo visitó escuelas para sordos y presentó una intervención en lenguaje por señas. El programa creó varias anuncios públicos exponiendo las falsas creencias del riesgo que envuelve al VIH. El programa también abrió una clínica que no requiere de cita previa en la que el Doctor(a) se comunica por medio del lenguaje por señas. Sin embargo, la clínica no estuvo muy concurrida ya que estaba demasiado identificada con el SIDA. Cuando el programa abrió un centro de detección de VIH dentro de una clínica general se obtuvo mayor éxito.10 En Minnesota, el programa para personas que carecen o tienen dificultades auditivas que dependen de sustancias químicas y otras drogas ofrecen tratamiento para los adictos al alcohol y otras drogas en los EEUU y Canadá. El personal está capacitado específicamente para tratar a personas con problemas auditivos parcial o total y en tratar el abuso de sustancias, además, han desarrollado métodos terapeúticos sin problemas de comunicación. Por otra parte, el programa ofrece entrenamiento a estudiantes y profesionales que trabajan con personas sordas, tienen además un centro de recursos para diseminar material y proveen fondos para intérpretes que asisten a reuniones de AA/NA (Alcohólicos Anónimos/Narcóticos Anónimos).11

¿qué queda por hacer?

Crear material educativo y buscar la forma de llegar a esta comunidad, no solo alrededor del tema del VIH o del SIDA también sobre temas tan amplios como la salud sexual y el uso de sustancias psicotrópicas. Las escuelas para sordos necesitan ofrecer educación sobre sexualidad y sobre el uso de sustancias y proveer consejería a niños y adolescentes que hayan experimentado abuso. Los programas para sordos deben tratar temas específicos de esta comunidad, tales como negociar el sexo seguro con una pareja no sorda, abogar por los servicios del cuidado de salud y derribar las barreras que impiden tratar el problema del abuso sexual y abuso de drogas. Los programas de prevención de VIH para personas sordas deben ser lo mas claro y visuales posibles. Los programas no deben ser diseñados a manera de presentación sólamente, deben además dedicar mayor tiempo a debatir el tema, incorporar actividades físicas, fotos, muñecos, manuales gráficos en ASL y videos con subtítulos.12 Para poder llegar a las comunidades de sordos tanto investigadores como proveedores de servicios deben aprovechar los avances tecnológicos tales como los videos interactivos y la internet.13 Si bien es cierto que ya se han hecho esfuerzos a todo nivel para educar a la comunidad sorda sobre el tema del VIH/SIDA, todavía existen discrepancias sobre el tipo de información crucial que debe recibir la población que realmente lo necesita. Cada estado al igual que el CDC necesita añadir preguntas sobre discapacidades al recaudar datos estadísticos para poder determinar el alcance de la epidemia en la población sorda. Se necesitan más programas que ayuden a desarrollar un mayor conocimiento y disipar los mitos acerca de la transmisión del VIH y las conductas de riesgo de las personas sordas. Los pocos programas populares que existen deben ser evaluados y replicados en toda la nación.


¿quién lo dice?

1. Friess S. Silence = Deaf . Poz Magazine. April 1998. p.60-63. 2. Personal communication. Department of Health and Mental Hygiene, State of Maryland. 1999. 3. Peinkoffer JR. HIV education for the deaf, a vulnerable minority . Public Health Reports. 1994;109:390-396. 4. Baker-Duncan N, Dancer J, Gentry B, et al. Deaf adolescents’ knowledge of AIDS. Grade and gender effects . American Annals of the Deaf. 1997;142:368-372. 5. Sullivan PM, Vernon M, Scanlan JH. Sexual abuse of deaf youth . American Annals of the Deaf. 1987;132:256-262. 6. Johnsen L, Harlow L. Childhood sexual abuse linked with adult substance use, victimization, and AIDS-risk . AIDS Education and Prevention. 1996;80:44-57. 7. Campbell D. AIDS and the deaf community. ADVANCE for Speech-Language Pathologists & Audiologists. April 26, 1999; p.10-11. 8. Morrone JJ. Peer education and the deaf community. Journal of American College Health. 1993;41:264-266. 9. Sleek S. HIV/AIDS education efforts have missed deaf community. American Psychological Association Monitor. 1999. 10. Grivois L, Houette A. Outreach programs towards deaf people targeting prevention of AIDS. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver, Canada. June 1996. Abst. #MoD240. 11. Program celebrates ten years. Steps to Recovery. Published by the Minnesota Chemical Dependency Program for Deaf and Hard of Hearing Individuals. Spring/Summer 1999. 12. Gaskins S. Special population: HIV/AIDS among the deaf and hard of hearing. Journal of the Association of Nurses in AIDS Care. 1999;10:75-78. 13. Lipton DS, Goldstein M, Wellington Fahnbulleh F, et al. The interactive video-questionnaire: a new technology for interviewing deaf persons . American Annals of the Deaf. 1999;141:370-378.

Recursos:

Línea Nacional del SIDA de los CDC, Servicio Para Sordos Y Personas Con Dificultad En Oír American Sexual Health Association https://www.ashasexualhealth.org/ 


PREPARADO POR BRYAN DETERMAN** NATASHA KORDUS** Y PAMELA DECARLO*** *CLINICA MONTROSE, HOUSTON, TX, **ESCUELA PARA SORDOS DE CALIFORNIA,***CAPS Agosto 2000. Hoja Informativa 36S.

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Abuso sexual infantil

¿Cuál es el efecto del abuso sexual infantil en la prevención del VIH?

¿qué es el abuso sexual infantil?

El abuso sexual infantil (ASI) tiene muchas definiciones, pero en esta hoja informativa nos referimos al contacto corporal no deseado antes de los 18 años, que es la edad en que se considera que una persona puede dar su consentimiento para tener contacto sexual. El ASI es una experiencia dolorosa a muchos niveles que puede tener, posteriormente, efectos profundos y devastadores en el desarrollo psicológico, psicosocial y emocional. Las experiencias de ASI pueden variar respecto a: duración (varios incidentes con el mismo agresor), grado de fuerza/coerción o grado de intrusión física (desde una caricia, a la penetración digital o al sexo oral, anal o vaginal intentado o consumado). La identidad del agresor/a (que podría ser un desconocido, una persona de confianza o un familiar) también puede influir en las consecuencias a largo plazo para las víctimas. Lo que distingue el ASI de la experimentación sexual exploratoria es el contacto indeseado o forzado o la clara desproporción de poder; comúnmente, se determina como agresor/a alguien que resulte por lo menos 5 años mayor que la víctima. El número de abusos sexuales infantiles excede el número de casos reportados a las autoridades.1 Se calcula que la prevalencia del ASI en EE.UU. es del 33% entre chicas menores de 18 años y del 10% entre chicos menores de 18 años.2 Los hombres son considerablemente menos propensos a reportar un incidente de ASI que las mujeres.3 La probabilidad de que el ASI ocurra aumenta en familias que sufren mucha tensión. Los niños están en riesgo de ser abusados sexualmente en familias que padecen estrés, pobreza, violencia y consumo de alcohol o drogas y cuyos padres y parientes tienen antecedentes de ASI.

¿afecta el riesgo de contraer el VIH?

Sí. Ya que la niñez y el comienzo de la adolescencia son etapas críticas del desarrollo sexual, social y personal, el ASI puede distorsionar la autoimagen física, mental y sexual de las víctimas. Estas distorsiones, junto con los mecanismos de defensa adoptados para compensar el trauma del ASI, pueden conducir a sus sobrevivientes a prácticas de alto riesgo en el sexo y al consumir drogas, las cuales aumentan sus probabilidades de contraer el VIH.4 Quienes han sufrido el ASI pueden sentirse sin poder respecto a su sexualidad, la comunicación sexual y la toma de decisiones en la edad adulta, pues no tuvieron la oportunidad de tomar decisiones propias sobre su sexualidad durante su niñez o adolescencia. Consecuentemente, es posible que estas personas participen en prácticas sexuales de alto riesgo, sean incapaces de rechazar a una pareja sexual agresiva y sientan menos satisfacción sexual en sus relaciones. Los sobrevivientes del ASI pueden disociarse de sus sentimientos y tener dificultades para formar lazos afectivos y relaciones a largo plazo, por lo cual llegan a tener varias parejas sexuales, “aventuras de una sola noche” y relaciones sexuales cortas. Los adultos que perciben algún aspecto positivo de su propio ASI (por ejemplo, la atención que recibieron) pueden usar el sexo como una manera de consolarse o reconfortarse, una conducta que puede llevar a la promiscuidad y a patrones sexuales compulsivos.5 El ASI puede tener efectos diferentes en hombres y en mujeres. Las mujeres sobrevivientes del ASI pueden usar condones con menos frecuencia, ser menos eficaces para establecer el uso de condones con sus parejas sexuales, demostrar más pasividad sexual y atraer o sentirse atraída a parejas exageradamente controladoras.6 Los hombres que sobreviven al ASI pueden sentir un mayor grado de erotismo, exhibir una conducta agresiva y hostil y agredir a otros.7 Los adultos con historial de ASI pueden valerse de la disociación y de otros mecanismos para evitar los pensamientos, emociones y recuerdos negativos asociados con el abuso. Uno de los métodos más comunes de disociación es el abuso del alcohol y drogas. Un estudio de hombres y mujeres con antecedentes de alcoholismo y drogadicción encontró que el 34% fueron víctimas del ASI. En comparación con otros consumidores de alcohol o drogas que no fueron víctimas, los sobrevivientes del ASI con problemas de alcohol o drogas tenían más probabilidades de tener sexo por dinero o drogas, de tener una pareja VIH + o de alto riesgo y de no usar condón durante el sexo.8 La revictimización sexual también puede influir en la conducta sexual de alto riesgo. Un estudio de mujeres afroamericanas y caucásicas encontró que las sobrevivientes del ASI revictimizadas ya siendo adultas tuvieron más embarazos indeseados, abortos terapéuticos, enfermedades de transmisión sexual (ETS) y prácticas sexuales de alto riesgo que quienes sólo fueron abusadas sexualmente en la niñez.9

¿qué se está haciendo al respecto?

Existen muchos recursos para quienes sobreviven el ASI, pero escasean los programas que aumenten el bienestar psicológico y reduzcan las prácticas riesgosas relacionadas con el VIH en el sexo y en el uso de drogas. La mayoría de estos programas se enfocan en la mujer; los programas destinados a los sobrevivientes masculinos son aun más escasos. Good-Touch/Bad-Touch es una intervención integral de prevención del abuso infantil diseñada para los niños de preescolar y kindergarten hasta los del sexto año de primaria. El programa utiliza una variedad de materiales para enseñar a los niños métodos de prevención que incluyen las reglas de la seguridad corporal, en qué consiste el abuso y qué hacer si se sienten amenazados.10 En una clínica para víctimas del ASI, el Children’s Medical Center en Dallas, TX, ofrece prevención del VIH/ETS para jovencitas víctimas del abuso sexual. Las adolescentes entre 12 y 16 años reciben una evaluación individual y educación personalizada de una consejera de VIH/ ETS especializada en las necesidades de las jóvenes. La provisión de consejería sensible y cercana al momento en que se reconoce el abuso, puede ser un buen método de educación preventiva.11 En la Universidad de Stanford, CA, una intervención de terapia grupal sobre el trauma busca reducir las conductas de riesgo del VIH y la revictimización entre mujeres adultas sobrevivientes al ASI. Los grupos se centran en los recuerdos que las sobrevivientes tienen del ASI para ver si éstos les ayudan a aumentar conductas más seguras y a reducir el estrés. Las mujeres también reciben servicios de manejo de casos.12 El Visiting Nurse Service de Nueva York ofrece servicios integrales a domicilio para familias infectadas con el VIH. Los niños de estas familias corren un alto riesgo de repetir las historias y conductas de sus padres, incluyendo la adquisición del virus, el abuso de drogas o alcohol, el abuso sexual y la enfermedad mental. El programa proporciona intervenciones realizadas en el hogar que incluyen terapia del juego, educación en salud y protección sexual, consejería familiar e individual, prevención de recaídas para los padres y concientización y prevención del uso de drogas para los hijos. Al ayudar al niño a afrontar el enojo y resentimiento que sienta hacia el padre, es menos probable que dirija ese enojo hacia sí mismo y que termine repitiendo la conducta de los padres. Para romper el ciclo del VIH y del abuso en estas familias, es fundamental apoyar a cada uno de los miembros de la familia.13 En la Universidad de California, Los Ángeles, y en la Universidad King-Drew, CA, una intervención psicoeducativa pretende incrementar las conductas sanas y disminuir las prácticas de riesgo del VIH en mujeres VIH+ con antecedentes de ASI. Las mujeres aprenden técnicas de comunicación y de resolución de problemas y vinculan sus experiencias de ASI con riesgos pasados y actuales.14

¿qué queda por hacer?

Aunque abordar el ASI parezca una tarea de enormes proporciones para muchos programas de prevención del VIH, existe una variedad de métodos utilizables para tratar el tema del ASI en adultos. Los programas pueden: incorporar preguntas sobre el abuso en la evaluación inicial de todos los clientes, hacer reevaluaciones periódicas, brindarles información básica sobre los efectos del ASI y remitirlos a programas de tratamiento de abuso de drogas y alcohol así como a servicios de salud mental. El personal de prevención del VIH necesita capacitación básica y apoyo para ayudar a sobrellevar los efectos de la consejería sobre el ASI y su prevalencia relativamente alta en ciertas poblaciones.15 El personal que probablemente tenga contacto con sobrevivientes del ASI como serían los profesionales médicos, consejeros religiosos, de pares, de abuso de drogas y de víctimas de violación, así como los policías para los delincuentes en libertad condicional, debe ser orientado de los efectos del ASI sobre las prácticas de riesgo en el sexo y en el uso de drogas. Estas personas también necesitan capacitación para reconocer los síntomas del ASI, afrontar la situación y remitir adecuadamente a los servicios de tratamiento existentes. Los profesionales deben mirar más allá de los síntomas del ASI e indagar sobre otras experiencias que tal vez fueron problemáticas durante la niñez. Muchas veces, los sobrevivientes del ASI son obligados a sufrir otras formas de abuso y un ambiente familiar disfuncional. Un ambiente familiar problemático puede crear condiciones favorables para el abuso y dejar al sobreviviente con poco apoyo para sobrellevar la experiencia. Preparado por Gail Wyatt PhD, Tamra Loeb PhD, Inna Rivkin PhD, Jennifer Carmona PhD, Dorothy Chin PhD, John Williams MD, Hector Myers PhD, Douglas Longshore PhD and Charlotte Sykora PhD. UCLA Women’s Health Project. Traducción: Rocky Schnaath. September 2003. Fact Sheet #52S

¿quien lo dice?

1. Green AH. Overview of child sexual abuse. In SJ Kaplan (ed.), Family violence: A clinical and legal guide. Washington, DC: American Psychiatric Press. 1996;73-104. 2. Finkelhor D. The international epidemiology of child sexual abuse. Child Abuse & Neglect. 1994;18:409-417. 3. Roesler TA, McKenzie N. Effects of childhood trauma on psychological functioning in adults sexually abused as children. Journal of Nervous and Mental Disease. 1994;182:145-150. 4. Prillo KM, Freeman RC, Collier C, et al. Association between early sexual abuse and adult HIV-risky behaviors among community-recruited women. Child Abuse & Neglect. 2001;25:335-346. 5. Paul, J. Understanding childhood sexual abuse as a predictor of sexual risk-taking among men who have sex with men: The Urban Men’s Health Study. Child Abuse & Neglect. 200;125:557-584. 6. Watkins B, Bentovim A. The sexual abuse of male children and adolescents: a review of current research. Journal of Child Psychology & Psychiatry & Allied Disciplines. 1992;33:197–248. 7. Wyatt GE, Guthrie D, Notgrass CM. Differential effects of women’s child sexual abuse and subsequent revictimization. Journal of Consulting and Clinical Psychology. 1992;60:167-173. 8. Morrill AC, Kasten L, Urato M et al. Abuse, addiction and depression as pathways to sexual risk in women and men with a history of substance use. Journal of Substance Abuse. 2001;13:169-184. 9. Wyatt GE, Myers HF, Williams JK, et al. Does a history of trauma contribute to HIV risk for women of color? Implications for prevention and policy. American Journal of Public Health. 2002;92:1-7. 10. Harvey P, Forehand R, Brown C, et al. The prevention of sexual abuse: Examination of the effectiveness of a program with kindergarten-age children. Behavior Therapy. 1988;19:429-435. 11. Squires J, Persaud DI, Graper JK. HIV and STD prevention counseling for adolescent girls seen in a child abuse clinic. Presented at the 14th International AIDS Conference, Barcelona, Spain. 2002. Abst # TuPeF5249. 12. Group Interventions to Prevent HIV in High Risk Women.www.med.stanford.edu/school/ Psychiatry/PSTreatLab/TraumaStudy.html 13. Mills R, Samuels KD, Bob-Semple N, et al. Breakin the cycle: multigenerational dysfunction in families affected with HIV/AIDS. Presented at the 14th International AIDS Conference, Barcelona, Spain. 2002. Abst #. ThPeE7828. 14. Wyatt GE, Myers H, Longshore D, et al. Examining the effects of trauma on HIV risk reduction: the women’s health intervention. Presented at the International Conference on AIDS, Barcelona, Spain. 2002. Abst# WePeF6853. 15. Paul JP. Coerced childhood sexual episodes and adult HIV prevention. FOCUS. 2003;18:1-4.
Special thanks to the following reviewers of this Fact Sheet: Ruth Kelley, Jay Paul, Elizabeth Radhert.
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Niveles de prevención

¿Cómo opera la prevención del VIH a diferentes niveles?

¿qué queremos decir con niveles?

La prevención del VIH no depende exclusivamente de lograr cambios en la conducta individual. Hay muchos otros factores que influyen en la transmisión del VIH como las relaciones entre familiares, entre amistades, los valores comunitarios, el acceso a servicios médicos y las leyes locales. Trabajar a diferentes niveles significa responder a todos estos factores por medio de estrategias múltiples: individual, de pareja/familia, comunitaria, médica y legal.1 En EE. UU. los programas de prevención del VIH para usuarios de drogas inyectables (UDI) han incluido intervenciones a muchos niveles: campañas intensivas de educación para UDI en la calle, tratamiento para dejar las drogas, intercambio de jeringas, empoderamiento comunitario y programas de apego (adherencia) para UDI VIH+. Las localidades que cuentan con estos servicios tienen tasas estables de infección por VIH entre los UDI.2 Los esfuerzos de prevención a varios niveles han invertido el curso de las epidemias del VIH en Uganda y Tailandia. También han evitado una epidemia en Senegal, en donde los programas preventivos a nivel individual (consejería y pruebas del VIH), comunitario (información en las escuelas, promoción del uso de condones entre trabajadores sexuales), médico (tratamiento de enfermedades de transmisión sexual, ETS) y estructural/político (movilización de dirigentes religiosos y políticos para hablar abiertamente sobre el VIH) han mantenido una de las tasas más bajas de infección por VIH en el África subsahariana.3

nivel individual

Muchos programas de prevención ayudan a los individuos a cambiar sus conductas riesgosas. El Proyecto EXPLORE fue un ensayo aleatorio de consejería individual para hombres que tienen sexo con hombres. EXPLORE reconoció que los factores individuales, interpersonales y situacionales asociados con el riesgo son diferentes para diferentes hombres. El programa individualizó la intervención adaptando los diez módulos de consejería motivacional para evaluar la conducta de riesgo, aumentar la comunicación sexual, entender el consumo de drogas y alcohol e identificar las situaciones que provocan el sexo desprotegido.4 El Proyecto RESPECT fue un ensayo aleatorio de consejería del VIH realizado en clínicas de ETS en cinco ciudades estadounidenses con alta seroprevalencia del VIH. El programa evaluó la eficacia de la consejería interactiva en comparación con los mensajes informativos para reducir las prácticas de riesgo y evitar el VIH y otras ETS. El programa descubrió relativamente poca diferencia entre las intervenciones de 2 y las de 4 sesiones de consejería interactiva, pero encontró tasas más bajas de ETS entre los grupos que recibieron consejería interactiva en comparación con otros grupos que sólo recibieron información. Todos los grupos reportaron un aumento en el uso de condones y quienes recibieron consejería interactiva mostraron notablemente tener una mayor protección.5

nivel de pareja/familiar

El Visiting Nurse Service de Nueva York ofrece servicios integrales a domicilio para familias afectadas por el VIH, las drogas, el alcohol, el abuso sexual y la enfermedad mental. Los niños de estas familias están en alto riesgo de repetir las historias y conductas de sus padres. El programa les ofrece intervenciones a domicilio que incluyen terapia del juego, educación sobre la salud y el sexo protegido, consejería familiar e individual, prevención de recaídas para los padres e información y prevención del consumo de drogas para los niños. Al ayudarles a afrontar sus sentimientos de ira y resentimiento hacia sus padres se reduce la probabilidad de que los niños dirijan la ira hacia sí mismos y repitan la conducta de sus padres. La clave para romper el ciclo de disfunción en estas familias es brindarle apoyo a cada miembro de la familia.6 Las intervenciones que promueven conductas con mayor protección sexual para ambos miembros de la pareja también pueden ser importantes. El Proyecto Connect fue una intervención basada en la relación heterosexual de pareja en la cual las mujeres asistieron a 6 sesiones con o sin sus compañeros. Las sesiones se enfocaron en la comunicación, la negociación y los efectos de los papeles masculinos y femeninos en la dinámica de pareja. El Proyecto Connect ayudó a disminuir las conductas riesgosas entre las parejas que participaron juntas en la intervención y en las que sólo asistió la mujer.7

nivel comunitario

Los programas a nivel comunitario pueden alcanzar a muchas personas y por lo tanto pueden ser costo-efectivos. El Proyecto Mpowerment promovió una norma de protección en el sexo entre jóvenes gay mediante diversas actividades (sociales, de alcance comunitario y en grupos pequeños) diseñadas y llevadas a cabo por los jóvenes mismos. Mpowerment notó que las actividades de promoción como bailes, noches de cine, días de campo y partidos de voleibol funcionaban mejor para alcanzar a los jóvenes que tenían sexo desprotegido y no asistían a charlas. La tasa de sexo anal sin protección cayó del 40% al 31% después de la intervención.8 Una intervención a nivel comunitario con adolescentes de diversos grupos étnicos que vivían en residencias para familias de bajos ingresos combinó el desarrollo de habilidades, el modelaje de comportamientos, las normas sociales entre jóvenes y el fortalecimiento social en la reducción del riesgo sexual. Para atraer a los jóvenes del vecindario, el programa los invitó a funciones sociales e involucró a líderes jóvenes que realizaron capacitaciones y fomentaron el trabajo en equipo. Los jóvenes lideres diseñaron breves mensajes de prevención para los medios de comunicación y organizaron eventos para toda la comunidad. También se ofrecieron talleres para los padres. La intervención comunitaria fue más eficaz para aplazar el primer coito que la educación o el desarrollo de habilidades por sí solos.9

nivel médico

En años recientes se ha comprobado la eficacia de varios métodos médicos de prevención del VIH.10 Por ejemplo, los medicamentos antirretrovirales (AR) usados para tratar el VIH también han ayudado a evitar la transmisión del VIH de madre a hijo (TMH) así como después de una exposición accidental (profilaxis posterior a la exposición, PPE). Ninguno de estos métodos impide la transmisión totalmente pero el uso de AR puede reducir el riesgo de la TMH a la mitad o dos terceras partes. De igual forma ya que los AR pueden reducir la carga viral en las personas VIH+ es posible que un uso más amplio disminuya la transmisión sexual del VIH.3 El Children’s Hospital de Los Ángeles colaboró con organizaciones comunitarias de prevención en un programa modelo con servicios integrados para jóvenes con VIH o en alto riesgo de contraerlo. Se les ofreció una clínica de medicina general para jóvenes junto con servicios psicosociales como consejería y manejo de casos. Educadores de pares también llevaron a cabo esfuerzos intensivos de contacto callejero. El programa creó un sistema computarizado de referencia con servicios locales para jóvenes disponible vía Internet.11

nivel político/legal

La infección por VIH está muy vinculada a y con frecuencia es alimentada por factores estructurales como la pobreza, la discriminación y la falta de poder de las mujeres. El Center for Young Women’s Development es una organización dirigida por mujeres jóvenes en San Francisco, CA que promueve la autosuficiencia, la seguridad comunitaria y la defensa de los derechos de la gente joven entre jovencitas de 14-18 años de edad que han vivido en la calle o están involucradas en los sistemas de justicia juvenil o de crianza temporal. El centro provee empleo, oportunidades de liderazgo y capacitaciones para que las jóvenes eduquen a otros en su comunidad. Las jóvenes que obtienen estos conocimientos y la oportunidad de enseñarlos a otros están más propensas a incorporar dichas habilidades en su propia vida.12 Los factores políticos y legislativos también pueden impedir la prevención del VIH. Por ejemplo, en EE.UU. se prohíbe el uso de fondos federales para programas de intercambio de jeringas. En Connecticut la falta de acceso a jeringas limpias se resolvió con un programa muy eficaz que no le costó nada al estado. Al revocar parcialmente las leyes que prohibían recetar jeringas y usar equipo de inyección de drogas, hubo reducciones dramáticas en el uso compartido de jeringas e incrementos en la compra en farmacias de jeringas por UDI. El uso de jeringas compartidas cayó del 52% antes de las nuevas leyes al 31% después de su entrada en vigor. Asimismo, la compra de jeringas en la calle se redujo del 74% al 28% y el porcentaje de jeringas compradas en farmacias aumentó del 19% al 78%.13

¿qué hemos aprendido?

La prevención va más allá de un solo programa o intervención. Una estrategia integral de prevención del VIH abarca varios niveles para proteger al mayor número posible de personas en riesgo. Debemos aprender de los programas actuales de prevención del VIH y fomentar su eficacia al tiempo que continuamos evaluándolos.


Quien lo dice?

1. Kelly JA, Kalichman SC. Behavioral research in HIV/AIDS primary and secondary prevention: recent advances and future directions. Journal of Consulting and Clinical Psychology. 2002;70:629-639. 2. Vlahov D, Des Jarlais DC, Goosby E, et al. Needle exchange programs for the prevention of human immunodeficiency virus infection: epidemiology and policy. American Journal of Epidemiology. 2001;154:S70-77. 3. Valdiserri RO, Ogden LL, McCray E. Accomplishments in HIV prevention science: implications for stemming the epidemic. Nature Medicine. 2003;9:881-886. 4. Chesney MA, Koblin BA, Barresi PJ, et al. An individually tailored intervention for HIV prevention: Baseline data from EXPLORE study. American Journal of Public Health. 2003;93:933-938. 5. Kamb ML, Fishbein M, Douglas JM Jr, et al. Efficacy of risk-reduction counseling to prevent human immunodeficiency virus and sexually transmitted diseases: a randomized controlled trial. Project RESPECT Study Group. Journal of the American Medical Association. 1998;280:1161-1167. 6. Mills R, Samuels KD, Bob-Semple N, et al. Breakin’ the cycle: multigenerational dysfunction in families affected with HIV/AIDS. Presented at the 14th International AIDS Conference, Barcelona, Spain. 2002. Abst #ThPeE7828. 7. El-Bassel N, Witte SS. Gilbert L, et al. The efficacy of a relationship-based HIV/STD prevention program for heterosexual couples. American Journal of Public Health. 2003;93:963-969. 8. Hays RB, Rebchook GM, Kegeles SM. The Mpowerment Project: community-building with young gay and bisexual men to prevent HIV1. American Journal of Community Psychology. 2003;31:301-312. 9. Sikkema KJ, Hoffmann RG, Brondino MJ, et al. Outcomes of a community-level intervention among adolescents in inner-city housing developments. Presented at the International Conference on AIDS, Barcelona, Spain. July 2002. Abst# WeOrD1276. 10. Fuchs J, Colfax G. A shot or a pill: exploring biomedical approaches to HIV prevention. Focus. 2004;19:1-4. 11. Schneir A, Kipke MD, Melchior LA, et al. Children’s Hospital Los Angeles: a model of integrated care for HIV-positive and very high risk youth. Journal of Adolescent Health. 1998;23(2Suppl):59-70. Computerized referral system:www.caars.net 12. Center for Young Women’s Development. www.cywd.org 13. Groseclose SL, Weinstein B, Jones TS, et al. Impact of increased legal access to needles and syringes on practices of injecting-drug users and police officers-Connecticut, 1992-1993. Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes. 1995;10:82-89.


Preparado por The Center for AIDS Prevention Studies, University of California, San Francisco Julio 2004. Fact Sheet #1SR

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Rurales

¿Cuáles son las necesidades de prevención del VIH en zonas rurales?

¿corren riesgo las poblaciones rurales?

Históricamente las áreas rurales, que representan el 20 % de la población de EE.UU., han reportado entre el 5 % y el 8 % de los casos de VIH en el país.1 Pero ciertas zonas y poblaciones rurales están desproporcionadamente afectadas: el Sur y los afroamericanos en particular. Aunque no exista una epidemia rural, sí existen zonas críticas preocupantes. El 68 % de los casos de SIDA en poblaciones rurales se da en el Sur.2 En el 2000, la tasa de nuevos diagnósticos de SIDA en el Sur era tres veces mayor que en otras zonas rurales de EE.UU. En ciertas partes del Sur, la tasa de diagnósticos de VIH/SIDA de las zonas rurales casi alcanza la de las zonas urbanas.3 Las personas afroamericanas representan el 50 % de los casos de SIDA rurales, las caucásicas el 37 %, las latinas el 9 % y las indígenas americanas y nativas de Alaska el 2 %.2 Los afroamericanos y los latinos están desproporcionadamente afectados por el VIH en áreas rurales: En el Noreste, estas mismas poblaciones representan cada una el 1 % de la población rural, pero el 25 % y el 20 % de los casos de SIDA, respectivamente.3 La mayoría de los casos de SIDA rurales (el 75 %) ocurre entre hombres.2 Sin embargo, las tasas entre mujeres rurales van en aumento, especialmente entre las afroamericanas. Para las mujeres rurales VIH+, la causa principal es la transmisión heterosexual, mientras que la inyección de drogas es la causa más común entre las mujeres urbanas.2 Entre los hombres rurales, aquellos que tienen sexo con hombres (HSH), componen aproximadamente el 60 % de los casos de SIDA rurales y los usuarios de drogas inyectables (UDI) cerca del 20 %.2 En el año 2000 en las zonas rurales del Sur, el 28.5 % de los hombres VIH+ se infectaron por contacto heterosexual.3

¿cuáles son los desafíos en las zonas rurales?

En las zonas rurales, los programas de intervención y prevención del VIH se han rezagado en comparación con los programas urbanos debido al estigma del VIH y de los grupos de alto riesgo, a factores geográficos y a la baja tasa general de VIH. Estos tres aspectos se combinan para crear obstáculos económicos y funcionales a la implementación de programas rurales de prevención del VIH.4 El aislamiento geográfico puede impedir el acceso a servicios preventivos para los habitantes rurales cuyo acceso al transporte es limitado. La topografía accidentada y las largas distancias entre poblados pueden requerir varias horas de viaje para recibir servicios médicos o sociales. Esto puede hacer que los servicios no se adapten a las necesidades de la población en cuestión y producir retrasos en la prestación de servicios.5 Otra consecuencia del aislamiento es la posible dificultad para encontrar parejas sexuales, lo cual podría llevar a conductas más riesgosas cuando los encuentros lleguen a darse. Un estudio descubrió que los hombres rurales son más propensos a tener sexo en la primera cita que los hombres urbanos, posiblemente por las largas distancias y por la inquietud de tener que esperar mucho tiempo hasta que se presente la próxima oportunidad.6 Todavía existe un fuerte estigma asociado con el VIH/SIDA y con la homosexualidad. Los HSH rurales pueden evitar el estigma, la hostilidad social y la violencia que conlleva si ocultan su sexualidad y se integran en la cultura heterosexual. Escasean locales rurales en donde los HSH socialicen abiertamente, por lo que algunos buscan parejas sexuales en lugares públicos de sexo anónimo, en Internet y en zonas lejanas de mayor seroprevalencia.4 En comparación con la población urbana, es más probable que los habitantes rurales vivan en la pobreza y que no tengan seguro médico.7  Sin esta cobertura, es menos probable que busquen servicios médicos o sociales. Las zonas rurales cuentan con menos proveedores médicos especializados en el VIH y los pacientes VIH+ rurales son menos propensos que sus homólogos urbanos a recibir terapia antirretroviral.8 Los fondos y el acceso a los servicios de tratamiento del abuso de drogas y alcohol son limitados. La pobreza también puede aumentar el riesgo individual al propiciar el intercambio de sexo por dinero, vivienda o drogas. En un estudio, las mujeres negras reportaron que sus conductas de alto riesgo se debían principalmente a la dependencia económica de un hombre.9

¿qué las hace vulnerables?

Al igual que toda población, el riesgo del VIH no depende del lugar donde uno vive, sino de la participación o no en el sexo sin protección o en el uso de jeringas compartidas con una pareja VIH+, y del acceso a servicios de atención, asesoramiento y prevención. Las tasas de cambio de pareja sexual y de relaciones concurrentes (mantener más de una pareja sexual al mismo tiempo) aumentan el riesgo de transmisión del VIH. Un estudio de la población afroamericana rural que contrajo el VIH por vía heterosexual reveló que más de la mitad tenía parejas múltiples, el 40 % tenía parejas concurrentes y el 87 % creía que su pareja había tenido sexo con otra persona durante su relación. La concurrencia se asoció con fumar cocaína crack y con el encarcelamiento de una pareja sexual.10 El abuso de drogas muchas veces se ve como un problema urbano, pero también es significante en las zonas rurales, especialmente el uso de la metanfetamina.11 Un informe demostró que los jóvenes rurales tienen mayor propensión al abuso de drogas que los jóvenes urbanos: los estudiantes rurales del octavo grado escolar son un 59% más propensos que sus homólogos urbanos al consumo de metanfetaminas.12 El consumo de alcohol y drogas contribuye a conductas de riesgo tales como el sexo sin uso de protección, la multiplicidad de parejas, el uso de jeringas previamente usadas y el intercambio de sexo por drogas.

¿qué se está haciendo al respecto?

Strong African American Families (SAAF) es una intervención preventiva de 7 semanas diseñada para madres afroamericanas y sus hijos de 11 años de edad en la Georgia rural. La SAAF buscó fortalecer las habilidades de las madres para infundir a sus hijos una autoestima y una imagen corporal sexual de sí mismos positiva, y poder así reducir sus conductas sexuales de riesgo. Las madres reportaron una mayor participación en las actividades dirigidas a aumentar el amor propio de sus hijos. Los jóvenes reportaron menos intención y voluntad de participar en conductas riesgosas en general y una disminución de su participación en actividades sexuales de riesgo13. El Wyoming Rural AIDS Prevention Project lanzó una intervención piloto de dos módulos a través de Internet para HSH rurales en la cual emplearon conversaciones entre un hombre gay VIH+ “experto” y otro hombre gay VIH- “con poca experiencia” para comunicar información y estrategias de cambio de conductas. Ambos módulos duraron 20 minutos e incluyeron diálogos, actividades interactivas y gráficos. Los participantes reportaron un aumento en conocimientos, en expectativas sobre la práctica del sexo más seguro y en la autoeficacia.14 En la Arkansas rural, una colaboración entre una organización comunitaria, el Departamento de Correcciones, el Departamento de Salud y los Addiction Treatment and Recovery Centers, sirvió para identificar y reclutar a personas VIH+ que practicaban conductas sexuales de riesgo y consumían en drogas. Dichas personas se inscribieron en la intervención Healthy Relationships y reportaron una disminución del sexo sin protección y un mayor nivel de revelación de su condición de VIH a familiares, amigos y parejas.15 En Mississippi, la camioneta de la Mobile Medical Clinic viaja a las áreas rurales de mayor riesgo de contraer VIH y sífilis, centrándose en la comunidad afroamericana. Para no ser vistos como “la camioneta de las enfermedades venéreas”, ofrecen pruebas de glucosa, presión arterial y colesterol. Antes de entrar en alguna comunidad, la clínica forma lazos con alguna organización, iglesia o representante local que los auspicie con el fin de ganarse el apoyo y la confianza de la comunidad. Han colaborado con organizaciones locales para brindar exámenes médicos de los senos, pruebas de Papanicolau y la aplicación de sellante dental para jóvenes.

¿qué queda por hacer?

Debido a la escasez de recursos en las zonas rurales, las actividades de prevención deben dirigirse hacia las poblaciones de mayor riesgo, entre ellas las mujeres y los hombres que tienen sexo con hombres, los afroamericanos, los latinos, los jóvenes y los consumidores de alcohol y drogas. Los inmigrantes recién llegados y los trabajadores itinerantes también podrían correr alto riesgo, especialmente a lo largo de la frontera entre EE.UU. y México. Es esencial expandir y mejorar la atención para todas las personas VIH+ en las zonas rurales y brindar orientación sobre la prevención en los centros médicos. Los trabajadores de salud necesitan capacitación y apoyo en la atención clínica del VIH, la comunicación de mensajes de prevención, la evaluación de la conducta riesgosa, la sensibilidad cultural y la confidencialidad.


¿Quién lo dice?

1. Steinberg S, Fleming P. The geographic distribution of AIDS in the United States: is there a rural epidemic? Journal of Rural Health. 2000;16:11-19. 2. Centers for Disease Control and Prevention. HIV/AIDS surveillance in urban and nonurban areas.3. Hall HI, Li J, McKenna MT. HIV in predominantly rural areas of the United States. Journal of Rural Health. 2005;21:245-253. 4. Williams ML, Bowen AM, Horvath KJ. The social/sexual environment of gay men residing in a rural frontier state: implications for the development of HIV prevention programs. Journal of Rural Health. 2005;21:48-55. 5. Castañeda D. HIV/AIDS-related services for women and the rural community context. AIDS Care. 2000;12:549-565. 6. Horvath KJ, Bowen AM, Williams ML. Virtual and physical venues as contexts for HIV risk among rural men who have sex with men. Health Psychology. 2006;25:237-242. 7. National Rural Health Association. HIV/AIDS in rural America: Disproportionate impact on minority and multicultural populations. July 2004. *https://www.ruralhealthweb.org/getattachment/Advocate/Policy-Documents/HIVAIDSRuralAmericapolicybriefApril2014-(1).pdf.aspx  8. Cohn SE, Berk ML, Berry SH, et al. The care of HIV-infected adults in rural areas of the United States. Journal of AIDS. 2001;28:385-392. 9. HIV transmission among Black women–North Carolina, 2004. Morbidity and Mortality Weekly Report. 2005;54:89-94. *www.cdc.gov/mmwr/preview/mmwrhtml/mm5404a2.htm 10. Adimora AA, Schoenbach VJ, Martinson FEA, et al. Concurrent partnerships among rural African Americans with recently reported heterosexually transmitted HIV infection. Journal of AIDS. 2003;34:423-429. 11. Kraman P. Drug abuse in America–Rural meth. Trends Alert. March 2004. *csg-web.csg.org/pubs/Documents/TA0403RuralMeth.pdf 12. The National Center on Addiction and Substance Abuse. No place to hide: Substance abuse in mid-size cities and rural America. New York, New York: Columbia University. January 2000. Let It Go        3:19    20    Collaborations: 25th Anniversary Collection    2015    Dave Koz    4/27/20, 9:04 AM    Jazz    0  Brody GH, Murry VM, Gerrard M, et al. The Strong African American Families Program: translating research into prevention programming.*https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15144493/ 14. Bowen A, Horvath K, Williams M. Randomized control trial of an Internet-delivered HIV knowledge intervention with MSM. Health Education and Research. In press. *www.wrapp.net 15. Smith AJ, Gaynor H. Advancing HIV prevention in rural Arkansas. Presented at the National HIV Prevention Conference, Atlanta, GA, 2005. Abstract #M1-C1802. *https://www.cdc.gov/hiv/research/interventionresearch/rep/packages/healthyrelationships.html 16. Prevention in rural communities: Mississippi’s Mobile Medical Clinic. NASTAD HIV Prevention Bulletin. March 2006. 


Preparado por Anne Bowen PhD*, Alan Gambrell MPubAff**, Pamela DeCarlo*** *University of Wyoming, **WordPortfolio, Inc., ***CAPS Traducción: Rocky Schnaath Septiembre 2006. Hoja de Dato #26SR

Resource

Young women

What are young women’s HIV prevention needs?

Are young women at risk for HIV?

Yes. One in five people living with HIV in the US is under the age of 25. Forty percent of these young people are female, with a total of 10,111 young women in the US living with HIV.1 Patterns of HIV infection among young women and men differ considerably. Young women bear the weight of most infections, representing 57% of all HIV cases among 13-19 year-olds, in contrast to 35% of cases among 20-24 year-olds.1 Young African American women are significantly over-represented among HIV+ youth, comprising almost three-fourths (69%) of young women living with HIV. White young women comprise 23% of young women living with HIV, Latinas 6% and Asian/Pacific Islanders and American Indian/Alaska Natives each 1%.1 The reasons why young African American women in particular have such high rates of HIV and other sexually transmitted diseases (STDs) have not been adequately addressed in research. Economic and social inequalities increase young African American women’s vulnerability to HIV infection. Structural racism through discrimination in employment, housing, earning power and educational opportunity can affect their risk for HIV.2

What puts them at risk?

While many women face structural barriers that make them vulnerable to HIV, young women face specific barriers. Social and economic inequalities, gender violence, and social position as youth—combined with young women’s particular biological vulnerability—place young women at considerable risk for HIV infection. Over half of all HIV cases among young women do not have an identified risk (they report no or unknown transmission risk), indicating that young women are not aware that they are being exposed to HIV. Of the reported HIV cases with identified risk among young women, 37% are due to heterosexual contact and 7% to injection drug use.1 Twenty-two percent of American children live in families below the poverty level, almost twice the rate in any other industrialized country. Poverty contributes to an environment of high risk for young women, such as being homeless and/or trading sex for money or shelter.3 Sexual transmission of HIV and other STDs from men to young women is easier than to older women due to young women’s developing genital tract. A young woman’s genital tract has a thin single layer of cells that does not transition to a thick multi-layer wall until women are in their early 20s.4 Young women have high rates of STDs, and active STDs can facilitate transmission of HIV. In the US, 15-19 year-old women have the highest rates of gonorrhea and chlamydia. African American women aged 15-19 have gonorrhea rates 24 times higher than young white women.5 Sharing needles and drug preparation equipment is greater among young female IDUs, despite injecting no more than young males. Also, overlapping sexual and injection partnerships have been found to be a key factor in increased injection risk in females.6 One quarter (26%) of lesbian, gay, bisexual, and transgender youth are forced out of their homes upon disclosure of their sexuality. Living on the streets places young women at risk of HIV infection due to exposure through rape, survival sex and injecting drug use.7 Personal histories of physical and sexual abuse and trauma increase vulnerability to high-risk drug use and sexual behavior. A study of young IDUs in Vancouver, Canada, found that those who were HIV+ were more likely to be female, have a history of sexual abuse, engage in survival sex, inject heroin daily and have numerous lifetime sexual partners.8 HIV+ young women (age 13-19) are more likely than their HIV- counterparts to have older sex partners and to use condoms less frequently with them.9 Partnering with older men has perceived and actual benefits for young women, such as financial and emotional security, escape from their current living situation and high status among peers. Older male partners may also present risks, as they are more likely to have had multiple sex partners and be HIV/STD infected, and less likely to use condoms.10

What are facilitators to prevention?

HIV prevention with young women is about so much more than HIV, and must consider the social and economic context of these youths’ lives. Supporting young women as agents of well-being and change in their own lives and in their communities is the foundation of thoughtful HIV prevention. Family and community are important support systems that can protect young women from HIV risk. For example, one study found that young African American women who are involved in community-based Black social organizations are less likely to engage in risky sexual behaviors and more likely to talk to their parents about sexuality and HIV.11

What’s being done?

The Center for Young Women’s Development is a peer-run organization in San Francisco, CA that promotes self-sufficiency, community safety, and youth advocacy among young women aged 14-18 who are involved in the juvenile justice and foster care systems and/or have lived on the streets. The Center provides employment, leadership and training for them to educate others in their community. Equipped with the knowledge and opportunity to train others, these young women are more likely to incorporate these skills into their own lives.12 Sisters for Life, in Washington, DC, is a mentoring program for African American girls aged 9-14 serving three public housing communities in Alexandria, VA. The program builds the life skills of girls, supporting their efforts to develop into healthy, responsible adults who avoid HIV infection, substance abuse and STDs. Sisters for Life promotes academic accomplishments as well as self-worth and self-esteem. It addresses risks surrounding HIV/AIDS indirectly, concentrating on supporting the girls as maturing youth and addressing high-risk behaviors in the larger context of the girls’ lives.13 De Madre a Hija: Protegiendo Nuestra Salud (From Mother to Daughter: Protecting Our Health) is an intergenerational HIV prevention initiative for Latina women. This pilot intervention targets Spanish-speaking Latina mothers of adolescents. It focuses on improving mother-daughter communication across generational and cultural barriers, improving sexual knowledge and comfort, understanding risk, examining gender/sex role attitudes, and building risk reduction skills for both mother and daughter.14

What more needs to be done?

“I want to be able to speak my own language but still be understood.” (Nelly Valesco, 10/16/76 – 10/06/96) Young women must be involved in the planning, design and implementation of HIV prevention programs. In order to be effective, HIV prevention with young women must be conducted within the social and economic context in which they are becoming infected. Because they often experience economic and social disadvantages, education and job training/opportunities are important components of prevention programs. HIV prevention programs that promote community building and involvement can be effective. Programs should incorporate communication and negotiation skills (especially with older men), general sexual and reproductive health information and mental health issues such as healing histories of trauma and abuse. HIV prevention for young women should include access or referrals to STD prevention and treatment, pregnancy prevention and needle exchange services. Programs for hard-to-reach young women who can be most at risk for HIV should be implemented in venues outside of schools, such as youth shelters, shopping malls, detention facilities and recreation/community centers. HIV and other STDs are less of a problem for young women when they are given the skills and opportunities to support themselves.


Says who?

1. Centers for Disease Control and Prevention. HIV/AIDS Surveillance Report. US HIV and AIDS cases reported through June 2001 Midyear edition. 2002;13(1). 2. Zierler S, Krieger N. Reframing women’s risk: social inequalities and HIV infection. Annual Review of Public Health. 1997;18:401-436. 3. Prilleltensky I, Nelson G. Promoting Child and Family Wellness: Priorities for Psychological and Social Interventions. Journal of Community Applied and Social Psychology. 2000;10:86. 4. Reid E, Bailey M. Young Women: Silence, Susceptibility and the HIV Epidemic. UNDP HIV and Development Programme, Issue Paper No. 12, 2001. 5. Division of STD Prevention. Sexually Transmitted Disease Surveillance, 1996.Atlanta, GA: U.S. Dept. of Health and Human Services, Centers for Disease Control and Prevention, 1997. 6. Evans JE, Hahn JA, Page-Shafer K, et al. Gender differences in sexual and injection risk behavior among active young injection drug users in San Francisco(The UFO Study) (in press). 7. Clifton CE. The young and the restless. Positively Aware. March/April 2001.https://www.positivelyaware.com/  8. Miller CL, Spittal PM, LaLiberte N, et al. Females experiencing sexual and drug vulnerabilities are at elevated risk for HIV infection among youth who use injection drugs. Journal Of Acquired Immune Deficiency Syndromes. 2002;30:335-341. 9. Sturdevant MS, Belzer M, Weissman G, et al. The relationship of unsafe sexual behavior and the characteristics of sexual partners of HIV infected and HIV uninfected adolescent females. Journal of Adolescent Health. 2001;29:S64-71. 10. Harper GW, Bangi AK, Doll M, et al. Older male sex partners present increased HIV risk for low-income female adolescents: economic, social and cultural influences. Presented at the International Conference on AIDS, July 2002,Barcelona, Spain. #ThPeE7789. 11. Crosby RA, DiClemente RJ, Wingood GM, et al. Participation by African-American adolescent females in social organizations: associations with HIV-protective behaviors. Ethnicity and Disease. 2002;12:186-192. 12. Center for Young Women’s Development. www.cywd.org 13. AIDS Action Committee. What Works in HIV Prevention for Youth. Chapter 4: What Is Working in Local Communities. 2001. Gómez CA, Gómez-Mandic C. Intergenerational HIV Prevention Initiative forLatina Women. Presented at the UCSF Center for AIDS Prevention Studies Conference. April, 2002.


Prepared by Sonja Mackenzie, MS, CAPS October 2002. Fact Sheet #45E Special thanks to the following reviewers of this Fact Sheet: Moher Downing, Cynthia Gomez, Gary Harper, Kayla Jackson, Jen Lee, Beverly Saunders Biddle, Kimberly Page Shafer.


Reproduction of this text is encouraged; however, copies may not be sold, and the Center for AIDS Prevention Studies at the University of California San Franciso should be cited as the source of this information. For additional copies of this and other HIV Prevention Fact Sheets, please call the National Prevention Information Network at 800/458-5231. Comments and questions about this Fact Sheet may be e-mailed to [email protected]. © October 2002, University of California