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Measuring Coalition Functioning: Refining Constructs Through Factor Analysis

Internal and external coalition functioning is an important predictor of coalition success that has been linked to perceived coalition effectiveness, coalition goal achievement, coalition ability to support evidence-based programs, and coalition sustainability. Understanding which aspects of coalition functioning best predict coalition success requires the development of valid measures of empirically unique coalition functioning constructs. The goal of the present study is to examine and refine the psychometric properties of coalition functioning constructs in the following six domains: leadership, interpersonal relationships, task focus, participation benefits/costs, sustainability planning, and community support. The authors used factor analysis to identify problematic items in our original measure and then piloted new items and scales to create a more robust, psychometrically sound, multidimensional measure of coalition functioning. Scales displayed good construct validity through correlations with other measures. Discussion considers the strengths and weaknesses of the refined instrument.
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QGIS Module 3 of 4: Mapping and Related Concepts

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Coping Self-Efficacy Scale

For Information and access to the Coping Self-Efficacy Scale, contact Mind Garden at the following link: https://www.mindgarden.com/488-coping-self-efficacy-scale 

Please contact Dr. Margaret Chesney at 
[email protected] for more information.

A validity and reliability study of the coping self-efficacy scale. Br J Health Psychol 2006 Sep; 11(3): 421–37.

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Usuarios de drogas inyectables (UDI)

¿Qué necesitan los usuarios de drogas inyectables (UDI) para evitar el VIH?

¿corren riesgo los UDI?

Sí. El uso de drogas inyectables representa casi la tercera parte (el 36%) de los casos acumulados de SIDA en EE.UU. Estos casos incluyen usuarios/as de drogas inyectables (UDI), sus parejas sexuales y los hijos nacidos de estas parejas.1 Los afroamericanos y los latinos están desproporcionadamente afectados por el SIDA asociado al UDI. En el año 2000, de los casos de SIDA asociados al UDI, el 26% eran afroamericanos, el 31% latinos y el 19% caucásicos.1 Las mujeres también han sido afectadas en forma desproporcionada. En general, el 62% de los casos de SIDA entre mujeres se han atribuido a los UDI y al sexo con parejas UDI, en comparación con el 34% de los casos masculinos.2 Las personas UDI corren un riesgo aun mayor de contraer otras enfermedades graves vinculadas al uso de drogas, entre ellas la hepatitis C y la sobredosis; y constituyen el 60% de las infecciones de hepatitis C en EE.UU.3 Las tasas de infección por hepatitis C entre jóvenes UDI son de 4 a 100 veces mayores que las tasas de infección por VIH.4 La sobredosis de drogas es una de las principales causas de muerte entre los usuarios de heroína, incluso en áreas con altas tasas de UDI con VIH.5

¿qué pone a los UDI en riesgo?

El uso compartido de equipos para inyectarse (jeringas, cucharas u otros recipientes para cocinar drogas, agua, algodón, etc.) o para dividir las drogas es un factor de alto riesgo para los UDI.:6 Los UDI comparten sus equipos principalmente por la falta de disponibilidad de agujas y jeringas o por falta de dinero para comprarlas. La actividad sexual sin protección con una pareja VIH+ es otro factor de alto riesgo para los UDI, especialmente para los hombres que tienen sexo con hombres, para las mujeres UDI que intercambian el sexo por dinero y para las mujeres con una pareja UDI.7 El riesgo varía según el tipo de droga; por ejemplo, el speed (“arranque” o metanfetaminas) aumenta el deseo sexual y se ha comprobado que lleva a la falta de protección durante el acto sexual.8 Muchos UDI tienen que lidiar con una multitud de riesgos médicos debido a factores sociales, económicos y psicológicos. En la vida diaria, la prevención del VIH podría quedar en segundo plano, pues ellos se enfrentan con otros problemas más apremiantes como la adicción, pobreza, encarcelamiento, falta de hogar, estigma, depresión, enfermedad mental y antecedentes de trauma.9

¿y el tratamiento para dejar las drogas?

Dejar las drogas con la ayuda de un programa de tratamiento para personas adictas puede ser una intervención eficaz en la prevención del VIH. Sin embargo, en la actualidad sólo un 15% de los UDI reciben algún tratamiento y no existe tratamiento médico contra la adicción a la metanfetamina. No es suficiente ampliar el número y la calidad de los programas para dejar las drogas. La drogo-dependencia es una enfermedad crónica que implica recaídas. Algunos usuarios de drogas se niegan a buscar tratamiento y muchos de aquellos que lo buscan se encuentran con servicios escasos o incosteables. Además, la mayoría de las personas que reciben tratamiento para dejar las drogas reinciden varias veces antes de dejarlas definitivamente. Por esta razón, es importante emplear un método de reducción de daños en los servicios de prevención del VIH destinados a los UDI.10 El método de reducción de daños reconoce que algunos UDI son reacios o incapaces de renunciar a las drogas; la reducción de daños los ayuda, sin juzgarlos, a reducir las consecuencias negativas de su consumo de drogas ya sea promoviendo prácticas de consumo más seguras, controlando dicho consumo o dejando de consumirlas. En EE.UU., los métodos de reducción de daños incluyen trabajadores de salud que salen a la calle para entrar en contacto con usuarios activos de drogas, así como el intercambio de jeringas y el acceso en farmacias a jeringas esterilizadas.11 Algunas iniciativas internacionales de reducción de daños incluyen salones para la inyección de drogas en forma segura y la provisión de drogas ilícitas por medio de profesionales médicos.12

¿qué podría ayudar?

Los UDI en recuperación pueden motivar y generar cambios de conducta en otros UDI. No obstante, los UDI en recuperación que trabajan como educadores de pares necesitan apoyo para no recaer ellos mismos en el uso de drogas. Los UDI están más propensos a usar condones si los miembros de su red social hablan entre ellos sobre la salud en general y sobre el uso de condones, así como cuando disponen de más recursos económicos.13 El acceso a una alta calidad de servicios médicos y tratamiento contra las enfermedades de transmisión sexual (ETS) y el VIH puede ayudar a promover prácticas más seguras. Un estudio realizado en Baltimore, MD, encontró que los cuidadores informales eran más propensos a promover los mensajes de prevención en la comunidad cuando sus amigos y familiares tenían acceso al tratamiento del VIH, lo cual les brindó esperanza por el futuro.14

¿qué se está haciendo actualmente?

El tratamiento de mantenimiento con metadona contra la dependencia de la heroína puede ayudar a reducir las prácticas riesgosas de inyección y la seroconversión del VIH. En Connecticut, el Department of Mental Health and Addiction Services colabora con el programa comunitario Drug Treatment Advocates (DTA) para ayudar a los usuarios de drogas a inscribirse en programas de salud mental y de tratamiento de la drogadicción. Todos los días, el departamento envía al DTA por fax una lista actualizada de los espacios disponibles para que los trabajadores de salud remitan a sus clientes garantizándoles el cupo.16 El intercambio de jeringas ayuda a disminuir el riesgo de usar jeringas compartidas al reemplazar las jeringas usadas por otras esterilizadas. Se calcula que el uso de un programa de intercambio de jeringas multiplica entre 2 y 6 veces el efecto protector contra las prácticas de riesgo.17 Sin embargo, sólo se intercambian unas 20 millones de jeringas anualmente en EE.UU., el equivalente a 15 jeringas por UDI al año, muchísimas menos de las necesarias para lograr una prevención eficaz del VIH. Los programas comunitarios de prevención pueden lograr buenos resultados al tomar en cuenta no solamente las necesidades individuales de los UDI, sino también la salud y el bienestar de toda la comunidad. En Harlem, NY, un consejo comunitario integrado por investigadores, proveedores de servicios médicos y habitantes de la comunidad, identificó tres problemas de salud pública que debían resolverse: el uso de alcohol y drogas, las enfermedades infecciosas y el asma. Con el fin de reducir los obstáculos a la obtención de servicios médicos y sociales, ellos crearon una “guía de sobrevivencia” para los usuarios de drogas. También iniciaron un programa de capacitación de pares que permitió a los UDI llevar a cabo intervenciones de prevención del VIH y de la hepatitis C en las organizaciones comunitarias locales.18 El Estudio UFO realizado en San Francisco, CA, ofreció varios servicios a los jóvenes UDI, desde pruebas y consejos sobre el VIH y la hepatitis B y C, hasta información sobre cómo evitar las sobredosis. Este estudio disponía de un lugar adonde los jóvenes UDI podían llegar sin cita previa, usar el teléfono, obtener comida y ropa y consultar con consejeros y profesionales clínicos. Los clientes también podían recibir vacunas contra la hepatitis A y B así como un directorio de servicios para jóvenes en varias ciudades grandes de EE.UU.19

¿qué queda por hacer?

El mayor obstáculo a la reducción de la transmisión del VIH entre los UDI es la falta de implementación de programas eficaces de prevención. La expansión del acceso al tratamiento de alta calidad contra la drogadicción y a equipos de inyección esterilizados tendrían un efecto considerable sobre esta epidemia entre los UDI. Sin embargo, las actitudes políticas y la criminalización del uso de drogas han afectado los esfuerzos de prevención en EE.UU.20 Los gobiernos federal y estatales deben actuar pronto para legalizar los programas de intercambio de jeringas y designar más fondos al tratamiento de la drogadicción. Muchas veces se supone incorrectamente que los UDI no se sienten cómodos de hablar sobre asuntos sexuales. No es suficiente repartir condones; los proveedores de servicios deberán iniciar conversaciones sobre el sexo. Esto tiene especial importancia en las intervenciones destinadas a usuarios de drogas, tales como los programas de intercambio de jeringas, los de tratamiento de la drogadicción y los de los 12 pasos. Los programas deben ser multifacéticos y tomar en cuenta otras necesidades de los UDI aparte de las asociadas al VIH. Es fundamental que colaboren los servicios de prevención del VIH, del tratamiento de drogadicción, de prevención de la hepatitis C y de salud mental. De esta manera, los trabajadores sociales podrán remitir a sus clientes a estos servicios, y a otros de vivienda o atención médica, con la confianza de que ellos de hecho los recibirán. Los programas para UDI también deben incorporar una filosofía de reducción de daños y reconocer que las recaídas ocurren frecuentemente entre los UDI.


¿quién lo dice?

1. Drug-associated HIV transmission in the United States. https://www.cdc.gov/hiv/risk/substanceuse.html  2. CDC. HIV/AIDS Surveillance Report-cases reported through December 2001. 2002;13:tbl 22,23. https://www.cdc.gov/hiv/library/reports/hiv-surveillance.html 3. Centers for Disease Control and Prevention. Recommendations for prevention and control of hepatitis C virus (HCV) infection and HCV- related chronic disease. Morbidity and Mortality Weekly Report. 1998;47(RR19):1-39. 4. Garfein RS, Doherty MC, Monterroso ER, et al. Prevalence and incidence of hepatitis C virus infection among young adult injection drug users. Journal of AIDS and Human Retrovirology. 1998;18:S11-19. 5. Darke S, Hall W. Heroin overdose: research and evidence-based intervention. Journal of Urban Health. 2003;80:189-200. 6. Access to sterile syringes. Published by the National Center for HIV, STD and TB Prevention. January 2002. www.cdc.gov/idu/facts/ 7. Kral AH, Bluthenthal RN, Lorvick J, et al. Sexual transmission of HIV-1 among injection drug users in San Francisco, USA: risk-factor analysis. Lancet. 2001;357:1397-1401. 8. Bull SS, Piper P, Rietmeijer C. Men who have sex with men and also inject drugs-profiles of risk related to the synergy of sex and drug injection behaviors. Journal of Homosexuality. 2002;42:31-51. 9. Galea S, Vlahov D. Social determinants and the health of drug users: socioeconomic status, homelessness and incarceration. Public Health Reports. 2002;117: S135-S145. 10. Day D. Health emergency 2003: the spread of drug-related AIDS and hepatitis C among African Americans and Latinos. Published by Dogwood Center. 2003. www.dogwoodcenter.org/2003/HE2003.pdf 11. Hilton BA, Thompson R, Moore-Dempsey L, et al. Harm reduction theories and strategies for control of HIV: a review of the literature. Journal of Advanced Nursing. 2001;33:357-370. 12. Is there a more effective social policy with respect to the problems of substance misuse in British Columbia? Presentation to the Vancouver Area Network of Drug Users. 2000. www.vandu.org 13. Latkin CA, Forman V, Knowlton A, et al. Norms, social networks, and HIV-related behaviors among urban disadvantaged drug users. Social Science & Medicine. 2003;56:465-476. 14. .Knowlton AR. Social network approaches to HIV prevention and care: theoretical and methodological considerations of intervention. Presented at the 14th International AIDS Conference, Barcelona, Spain. 2002. ThOrE1501. 15. Gibson DR, Flynn NM, McCarthy JJ. Effectiveness of methadone treatment in reducing HIV risk behavior and HIV seroconversion among injecting drug users. AIDS. 1999,13:1807-1818. 16. Alcohol and drug use and HIV. NASTAD HIV Prevention Fact Sheet.  17. Gibson DR, Brand R, Anderson K, et al. Two- to six-fold decreased odds of risk behavior associated with use of syringe exchange. Journal of Acquired Immune Deficiencies Syndrome. 2002;31:237-242. 18. Bluthenthal RN, Kral AH, Gee L, et al. The effect of syringe exchange on high-risk injection drug users: a cohort study. AIDS. 2000;14:605-611. 19. Galea S, Factor SH, Bonner S, et al. Collaboration among community members, local health service providers, and researchers in an urban research center in Harlem, New York. Public Health Reports. 2001;116:530-539. 20. The UFO Study. https://ufostudy.ucsf.edu/  21. Bamberger JD, Unick J, Klein P, et al. Helping the urban poor stay with antiretroviral HIV drug therapy. American Journal of Public Health. 2000;90:699-701. 22. Des Jarlais DC, Friedman SR. Fifteen years of research on preventing HIV infection among injecting drug users: what we have learned, what we have not learned, what we have done, what we have not done. Public Health Reports. 1998;113:182-188.


Preparado por Pamela DeCarlo y David R. Gibson, CAPS; Traducción Rocky Schnaath CAPS Septiembre 2003. Fact Sheet #51S Special thanks to the following reviewers of this Fact Sheet: Cyril Colonius, Carol Dawson-Rose, Dawn Day, Pam Klein, Alex Kral, Pam Ling, Kim Shafer, Claire Sterk, Karin Tobin.

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Hepatitis C (VHC)

¿Se puede prevenir la transmisión del hepatitis C (VHC)?

¿qué es la hepatitis “C” (VHC)?

En los EEUU, la hepatitis “C” es la enfermedad viral crónica sanguínea mas común y la mayor causante de las enfermedades hepáticas. Se transmite principalmente por contacto sanguíneo. La transmisión sexual del VHC es poco común. Se estima que cerca de 4 millones de personas en los EEUU están infectadas con VHC. Anualmente se registran 8,000-10,000 muertes relacionadas con las enfermedades hepáticas de VHC y se estima que se triplique durante los próximos 10 a 20 años. Muchas personas con VHC no presentan síntomas en muchos años por lo tanto desconocen portar el virus. El 60% a 70% de los pacientes con VHC desarrollan la hepatitis crónica en un período de 20 a 30 años, un 20% a 30% desarrollan cirrosis hepática y del 1% a 5% cáncer hepático. VHC es la causa principal de los transplantes de hígado en los EEUU.

¿cómo se expone a riesgo?

En los EEUU, el 60% de todos los casos nuevos de infección con VHC son atribuidos al uso de drogas inyectadas, al compartir jeringas/agujas o alguno de los utensilios utilizados para este fin. Entre los Usuarios de Drogas Indovenosas (UDIs) la transmisión del VHC ocurre al momento de aplicarse la droga. Por tal razón, la prevalencia del VHC en UDIs es muy alta, se estima en un 90%. Los índices de infección en UDIs jóvenes son de 4 a 100 veces mayores que los índices de infección con VIH. Las personas que recibieron transfusiones de sangre y transplante de órganos antes de 1992 y los hemofílicos que recibieron concentrados de factor coagulante producidos antes de 1987 están a riesgo de estar infectados con VHC.

¿se puede tratar el VHC?

Muchas personas con VHC desconocen tener la enfermedad debido a la ausencia de síntomas. La prueba de detección de anticuerpos del VHC se puso en práctica por primera vez en 1990, al mismo tiempo empezaron a hacerse las pruebas de VHC en donantes de sangre. Sin embrago, muchas personas apenas ahora están descubriendo que estuvieron expuestas al VHC, y la mayoría de los que están a mayor riesgo aún no se hacen la prueba. Existen dos alternativas para el tratamiento del VHC: con Interferon-Alpha por sí sólo o en combinación con Ribavirín. El uso del Interferón-Alpha por sí sólo se usa si es administrada por vía indovenosa 3 veces por semana durante un período de 12 meses eliminando el virus eficazmente en 10% a 20% de los pacientes que reciben el tratamiento. Cuando se combina el Interferón-Alpha con Ribavirín se usa la vía oral, se ingiere a diario y elimina el virus en un 30% a 40% de las personas que son tratadas con la combinación. Los efectos secundarios de ambos medicamentos pueden ser sustanciales. Los remedios a base de hierbas como la Leche de Cardos no ha sido aprobada como tratamiento pero es popular en muchos pacientes con hepatitis crónica. En 1997 el Institutos Nacionales de la Salud llevó a cabo un conferencia para llegar a un acuerdo en cuanto al manejo y desarrollo del VHC. En esta conferencia se acordó que “deberá postponerse el tratamiento en pacientes que consumen cantidades significativas de alcohol o que activamente usan drogas ilícitas hasta que hayan eliminado este hábito por lo menos 6 meses.” Esto puede estar basado en la preocupación de una re-infección dado el contínuo consumo de drogas ilícitas vía indovenosa y el daño al hígado por el consumo contínuo de alcohol y por no seguir las instrucciones lo cual limita la efectividad del tratamiento. Otros proveedores de salud han abogado por ofrecer el tratamiento a todas las personas además de el contínuo apoyo para tratar estos problemas. El apoyo puede incluir un tratamiento por abuso concurrente de drogas, acceso a jeringas/agujas esterilizadas y educación sobre como inyectarse de forma segura.

¿en qué se parece el VHC al VIH?

Algunas autoridades de salud pública se refieren al VHC como “el nuevo VIH” dada a la similitud entre ambas. La mayoría de las personas una vez infectadas con VIH o VHC quedan infectadas de por vida. El VHC y el VIH se transmiten por medio de la sangre y ambas evolucionan hacia un curso crónico. En ambas enfermedades aún no existe cura ni vacuna preventiva. Sin embargo existen diferencias que las distinguen. Comparado al VIH, 15% a 20% de las personas infectadas con VHC logran, aparentemente, la recuperación total. El VHC se transmite más facilmente que el VIH por medio de las agujas, pero con menor facilidad por vía perinatal o sexual. El VHC no se transmite por medio de la lactancia en cambio el VIH sí.

¿qué pasa con la co-infección con VIH?

Las personas a riesgo de infectarse con VHC, se involucran en actividades que les pone a riesgo de infectarse con VIH. Se estima que 40% de los individuos VIH+ en los EEUU se co-infectan con VHC y muchos desconocen esta condición. Los mayores índices de co-infección se presentan en UDIs y hemofílicos. Aparentemente el VIH afecta el curso del VHC, acelerando a veces el progreso de la enfermedad del hígado y la cirrosis. Además, el enfermedad del hígado de VHC puede limitar la aceptación de las medicinas para el tratamiento del VIH. La infección del VHC está siendo directamente asociada con el aumento en la mortalidad de las personas infectadas con VIH.

¿cómo puede prevenirse el VHC?

Debido a que la transmisión del VHC ocurre más facilmente por medio de jeringas/agujas para el uso de drogas indovenosas, la distribución de equipo esterilizado por medio de programas de intercambio de jeringas/agujas (NEP) ha sido uno de los mayores esfuerzos de prevención. Sin embargo un estudio previo realizado en Tacoma, WA demostró la eficacia de los programas de intercambio de jeringas/agujas como una intervención preventiva, un estudio más reciente reveló que estos programas de intercambio no registraron efecto alguno en la transmisión del VHC. Esto pudo deberse al hecho de que los UDIs adquieren la infección del VHC en el momento en que se inyectan, es decir, antes de haber recibido los servicios de los programas de intercambio de jeringas/agujas. El VHC es prevalente en UDIs y se transmite fácilmente, por lo tanto es difícil prevenirlo. Es posible que la transmisión ocurra de varias formas: compartiendo jeringas/agujas; compartiendo los utensilios que se utilizan para inyectarse drogas como los cookers, popotes/pajillas/paja, isopos/palillos de oídos, torniquetes y algodón; y al compartir la misma jeringa con varias personas; al pincharse accidentalmente y al ser inyectado por otra persona. Los programasde prevención necesitan tomar en cuenta todas estas actividades como posibles riesgos. En las penitenciarías correcionales del estado de Rhode Island se llevó a cabo un programa de prevención y tratamiento de VHC. Los reos reciben educación sanitaria sobre VHC, aquellos que soliciten un análisis clínico o tratamiento son sometidos a un proceso de eligilidad para determinar si pueden recibir el tratamiento. La eligibilidad depende en parte del período de tiempo que permanezcan en la carcel (tiempo suficiente para completar este largo tratamiento) y no haber usado drogas inyectadas en los últimos 12 meses. De esta forma se logran resultados eficaces a bajo costo.

¿qué se debe hacer?

Para entender los métodos de transmisión y prevención del VHC se necesita un mayor conocimiento de lo que ocurre dentro de la cultura de las personas a riesgo, particularmente los UDIs. Es necesario conducir mas estudios con jóvenes e identificar los factores que les empujan a UDI y como promover el uso seguro de la inyección entre los que inician esta práctica. Debemos, además, tener un mejor conocimiento de la historia natural del VHC. La mayoría de los estudios que se han realizado han sido con personas que ya han desarrollado la enfermedad, pero pueden haber muchos que a pesar de estar infectados no reciben asistencia médica. El VHC tiene una alta prevalencia en los EEUU y es extremadamente transmisible por la vía sanguínea. Sin embargo, la mayoría de las personas infectadas con VHC desconocen estarlo y continúan sin hacerse la prueba de detección. Los bancos de sangre están enviando notificaciones a toda persona que recibió transfusiones de sangre, pero llevar a cabo pruebas de detección de VHC en otros grupos de alto riesgo constituirá un enorme costo a salud pública. El gobierno federal y el CDC (Centros de Control De Enfermedades) necesitan asignar mas fondos monetarios para esta labor. Lo mismo que ocurre en los programas de prevención de VIH/ETS debiera ocurrir con los programas de VHC “trabajar con una meta en común”. Los programas de prevención del VIH, especialmente los dirigidos a UDIs, deben incorporar la prevención del VHC, consejería y pruebas de detección, incluyendo la vacunación contra la hepatitis A y B en personas infectadas con VHC. El cuidado estándar en todo esfuerzo de prevención de enfermedades infecciosas debe incluir pruebas de detección, consejería relacionadas al VIH, ETS y hepatitis B y C.

¿quién lo dice?

1. Centers for Disease Control and Prevention. Recommendations for prevention and control of hepatitis C virus (HCV) infection and HCV-related chronic disease . Morbidity and Mortality Weekly Report. 1998;47(RR19):1-39. 2. Alter MJ, Margolis HS, Krawczynski K, et al. The natural history of community-acquired hepatitis C in the United States. New England Journal of Medicine. 1992;327:1899-1905. 3. Alter MJ, Moyer LA. The importance of preventing hepatitis C virus infection among injection drug users in the United States . Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes. 1998;18:S6-S10. 4. Garfein RS, Doherty MC, Monterroso ER, et al. Prevalence and incidence of hepatitis C virus infection among young adult injection drug users . Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes and Human Retrovirology. 1998;18:S11-19. 5. Crofts N, Aitken CK, Kaldor JM. The force of numbers: why hepatitis C is spreading among Australian injecting drug users while HIV is not . Medical Journal of Australia. 1999;170:220-221. 6. McHutchison JG, Gordon SC, Schiff ER, et al. Interferon alfa-2b alone or in combination with ribavirin as initial treatment for chronic hepatitis C . New England Journal of Medicine. 1998;339:1485-1492. 7. Flora K, Hahn M, Rosen H, et al. Milk thistle (silybum marianum) for the therapy of liver disease . American Journal of Gastro-enterology. 1998;93:139-143. 8. Management of Hepatitis C. NIH Consensus Statement 1997 Mar 24-26;15:1-41. 9. Tolmachoff R. When you have HIV and hepatitis C. Women Organized to Respond to Life-Threatening Diseases (WORLD). October 1998 Newsletter; p.3-5. 10. Soto B, Sanchez-Quijano A, Rodrigo L, et al. Human immunodeficiency virus infection modifies the natural history of chronic parenterally-acquired hepatitis C with an unusually rapid progression to cirrhosis . Journal of Hepatology. 1997;26:1-5. 11. Pol S, Lamorthe B, Thi NT, et al. Retrospective analysis of the impact of HIV infection and alcohol use on chronic hepatitis C in a large cohort of drug users . Journal of Hepatology. 1998;28:945-50 12. Piroth L, Duong M, Quantin C, et al. Does hepatitis C virus co-infection accelerate clinical and immunological evolution of HIV-infected patients? AIDS. 1998;12: 381-811. 13. Hagan H, McGough JP, Thiede H, et al. Syringe exchange and risk of infection with hepatitis B and C viruses . American Journal of Epidemio-logy. 1999;149:201-213. 14. Kral AH, Bluthenthal RN, Erringer EA, et al. Risk factors among IDUs who give injections to or receive injections from other drug users . Addiction. 1999;94:675-683. 15. Spaulding A, Green C, Davidson K, et al. Hepatitis C in state correctional facilities . Preventive Medicine. 1998;28:92-100. 16. Making sense of hepatitis C (editorial). Lancet. 1998;352:1485. PREPARADO POR PAULA LUM, MD Y PAMELA DECARLO. TRADUCIDO POR ROMY BENARD RODRÍGEZ, CAPS Agosto 2000. Hoja Informativa 35S.