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Intercambio de jeringas

¿Sirve el intercambio de jeringas?

(revisado 4/99)

¿por qué es necesario el intercambio de agujas/jeringas?

Más de un millón de personas en los EEUU se inyectan drogas con frecuencia, con un alto costo a la sociedad de más de 50 billones de dólares al sector salud, pérdidas de productividad, accidentes y crímenes.1 Quienes se inyectan drogas se exponen a contraer el VIH o la hepatitis arriesgando así su propia salud, la de las personas con las que comparten agujas/jeringas, sus parejas sexuales y sus descendientes. Se calcula que en los EEUU la mitad de los nuevos casos de infección con VIH se presentan en Usuarios de Drogas Intravenosas (UDIs).2 En la mujer, el 61% de todos los casos de SIDA se debe al uso de drogas inyectadas o por tener sexo con parejas UDIs. El uso de drogas inyectadas son la fuente de infección de la mitad de todos los casos de bebés con VIH en los recién nacidos.3 La forma más común de contraer la infección con hepatitis C se debe al uso de drogas inyectadas. Se calcula que hasta un 90% de UDIs están infectados con hepatitis C, la cual se transmite facilmente y puede dañar al hígado permanentemente.4 La hepatitis B se transmite a su vez por medio del uso de drogas inyectadas. Los programas de intercambio de agujas/jeringas (NEPs por sus siglas en Inglés) distribuyen agujas/jeringas limpias y se deshacen de las usadas por UDIs y generalmente ofrecen una variedad de servicios relacionados al caso, incluyendo servicios de referencia a programas de tratamientos por uso de drogas, consejería y pruebas de detección del VIH.

¿por qué comparten jeringas los UDIs?

La gran mayoría de los UDIs saben que al compartir el equipo de inyección se arriesgan a contraer el VIH y otras enfermedades. Sin embargo, no hay sufucientes agujas/jeringas disponibles y las que hay son muy costosas para los UDIs. Si lográramos rehabilitar a los UDIs, se eliminarían los casos de transmisión del VIH por uso de agujas/jeringas. Desafortunadamente, no todos los UDIs son capaces o están listos a tomar ese paso. Aún aquellos que tienen la motivación pueden encontrarse con escasos servicios disponibles. Los programas de tratamiento de drogas tienen largas listas de espera y es muy común la recaída. La mayoría de los estados en Norteamérica poseen leyes de paraphernalia la cual convierte en crímen la distribución de este equipo conocido como “el mecanismo para introducir drogas ilícitas al cuerpo.”5 Adicionalmente, diez estados y el Distrito de Columbia poseen leyes o regulaciones que exigen una receta médica para obtener agujas/jeringas. Los UDIs no cargan agujas/jeringas por temor al acoso o arresto policial. El temor a ser arrestado por cargar este equipo ha sido asociado al motivo por el cual comparten jeringas/agujas o cualquier otro equipo de inyección.6 En Julio de 1992, el estado de Connecticut aprobó leyes que permiten la compra y posesión de un máximo de diez jeringas sin receta logrando cambios paralelos a las leyes de paraphernalia. Después que estas leyes entraron en vigor la práctica de compartir agujas/jeringas diminuyó sustancialmente en UDIs y se efectuó un cambio de comprar agujas/jeringas en la calle a comprarlas en farmacias.7 Sin embargo, aunque legalmente sea permitido vender agujas/jeringas sin receta médica, los farmacistas, a menudo, resisten vendérselas a UDIs.

¿qué se está haciendo?

En EEUU, más de 80 ciudades de 38 estados y en el resto del mundo, han surgido NEPs para tratar el caso de los riesgos asociados con el uso de drogas inyectadas. Actualmente existen 113 NEPs en los EEUU. En Hawaii, el NEP opera con fondos del Departamento de Salud. Además de intercambiar agujas/jeringas, el programa cuenta con un sistema central de servicios de referencia a programas de tratamiento de drogas y una clínica de tratamiento con Metadona, además de un componente educativo dirigido por miembros del este grupo para aquellos UDIs que no asisten al programa. La tasas de VIH en UDIs han disminuido de un 5% a 1,1% de 1994-96. Desde 1993-96, 74% de los clientes del NEP reportaron no compartir agujas/jeringas.8 El “Harm Reduction Central” en Hollywood, California es un NEP para jóvenes UDIs menores de 24 años que encabeza la lista. Este programa ofrece el intercambio de agujas/jeringas, programas de arte, grupos de apoyo, pruebas de detección del VIH y la administración de los casos, es además el NEP más grande para jóvenes en los EEUU. Más del 70% de los clientes reportaron no compartir agujas/jeringas en los últimos 30 días y aquellos jóvenes que asistieron al NEP regularmente presentaban menos posibilidades de compartir agujas/jeringas.9

¿intercambiar agujas/jeringas reduce la transmisión del VIH? ¿promueve el uso de drogas?

Es posible limitar la transmisión del VIH en UDIs significativamente. Se hizo un estudio a cinco ciudades con poblaciones de UDIs que han mantenido una baja prevalencia del VIH: Glasgow, Escocia; Lund, Suecia; Nuevo Sur de Gales, Australia; Tacoma, EEUU; y Toronto, Canada. Todos estos presentaban los siguientes componentes de prevención: comenzaron actividades de prevención cuando los niveles de infección eran aún bajos, brindaron equipo de inyección y esterilización hasta por medio de los NEPs, llevaron a cabo programas de reclutamiento de UDIs.10 Un estudio a nivel mundial comparó las tasas de infección de UDIs con VIH en 81 ciudades con NEPs y en ciudades que no tenían NEPs. En las 52 ciudades sin NEP, la tasa de infección aumentó un promedio del 5,9% anual. En las 29 ciudades con NEP, la tasa de infección con VIH se redujo en un 5,8% anuales. El estudio concluyó que aparentemente los NEPs tienden a reducir los niveles de infección con VIH en UDIs.11 En San Francisco, CA, los efectos de un NEP fue estudiado por un período mayor de cinco años. El NEP no promovió ni el uso de drogas, ni aumentó el uso de drogas entre los UDIs dentro del programa, ni entre los nuevos reclutados. Por el contrario, desde 12/86 hasta 6/92, decayó la frecuencia con la que los UDIs de esta comunidad se inyectaban del 1,9% por día al 0,7%, y el porcentaje de nuevos iniciados al mundo de las drogas bajó del 3% al 1%.12 Se han estudiado otro centenar de NEPs, estos reportes que datan de 1991 se encuentran recopilados en una serie de ocho reportes auspiciados por fondos federales. Cada uno de estos ocho reportes ha concluido que los NEPs pueden reducir la cantidad de nuevas infecciones y aparentemente no incrementan el uso de drogas en UDIs o en la comunidad en general.13-15 Estos fueron los dos criterios que debían cumplirse ante la ley para levantar la prohibición de los NEPs. Este nivel unánime de interpretación a proyectos de estudio es inusual en el área científica. Cinco de los estudios recomendaron levantar la prohibición federal y dos no hicieron recomendación alguna. El octavo reporte el Departamento de Salud y Servicios Humanos concluyó que los dos criterios se habían cumplido, pero esto no evitó la prohibición.15 El Congreso cambió la ley desde entonces, la cual continúa prohibiendo fondos federales para los NEPs, a pesar de haber cumplido los dos criterios exigidos.

¿son costosos los NEPs?

No. El presupuesto anual mediano de un NEP en 1992 fue de $169,000. Los modelos matemáticos creados en base a estos datos estiman que los programas de intercambio de jeringas/agujas pueden prevenir la infección del VIH a sus clientes, sus parejas sexuales y a sus descendientes a un costo de $9,400 por cada infección que se evite.16 Esto es mucho menor al costo actual por tratar a una persona infectada con el VIH de por vida de $195,188.17 Un programa nacional de NEP hubiera podido salvar 10,000 vidas hasta 1995.13

¿qué se debe hacer?

Una estrategia más amplia para prevenir la infección del VIH en UDIs debe incluir esfuerzos para incrementar la disponibilidad de agujas esterilizadas, y un mayor acceso a programas de tratamiento de drogas y esfuerzos de prevención para el uso de las mismas. A pesar que el gobierno federal Estadounidense ha reconocido que los NEPs reducen los índices de infección con VIH y no incrementan el índice del uso de drogas, continúa negándose a otorgar fondos a los NEPs. Por esta razón resulta vital hacer campañas comunitarias estatales y locales. Sin embargo, el gobierno federal debe jugar un papel más activo y abogar públicamente en pro de los NEPs, aunque no les otorgue fondos. Los estados que poseen leyes que exigen recetas médicas deben rechazarlas; aquellos que poseen leyes de paraphernalia deberán revisarlas a fondo ya que restringen el acceso a jeringas/agujas. Los gobiernos locales, Grupos de Planificación Comunitaria y oficiales del sector salud deben trabajar en conjunto con los grupos comunitarios para crear métodos más eficaces en la prevención del VIH en UDIs y a sus respectivas parejas sexuales, incluyendo NEPs y programas para incrementar el acceso de jeringas/agujas por medio de las farmacias.

¿quién lo dice?

1. Rice DP, Kelman S, Miller LS. Estimates of economic costs of alcohol and drug abuse and mental illness, 1985 and 1988 . Public Health Reports. 1991;106:280-92. 2. Holmberg SD. The estimated prevalence and incidence of HIV in 96 large US metropolitan areas . American Journal of Public Health. 1996;86:642-654. 3. CDC. HIV/AIDS Surveillance Report . 1998;9:12. 4. Alter MJ, Moyer LA. The importance of preventing hepatitis C virus infection among injection drug users in the United States . Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes and Human Retrovirology. 1998; 18(Suppl 1):S6-10. 5. Gostin LO, Lazzarini Z, Jones TS, et al. Prevention of HIV/AIDS and other blood-borne diseases among injection drug users: a national survey on the regulation of syringes and needles . Journal of the American Medical Association. 1997;277:53-62. 6. Bluthenthal RN, Kral AH, Erringer EA, et al. Drug paraphernalia laws and injection-related infectious disease risk among drug injectors. Journal of Drug Issues. (in press). 7. Groseclose SL, Weinstein B, Jones TS, et al. Impact of increased legal access to needles and syringes on practices of injecting-drug users and police officers-Connecticut, 1992-1993 . Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes. 1995;10:82-89. 8. Vogt RL, Breda MC, Des Jarlais DC, et al. Hawaii’s statewide syringe exchange program . American Journal of Public Health. 1998;88:1403-1404. 9. Kipke MD, Edgington R, Weiker RL, et al. HIV prevention for adolescent IDUs at a storefront needle exchange program in Hollywood, CA. Presented at 12th World AIDS Conference, Geneva, Switzer-land. 1998. Abstract #23204. 10. Des Jarlais DC, Hagan H, Friedman SR, et al. Maintaining low HIV seroprevalence in populations of injecting drug users . Journal of the American Medical Association. 1995;274:1226-1231. 11. Hurley SF, Jolley DJ, Kaldor JM. Effectiveness of needle-exchange programmes for prevention of HIV infection . Lancet. 1997;349:1797-1800. 12. Watters JK, Estilo MJ, Clark GL, et al. Syringe and needle exchange as HIV/AIDS prevention for injection drug users . Journal of the American Medical Association. 1994; 271:115-120. 13. Lurie P, Drucker E. An opportunity lost: HIV infections associated with lack of a national needle-exchange programme in the USA . Lancet. 1997;349:604-608. 14. Report from the NIH Consensus Development Conference. February 1997. 15. Goldstein A. Clinton supports needle exchanges but not funding. Washington Post. April 21, 1998:A1. 16. Lurie P, Reingold AL, Bowser B, et al. The Public Health Impact of Needle Exchange Programs in the United States and Abroad . Prepared for the Centers for Disease Control and Prevention. October 1993. 17. Holtgrave DR, Pinkerton SD. Updates of cost of illness and quality of life estimates for use in economic evaluations of HIV prevention programs . Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes and Human Retrovirology. 1997;16:54-62.
Preparado por Peter Lurie, MD, MPH** y Pamela DeCarlo*, Traducción Romy Benard-Rodríguez* *Public Citizen’s, Health Research Group **CAPS Abril 1999. Hoja Informativa 5SR.
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Personas VIH+

¿Cuáles son las necesidades de prevención de la gente VIH+?

revisado 9/05

¿necesitan prevenir las personas VIH+?

Sí. Más de 1 millón de personas en los Estados Unidos tienen el VIH o el SIDA.1 Los avances en el diagnóstico oportuno, el tratamiento y la atención para individuos VIH+ ya permiten que muchos gocen de mejor salud y más años de vida. Algunos han renovado su interés por la actividad sexual o por el consumo de drogas, lo cual aumenta su riesgo de adquirir otras ITS y de trasmitir el VIH a sus parejas no infectadas.2 Por ello, muchas personas VIH+ requieren programas que les ayuden a mantenerse protegidas. La mayoría de las personas VIH+ se preocupan por no infectar a otros y toman medidas para evitarlo.3 Sin embargo, para un porcentaje importante la prevención es una lucha: entre el 20-50% reportan haber tenido contacto sexual sin protección con sus parejas VIH- o con las de condición de VIH desconocida.4 Para muchas personas seropositivas, los mismos desafíos estructurales, interpersonales y conductuales que las pusieron en riesgo de contraer el VIH persisten después de ser HIV+ y dichos desafíos afectan su capacidad de prevenir la transmisión del VIH.4 La prevención para personas VIH+ puede incluir intervenciones educativas y de fomento de habilidades, esfuerzos para realizar pruebas a más personas que ignoran ser VIH+, apoyo y pruebas para las parejas de individuos VIH+ y la incorporación de la prevención en la atención médica de rutina.5

¿en qué difieren los programas?

Los programas de prevención del VIH para personas VIH+ difieren de los programas para personas VIH- en que deben responder a las necesidades clínicas, mentales y de apoyo social al tiempo que aumentan la capacidad del individuo para evitar la transmisión del VIH a sus parejas actuales y futuras. Estigma. El estigma hacia los hombres homosexuales, las mujeres, los consumidores de drogas, los trabajadores sexuales y las personas de minorías etnicas/raciales ha alimentado la epidemia del VIH en los Estados Unidos al crear condiciones sociales favorables para la transmisión del VIH.6 A esto se suma el estigma adicional de vivir con el VIH. Las víctimas del estigma (por haber revelado su orientación homosexual o consumo de drogas) pueden sufrir un trauma que les impide lidiar con la transmisión del VIH.7 Es importante tomar en cuenta estos factores estructurales con el fin de promover la fuerza y la capacidad de resistencia de las comunidades VIH+. Revelación. Una de las mayores preocupaciones de las personas VIH+ es cómo, cuándo y a quién revelar su condición de VIH.8 El mensaje tradicional ha sido que las personas VIH+ siempre deben revelar su condición de VIH a sus parejas. En la realidad, la revelación es un asunto difícil y complejo. Algunas personas VIH+ deciden no revelar su condición y no participar en conductas riesgosas. Muchas veces las personas VIH+ temen que la revelación provoque el rechazo de su pareja o de su familia, limite sus oportunidades sexuales o aumente el riesgo de violencia física y sexual. Una encuesta de personas VIH+ encontró que el 42% de los hombres homosexuales, el 19% de los heterosexuales y el 17% de las mujeres había tenido sexo sin revelar su condición de VIH9. Las personas VIH+ pueden revelar su condición de forma diferente a sus médicos, familiares, amigos, compañeros de trabajo, parejas sexuales y compañeros de inyección de drogas. Responsabilidad. Las personas con VIH viven con el hecho de haber sido infectadas (a veces por una persona de confianza a la que aman) y con la enorme responsabilidad de saber que pueden infectar a otros. Es una responsabilidad compleja, pero los programas de prevención deben ayudar a las personas VIH+ a explorarla y a comprender su significado a nivel personal.10

¿qué pueden hacer las personas VIH+?

Muchas personas VIH+ emplean estrategias que limitan la transmisión del VIH, por ejemplo, tener relaciones sólo con otras personas VIH+11. Al saber que la pareja sexual también es VIH+ se evita el riesgo de transmisión y permite el contacto sexual sin uso de condón constante. Recientemente han surgido inquietudes sobre la súper infección entre parejas VIH+ (la posible transmisión de otra cepa del virus entre las personas VIH+), pero ésta parece suceder rara vez.12 Otra estrategia es la de cambiar las actividades de alto riesgo por otras de menor riesgo. Por ejemplo, las personas VIH+ pueden evitar: ser la pareja insertiva durante el sexo anal y vaginal, el contacto sexual durante la menstruación, la lactancia materna y el uso compartido de jeringas. Algunas actividades menos riesgosas incluyen tener sexo oral y ser la pareja receptiva del pene.11

¿qué puede hacer su organización o clínica?

Las personas VIH+ son un grupo diverso que requiere programas de prevención que se ajusten a sus necesidades específicas y tomen en cuenta a la persona en su totalidad sin limitarse a su conducta sexual o su consumo de drogas. Las relaciones personales, el empleo, la atención de salud, la vivienda, el estigma y la discriminación son temas que deben ser abarcados según la necesidad. Escuchar a las personas VIH+ e involucrarlas en el diseño, la provisión y la evaluación de programas asegurará que éstos sean relevantes y útiles.13 Los programas de prevención con las personas VIH+ pueden exigir cambios y ajustes institucionales en las organizaciones y clínicas que integren por primera vez los servicios de atención y de prevención. Las clínicas pueden capacitar a los profesionales de salud para proporcionar consejería sobre la prevención del VIH, enlazar con servicios sociales y preventivos así como remitir pacientes a otras organizaciones. Los programas de prevención pueden capacitar a su personal sobre tratamiento y cuidado del VIH, formar vínculos con clínicas y organizaciones para VIH+ de servicios, o remitir a sus pacientes a estos servicios. Es crítico que los profesionales médicos mantengan un tono sin juicios con respecto a las situaciones y conductas de los clientes VIH+.14 Es igualmente importante colaborar con las personas VIH+ para crear un plan de reducción de riesgos basado sus necesidades y capacidades.13 Los proveedores deben adoptar una actitud de apoyo y empatía enfocándose en el logro de metas, los puntos fuertes y las capacidades de resistencia del paciente. Los programas de prevención para gente positiva deben brindar los conocimientos, las capacidades y los recursos (como condones, jeringas esterilizadas y una estrategia para disminuir el consumo de alcohol y drogas) necesarios para poner en práctica un plan de reducción de riesgos.

¿qué se está haciendo al respecto?

En los EE.UU. existen varios programas preventivos para VIH+ que han probado eficacia.15 Healthy Relationships, intervención de reducción de riesgos de cinco sesiones grupales para hombres y mujeres. Fomenta el desarrollo de capacidades para la toma de decisiones y resolución de problemas. Los grupos permiten que las personas VIH+ interactúen, examinen los riesgos, desarrollen habilidades para limitar sus riesgos y reciban comentarios de otras personas. En un seguimiento realizado a los seis meses de haber iniciado el programa, los participantes reportaron una reducción importante en el coito sin protección y un mayor uso de condones.16 Choosing Life: Empowerment, Action, Results (CLEAR) ofrece a jóvenes VIH+ 18 sesiones individuales de 90 minutos con un consejero. CLEAR fomenta la motivación y aumenta la autoestima para aprender a preferir las actividades saludables sobre las autodestructivas. CLEAR tiene tres módulos: toma de decisiones sexuales, auto cuidado y consumo de alcohol y drogas. La participación también puede ser vía telefónica. Los jóvenes reportaron tener menos parejas sexuales, usar menos drogas y sentirse menos afligidos.17 A CLEAR se le conoce como Street Smart. Partnership for Health capacitó al personal de clínicas de VIH en ofrecer consejería breve sobre relaciones sexuales más protegidas, la cual fue complementada con materiales escritos y carteles en las clínicas. La consejería sobre las consecuencias negativas del sexo sin protección ayudó a reducir las conductas riesgosas de los pacientes con dos o más parejas.18

¿qué queda por hacer?

Los programas de prevención con personas VIH+ necesitan poner atención a los obstáculos estructurales que se interponen a la protección durante las relaciones sexuales y el consumo de drogas. Dichos obstáculos pueden incluir vivienda inestable, falta de acceso a la atención médica y encarcelamiento repetido. Es necesario examinar más a fondo cómo los traumas sufridos durante la infancia y la adultez, el abuso sexual, revelarse como homosexual, el racismo y la homofobia afectan la capacidad de una persona VIH+ para mantener conductas más seguras. Puesto que la conducta sexual de riesgo entre personas VIH+ frecuentemente es una decisión y un riesgo compartido con la pareja,19 se requiere más énfasis en el trabajo con parejas (homo o heterosexuales) tanto en programas de prevención como en la investigación. Los programas de prevención con personas VIH+ presentan la oportunidad y el reto de establecer relaciones e integrar servicios en áreas con las que tradicionalmente no se ha colaborado. Es clave involucrar a las personas VIH+ en el diseño de los programas. Los programas de tratamiento, de prevención y de servicios sociales deben trabajar conjuntamente para realmente ayudar a los pacientes a afrontar múltiples problemas. Preparado por Kelly Knight MEd and Carol Dawson-Rose RN PhD, CAPS


¿quién lo dice

1. Glynn M, Rhodes P. Estimated HIV prevalence in the United States at the end of 2003. Presented at the National HIV Prevention Conference, Atlanta, GA. 2005. Abst #595. 2. Janssen RS, Valdiserri RO. HIV prevention in the Unites States: increasing emphasis on working with those living with HIV. Journal of AIDS. 2004;37:S119-S121. 3. Marks G, Crepaz N, Senterfitt JW, et al. Meta-analysis of high-risk sexual behavior in persons aware and unaware they are infected with HIV in the United States. Journal of AIDS. 2005;39:446-453. 4. Crepaz N, Marks G. Towards an understanding of sexual risk behavior in people living with HIV: a review of social, psychological and medical findings. AIDS. 2002;16:135-149. 5. Centers for Disease Control and Prevention. Advancing HIV prevention: new strategies for a changing epidemic – United States, 2003. Morbidity and Mortality Weekly Report. 2003;52:329-332. 6. Herek GM, Capitanio JP, Widaman KF. Stigma, social risk, and health policy: public attitudes toward HIV surveillance policies and the social construction of illness. Health Psychology. 2003;22:533-540. 7. Knight KR. With a little help from my friends: community affiliation and perceived social support. In HIV+ Sex. PN Halkitis, CA Gómez, RJ Wolitsky, eds. American Psychological Association; Washington DC. 2005. 8. Parsons JT, Missildine W, Van Ora J, et al. HIV serostatus disclosure to sexual partners among HIV-positive injection drug users. AIDS Patient Care and STDs. 2004;18:457-469. 9. Ciccarone DH, Kanouse DE, Collins RL, et al. Sex without disclosure of positive HIV serostatus in a US probability sample of persons receiving medical care for HIV infection. American Journal of Public Health. 2003;93:949-954. 10. Wolitski RJ, Bailey CJ, O’Leary A, et al. Self-perceived responsibility of HIV-seropositive men who have sex with men for preventing HIV transmission. AIDS and Behavior. 2003;7:363-372. 11. Parsons JT, Schrimshaw EW, Wolitski RJ, et al. Sexual harm reduction practices of HIV-seropositive gay and bisexual men: serosorting, strategic positioning, and withdrawal before ejaculation. AIDS. 2005;19:S13-S25. 12. Grant RM, McConnell JJ, Herring B, et al. No superinfection among seroconcordant couples after well-defined exposure. Presented at the International Conference on AIDS. 2004. Abst #ThPeA6949. 13. National Association of People with AIDS. Principles of HIV prevention with positives. www.napwa.org/pdf/PWPPrinciples.pdf (Accessed 4/20/06) 14. Dawson-Rose C, Shade SB, Lum P, et al. The healthcare experience of HIV positive injection drug users. Journal of Multicultural Nursing and Health. 2005;11:23-30. 15. https://www.cdc.gov/hiv/effective-interventions/index.html (Accessed 4/20/06) 16. Kalichman SC, Rompa D, Cage M, et al. Effectiveness of an intervention to reduce HIV transmission risks in HIV-positive people. American Journal of Preventive Medicine. 2001;21:84-92. 17. Rotheram-Borus MJ, Swendeman D, Comulada WS, et al. Prevention for substance-using HIV-Positive young people: telephone and in-person delivery. Journal of AIDS. 2004;37:S68-S77. 18. Richardson JL, Milam J, McCutchan A, et al. Effect of brief safer-sex counseling by medical providers to HIV-1 seropositive patients: A multi-clinic assessment. AIDS.2004;18:1179-1186. 19. Remien RH, Wagner G, Dolezal C, et al. Factors associated with HIV sexual risk behavior in male couples of mixed HIV status. Journal of Psychology and Human Sexuality. 2001;13:31-48.


Septiembre 2005 . Hoja #37SR

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Prevención Posexposición

¿Que es la prevención pos-exposición (PEP)?

¿por qué PEP ahora?

Aún no se descubre la cura del SIDA. La prevención continúa siendo la mejor forma de detener esta epidemia. La mejor forma de no contraer el VIH es evitando la exposición en primer lugar: abstinerse sexualmente, tener solo parejas sanas, hacer uso constante del condón, abstenerse de usar drogas inyectables y la esterilización constante del equipo de inyeción.1 Recientemente hemos aprendido mucho sobre el tratamiento del VIH y la progresión de la misma. El uso de los inhibidores de la Proteasa en combinación con otros medicamentos para tratar el VIH han sido altamente eficaces reduciendo los niveles de VIH en la sangre y restaurando la salud de muchos pacientes.2 Para aquellas personas que no están infectadas con el VIH y que se exponen a este virus, es posible que durante las primeras horas o días de haber estado expuestas estas medicinas de alto poder activo logren prevenir la infección con VIH. En un estudio a trabajadores del sector de salud quedó demostrado que el tratamiento con AZT después de haber estado en contacto con agujas expuestas a sangre infectada con VIH redujo las posibilidades de infección en un 81%.3,4 El estudio no fue diseñado para comprobar la eficacia del tratamiento con AZT después de haber estado expuesto lo cual presenta ciertas limitaciones. A partir de numerosas consultas, resultados de estudios, y otros datos el Centro de Prevención y Control de las Enfermedades (CDC por sus siglas en Inglés) se inclinó por recomendar la Prevención Pos-Exposición (PEP por sus siglas en Inglés) para algunos trabajadores del sector salud que accidentalmente han estado expuestos a fluidos corporales infectados con VIH. Si el PEP fue recomendado a trabajadores de la salud lo más lógico es que se tomen en consideración aquellas personas que han estado expuestas por medio del sexo, uso de drogas inyectables, especialmente siendo éstas son las formas más comunes de contraer la infección con VIH.

¿cuáles son los componentes del PEP?

Aún no existen recomendaciones federales que regulen el uso del PEP en personas que han estado expuestas al VIH por medio del sexo o uso de drogas inyectables, aunque el CDC actualmente estudia este caso. Actualmente, muchos doctores y clínicas a lo largo de la nación Estadounidense ofrecen el PEP en formas diversas.5 En la mayoría de los casos el PEP se aplica dentro de un período de 72 horas del posible contacto utilizando una o varias drogas anti-VIH. Este tratamiento dura un período de 4 a 6 semanas. Antes de implementar el PEP, es necesario determinar cautelosamente el nivel y la frecuencia con la que el paciente se expone al riesgo, al igual que el estado de la pareja del paciente con respecto al VIH. Los pacientes deberán ser informados sobre los posibles efectos negativos y la difícil tarea de cumplir con el medicamento a cabalidad, por lo tanto será necesario ayudarles a crear las estrategias para lograr el cumplimiento de las indicaciones del tratamiento. También pueden formar parte de un programa del PEP la notificación de la pareja del paciente. Una de las potenciales ventajas que ofrece PEP es la oportunidad de alcanzar y aconsejar personas con alto riesgo de contraer el VIH. Los programas PEP deben incluir un componente de consejería conductual que ayude a los pacientes a encontrar la forma de no exponerse al VIH en el futuro y a manejar el temor de la posible infeción. Incluir servicios de referencia a programas de prevención del VIH, de tratamiento por abuso de drogas, y salud mental y física puede contribuir a la resolución de ciertos factores de riesgo que son de vital importancia.6 Al tener relaciones sexuales sin protección no solo se está exponiendo al riesgo de infección con VIH, sino a otras ETS y a embarazos no planeados. Los programas PEP deben ofrecer pruebas de detección de embarazos y de ETS con su respectivo tratamiento. Está demostrado que las personas infectadas con algun ETS tienen de 2 a 5 veces mas probabilidad de infectarse con VIH que las personas sin ETS. El tratamiento de las ETS es una intervención exitosa para prevenir el VIH.7

¿funciona el PEP?

Nadie está seguro. La idea de prevenir la infección por medio de poderosas drogas anti-VIH hace sentido biologicamente hablando, aunque algunas personas opinan que el estudio del AZT y el personal de salud es inconcluso y que no se han realizado estudios del PEP en personas que han estado expuestas al VIH por uso de drogas inyectables o contacto sexual. La potencia de los nuevos drogas anti-VIH es sorprendente, y hasta que se demuestre lo contrario, razón demás para ofrecer el PEP después de haber estado expuesto a una enfermedad que puede ocasionar la muerte.8

¿cuáles son las desventajas?

Uno de los temores del PEP es que las personas retornen a la prácticas riesgosas si estos asumen que el PEP va a prevenir la infección. Hay evidencias de que los avances en el tratamiento del VIH, incluyendo el PEP, pueden ya estar aumentando el índice de sexo sin protección en los EEUU.9 Por ejemplo, las tasas de gonorrea en hombres que tienen sexo con otros hombres se han elevado por primera vez desde comienzos de los 1980′s.10 Otro de los temores es que el uso indebido de las terapias con PEP ocasione que las personas desarrollen un tipo de VIH más resistente a estas medicinas. Si la terapia no tiene éxito y la persona desarrolla este virus más resistente, es posible que los nuevos tratamientos no funcionen para esta persona. Esto no solo puede ocurrir con la terapia del PEP, sino que con cualquier otro tratamiento de combinación de terapias. Seguir este régimen puede ser a su vez complicado y prohibido por su costo. Las medicinas necesitan ser ingeridas a horas específicas y con mucha regularidad. Cerca de un tercio de los tarabajadores de salud que recibieron el PEP no pudieron cumplir con el el régimen por lo difícil que resulta seguirlo. Los efectos secundarios de estos medicamentos pueden ser severos y debilitantes y se desconocen los efectos a largo plazo. Una dosis tipica de cuatro semanas puede tener un costo de $600-1000 incluyendo el medicamento, pruebas de sangre y las visitas a la clínica. Recetar el PEP puede ser una decisión muy complicada para los doctores y debe hacerse de acuerdo a cada caso. Muchos opinan que un buen candidato para el PEP es aquella persona que haya estado expuesta al sexo sin protección o que haya compartido jeringas con una pareja VIH+. Sin embargo a muchas personas les preocupa que proveer repetidamente el PEP a personas que repiten conductas de alto riesgo puede dar licensia a las practicas riesgosas, o resultar en intoxicación por las medicinas.

¿qué programas existen?

San Francisco, CA recién implementó un proyecto para determinar que tan seguro y factible es el PEP. Este estudio ofrece consejería conductual intensiva, pruebas de detección del VIH y medicinas anti-VIH a personas que hayan estado expuestas al VIH dentro de un período de 72 horas. El proyecto no determinará la efectividad del PEP; determinará si los participantes cumplen o no con los tratamientos, si presentan efectos secundarios significantes y si estos cambian su comportamiento de alto riesgo después de haber estado expuesto.11 A nivel internacional, muchos países han implementado el PEP. En Francia, el Secretario de Salud anunció en Agosto de 1997 que el PEP estará a la disposición de todas aquellas personas que accidentalmente hayan estado expuestas al VIH por razón ocupacional, sexual o por inyección. En Londres, Inglaterra el PEP esta disponible a través de las clínicas y doctores privados. En Colombia Británica, Canadá el PEP está disponible en las salas de emergencia para aquellos pacientes que hayan estado posiblemente expuestos.

¿cómo puede ayudar el PEP?

El PEP puede ayudar a reforzar las labores de prevención al servir de puente entre la prevención y el tratamiento, similar a lo que hace la prevención de las ETS. Tradicionalmente la prevención de las ETS ha incluído educación, pruebas de detección, notificación de pareja y seguimiento. En San Francisco, uno de los programas del PEP está localizado en una clínica de ETS. Muchas personas han abogado por la integración del VIH y las ETS en labores de prevención. El PEP lleva ese rumbo. Nadie espera que el PEP sea 100% eficaz. Hasta hoy, dentro de lo que es prevención no existe un instrumento capaz de garantizar un 100% de efectividad ante cualquier condición médica así sea cáncer, embarazos o VIH. La mejor forma de prevención requiere “una miríada de intervenciones imperfectas de efectividad acumulativa.” Un programa de prevención completo, utiliza muchos elementos para proteger del VIH a la mayor cantidad de personas posible. PEP ofrece la oportunidad de ampliar la extensa gama de actividades de prevención, ampliando así la posibilidad de salvar vidas. ¿quién lo dice? 1. Centers for Disease Control and Prevention. Backgrounder: CDC-sponsored external consultants meeting on post-exposure therapy (PET) for non-occupational exposures to HIV. Fact sheet prepared by the CDC. July 1997. 2. Deeks SG, Smith M, Holodniy M, et al. HIV-1 protease inhibitors: a review for clinicians . Journal of the American Medical Association. 1997;277:145-153. 3. Centers for Disease Control and Prevention. Case-control study of HIV seroconversion in health-care workers after percutaneous exposures to HIV-infected blood-France, United Kingdom, and United States, January 1988-August 1994 . Morbidity and Mortality Weekly Report. 1995;44:929-933. 4. Cardo DM, Culver DH, Ciesielski CA, et al. A case-control study of HIV seroconversion in health care workers after percutaneous exposure . New England Journal of Medicine. 1997;337:1485-1490. 5. Zuger A. `Morning after’ treatment for AIDS. The New York Times. June 10, 1997. 6. Katz MH, Gerberding JL. Postexposure treatment of people exposed to the human immunodeficiency virus through sexual contact or injection-drug use . New England Journal of Medicine. 1997;336:1097-1100. 7. Wasserheit JN. Epidemiological synergy. Interrelationships between human immunodeficiency virus infection and other sexually transmitted diseases . Sexually Transmitted Diseases. 1992;19:61-77. 8. Henderson DK. Postexposure treatment of HIV-taking some risks for safety’s sake . New England Journals of Medicine. 1997;337:1542. 9. Dilley JW, Woods WJ, McFarland W. Are advances in treatment changing views about high-risk sex? (letter) . New England Journal of Medicine. 1997;337:501-502. 10. Centers for Disease Control and Prevention. Gonorrhea among men who have sex with men-selected sexually transmitted diseases clinics, 1993-1996 . Morbidity and Mortality Weekly Report. 1997;46:889-892. 11. Perlman D. Morning-after HIV experiment starts in SF. San Francisco Chronicle. October 14, 1997. 12. Cates W. Contraception, unintended pregnancies, and sexually transmitted diseases: why isn’t a simple solution possible? American Journal of Epidemiology. 1996;143:311-318 Preparado por Pamela DeCarlo* Thomas J. Coates, PhD*, Traducción Romy Benard Rodríguez* *CAPS Agosto 1998. Hoja Informativa 32S.

Resource

Deaf persons

What Are Deaf Persons’ HIV Prevention Needs?

Are deaf persons at risk for HIV?

Yes. It is estimated that 7,000 to 26,000 deaf persons in the US are infected with HIV.1 However, the Centers for Disease Control and Prevention (CDC) does not currently collect information on deafness and HIV or AIDS. Maryland was the first state to include questions about deafness in its HIV counseling and testing forms. In Maryland, 4.3% of the deaf population is HIV+ (infected with HIV).2 There are about two million deaf Americans, and one out of every ten Americans has some hearing loss. The deaf have long struggled for equal access to medical and social services, and equality in jobs and education. In the US today, there is still very little information on HIV and deafness, few prevention or treatment services and scarce research.3

What are risk factors for HIV?

High rates of substance use exist among the deaf community. One in seven (1 in 7) deaf persons has a history of substance abuse, compared to one in ten (1 in 10) in the hearing population. Substance abuse can be a riskfactor for HIV by lowering inhibitions and impairing judgement, which can lead to unsafe sexual behaviors. Sharing injection equipment is also a risk for HIV transmission. There is very little HIV or sexuality education in schools for the deaf, especially for adolescents. Because of this, deaf persons have much less knowledge and awareness of HIV transmission, prevention and treatment. If deaf children don’t learn about HIV and other sexually transmitted diseases, they won’t have the vocabulary necessary to talk about thse topics with each other. One study of students at schools for the deaf found that adolescents in 9-12 grade had extremely limited knowledge of AIDS. Students knew correct answers to only 8 of 35 basic questions asked about AIDS.4 Deaf men who have sex with men (MSM) may face discrimination from within the deaf community. For this reason, deaf MSM often conceal their identity and may engage in furtive, anonymous and high risk sexual behaviors. Many deaf MSM also seek out hearing MSM for relationships, which makes communication about safer sex practices difficult.3 Children with disabilities, including deaf children, have been found to be at greater risk for sexual abuse, both at residential schools and at home. One study of deaf and hearing children at a language institute found that 54% of the deaf boys reported abuse, compared to 10% of hearing boys. Deaf girls reported 50% rates of abuse, compared to 25% of hearing girls. Childhood sexual abuse is a strong indicator for risky sexualand substance use behavior and HIV infection as an adult.6

What are barriers to prevention?

For the majority of deaf persons in the US, American Sign Language (ASL) is their primary language, and English the second language. ASL is a complex language of signs and gestures with its own grammar and syntax. The only way to communicate in ASL is face to face. There are only sporadic materials on HIV/AIDS available in written, graphic ASL. Although some deaf persons can read written materials such as pamphlets used in HIV prevention, for deaf persons with limited English skills, they are ineffective.7 ASL communicates largely in concepts, so many English phrases and idioms don’t make sense to persons with limited language skills. For example, there is no word for AIDS in ASL, and HIV-positive cannot be interpreted in ASL because “positive” means something good. ASL interpreters for HIV/AIDS issues may require special training to be able to address openly and frankly complex issues of sexuality and drug use. The deaf community is very tight knit, which can offer strong support and strong condemnation at times. Confidentiality is very important in this community where news travels fast. Many deaf persons would rather go alone to an all-hearing HIV testing and counseling clinic and risk miscommunication and misunderstanding, than bring an interpreter or go to a deaf clinic and risk being recognized and losing confidentiality.8 Home test kits are no more confidential, as deaf persons must use an interpreter using a regular phone or call through a Relay Service agent to get test results.

What can help in prevention?

Better understanding of the strengths of the deaf community can help HIV prevention efforts. Because the deaf community is tight knit, there is a greater degree of physical and emotional intimacy. The visual nature of ASL requires addressing sexual and drug use issues openly and frankly. When these topics are brought up, deaf persons often have greater comfort discussing sexuality and drug use, which can help in understanding and negotiating safer behaviors.8 Deaf institutions must address issues that have traditionally been hidden or taboo in their community, such as alcohol and drug abuse, childhood sexual abuse and homophobia. In 1998, the National AIDS Hotline sent over a thousand letters to state schools for the deaf offering an educational program on AIDS for deaf or hard of hearing students. Only three schools responded to the program.7

What’s being done?

A program developed by Gallaudet University’s Mental Health Center provides HIV/AIDS training to mental health professionals who work with deaf persons. The training program provides visual tools to use with the deaf community, such as captioned videos, drawings, group activities and models of how HIV attaches to cells.9 In Paris, France, a mobile AIDS prevention unit (EMIPS in French) used a variety of programs to target deaf adolescents both in and out of deaf schools. A young deaf educator visited deaf schools and presented an intervention in sign language. The program created several visual images in public ads that dealt with false beliefs about HIV risk. The program also opened a walk-in HIV testing clinic with a doctor using sign language. However, the clinic was not widely used because it was too much identified with AIDS. When the program opened a sign language HIV test center in a general clinic, it was much more successful.10 The Minnesota Chemical Dependency Program for Deaf and Hard of Hearing Individuals provides treatment for alcohol and other drugs for deaf persons in the US and Canada. All staff members are specially trained in deafness and substance abuse, and they have developed therapeutic approaches without communication barriers. The program also provides training for students and professionals working with deaf persons. They have a resource center that disseminates materials and provides funding for interpreters to attend AA/NA meetings.11

What still needs to be done?

Comprehensive education and outreach are needed in the deaf community, not just around AIDS and HIV, but around the larger issues of sexual health and substance use. Schools for the deaf need to provide education about sexuality and substance use and provide counseling for children and adolescents who have experienced abuse. Programs for the deaf should address issues specific to the deaf community, such as negotiating safer sex with a hearing partner, advocating for health care services and breaking down barriers about sexual abuse and substance abuse among deaf persons. HIV prevention programs for deaf persons need to be as clear and as visual as possible. Programs should not be designed as presentations alone, but should incorporate physical activities, longer time for discussions, pictures, dolls, graphic manuals in ASL and captioned videos to make sure concepts are understood.12 To access deaf communities, rearchers and service providers should take advantage of advances in technology such as interactive video and the Internet.13 Although there has been effort to educate the deaf community on HIV/AIDS at all levels, there continue to be great discrepancies in getting crucial information out to the target population. The CDC and states need to add questions about disabilities when collecting HIV statistics in order to document the extent of the epidemic in the deaf population. More programs are needed to help increase knowledge and dispel myths about HIV transmission and risk behaviors of deaf persons. The few popular programs that exist need to be evaluated and replicated across the country.


Says who?

1. Friess S. Silence = Deaf . Poz Magazine. April 1998. p.60-63. 2. Personal communication. Department of Health and Mental Hygiene, State of Maryland. 1999. 3. Peinkoffer JR. HIV education for the deaf, a vulnerable minority . Public Health Reports. 1994;109:390-396. 4. Baker-Duncan N, Dancer J, Gentry B, et al. Deaf adolescents’ knowledge of AIDS. Grade and gender effects . American Annals of the Deaf. 1997;142:368-372. 5. Sullivan PM, Vernon M, Scanlan JH. Sexual abuse of deaf youth . American Annals of the Deaf. 1987;132:256-262. 6. Johnsen L, Harlow L. Childhood sexual abuse linked with adult substance use, victimization, and AIDS-risk . AIDS Education and Prevention. 1996;80:44-57. 7. Campbell D. AIDS and the deaf community. ADVANCE for Speech-Language Pathologists & Audiologists. April 26, 1999; p.10-11. 8. Morrone JJ. Peer education and the deaf community. Journal of American College Health. 1993;41:264-266. 9. Sleek S. HIV/AIDS education efforts have missed deaf community. American Psychological Association Monitor. 1999. 10. Grivois L, Houette A. Outreach programs towards deaf people targeting prevention of AIDS. Presented at the 11th International Conference on AIDS, Vancouver, Canada. June 1996. Abst. #MoD240. 11. Program celebrates ten years. Steps to Recovery. Published by the Minnesota Chemical Dependency Program for Deaf and Hard of Hearing Individuals. Spring/Summer 1999. 12. Gaskins S. Special population: HIV/AIDS among the deaf and hard of hearing. Journal of the Association of Nurses in AIDS Care. 1999;10:75-78. 13. Lipton DS, Goldstein M, Wellington Fahnbulleh F, et al. The interactive video-questionnaire: a new technology for interviewing deaf persons . American Annals of the Deaf. 1999;141:370-378.

Resources:

AIDSinfo 1-888-480-3739 TTY  Service American Social Health Association 1-202-777-2500  -TTY https://www.ashasexualhealth.org/


Prepared by Brian Determan* Natasha Kordus ** and Pamela DeCarlo*** *Montrose Clinic, Houston, TX, **California School for the Deaf, ***CAPS September 1999. Fact Sheet #36E


Reproduction of this text is encouraged; however, copies may not be sold, and the Center for AIDS Prevention Studies at the University of California San Franciso should be cited as the source of this information. For additional copies of this and other HIV Prevention Fact Sheets, please call the National Prevention Information Network at 800/458-5231. Comments and questions about this Fact Sheet may be e-mailed to [email protected]. © September 1999, University of California

Resource

Inmigrantes mexicano/as

¿Cuáles son las necesidades de prevención de inmigrantes mexicanos/as en EE.UU.?

¿por qué emigran?

Entre la gente en México, el motivo principal para emigrar a Estados Unidos es la necesidad económica, seguido por el deseo (especialmente por parte de mujeres y niños) de reunirse con su pareja, sus padres u otros familiares cercanos. Sin embargo, algunas personas tienen otra razón importante: la necesidad de encontrar un entorno social que les permita redefinir su identidad sexual y de género.::1,2— Esta “migración sexual” se ha observado en mujeres mexicanas y en hombres con atracción sexual por otros hombres (HSH). La migración sexual es de particular interés en relación con el riesgo de VIH. Contrariamente a lo que con frecuencia se supone, hay mucha diversidad entre los mexicanos y mexicanas que se mudan a EE.UU., ya que provienen tanto de zonas rurales como urbanas, y pueden ser de cualquier nivel socioeconómico, documentados o indocumentados, monolingües o bilingües. Algunas personas emigran permanentemente. Otras se quedan por poco tiempo y luego regresan a México.

¿quién corre riesgo de contraer el VIH?

Se calcula que entre 3 y 6 millones de mexicanos indocumentados viven actualmente en EE.UU., la mayoría en California y Texas.::3— Muchos mexicanos cruzan con frecuencia de un lado a otro de la frontera. La cuarta parte de los casos de SIDA en México ocurren en personas que han pasado periodos largos en EE.UU.::4— Las estadísticas sobre el SIDA en México señalan una leve tendencia hacia la “ruralización” del SIDA, la cual podría estar ligada a la migración masculina a EE.UU.::5— Los escasos datos sobre las infecciones por VIH entre mexicanos radicados en EE.UU. sugieren que los grupos más afectados son los HSH, los heterosexuales (algunos con parejas que usan drogas inyectables, llamados UDI), y los UDI mismos. De los casos de SIDA reportados en EE.UU. en el año 2000 entre personas nacidas en México, el 44% ocurrió entre HSH, el 14% entre heterosexuales, el 9% entre UDI y el 3% entre HSH que son también UDI.::6— Se desconocía la causa de transmisión en el 29% de los casos.

¿qué los pone en riesgo?

Los subgrupos de mexicanos/as radicados en EE.UU. afrontan diferentes desafíos relacionados con el riesgo de transmisión del VIH. Entre otros factores, estos desafíos dependen de: 1) los cambios en su identidad y conducta (sexual y de consumo de drogas) después de llegar a EE.UU.; 2) el acceso a servicios de salud, a información adecuada sobre el VIH y a condones; 3) las normas de su nueva comunidad sobre la protección sexual y el consumo de drogas; 4) la naturaleza de sus relaciones con parejas sexuales en EE.UU. y en México; y 5) el grado en que son afectados por el racismo, la discriminación y la pobreza en EE.UU. Un estudio de 374 jóvenes HSH latinos en la región de San Diego/Tijuana encontró altas tasas de infección por VIH: 19% en Tijuana, México y 35% en San Diego, CA.::7— En Tijuana, sólo la mitad de los jóvenes HSH había recibido alguna información sobre la prevención del VIH y menos de la mitad se había hecho la prueba del VIH. Más jóvenes HSH en Tijuana reportaron contacto sexual con mujeres y uso de drogas inyectables que sus pares en San Diego. En San Diego, los jóvenes HSH reportaron más sexo con hombres sin protección. El riesgo de transmisión del VIH también existe entre migrantes mexicanos/as heterosexuales, especialmente entre hombres que son jornaleros urbanos o trabajadores del campo. Muchos de estos hombres emigran sin su pareja, son jóvenes y están solos y aislados, por lo que es probable que busquen sexo. Asimismo, es común que tengan un nivel bajo de escolaridad, hablen poco inglés y tengan poco acceso a servicios médicos, todo lo cual les puede impedir recibir mensajes de prevención del VIH.::8— Algunos se prostituyen, tienen sexo sin protección con trabajadoras sexuales, o tienen una esposa en México con quien tienen relaciones sexuales sin condón.::9— Muchas mexicanas casadas, que viven ya sea en EE.UU., en pueblos fronterizos, o en México con un esposo que ha emigrado a EE.UU., tienen fuertes creencias sobre la fidelidad matrimonial y sentimientos negativos sobre el uso de condones. En un estudio, muchas mujeres reconocieron que los hombres con largas ausencias corren riesgo de contraer el VIH, pero la mayoría creía que esto no le ocurriría a su esposo.::10— Tanto las jóvenes como las mujeres mayores dijeron que no querían saber de las aventuras extramaritales del esposo, y que tampoco querían sugerir con el uso de condón que sospechaban de infidelidad.

¿influye la aculturación en el riesgo?

Los estudios son algo contradictorios sobre si el riesgo de contraer el VIH se incrementa o se reduce a medida que los inmigrantes adoptan las normas y los valores de las comunidades dominantes de EE.UU. Algunos estudios argumentan que la aculturación es protectora, puesto que promueve la individualidad, la autoestima y el apoderamiento personal.::11— Otros sostienen que la aculturación aumenta el riesgo de contraer el VIH porque los inmigrantes adoptan comportamientos sexuales y de consumo de drogas que antes no tenían, cuando eran más conservadores. Lo evidente es que quien inmigra cambia durante su estancia en EE.UU., que los cambios son complejos y que deben tomarse en cuenta al diseñar programas de prevención del VIH para grupos inmigrantes.

¿qué se está haciendo al respecto?

El número de programas de prevención del VIH destinados a los inmigrantes mexicanos/as está incrementando. La cooperación entre los gobiernos de México y EE.UU. para afrontar el VIH/SIDA también ha aumentado. En San Francisco, CA, el programa Hermanos de Luna y Sol fue diseñado para satisfacer las necesidades de prevención del VIH entre HSH inmigrantes.::13— El programa trata experiencias de opresión que son comunes entre hombres latinos gay, el apoyo social, y temas comunitarios y emocionales en torno al sexo y la sexualidad. Se hace una conexión explícita entre la prevención del VIH y otras necesidades relacionadas con el desarrollo y la identidad, de tal manera que el sexo protegido se contextualice dentro del marco más amplio de la vida de los participantes. En El Paso, TX, un refugio para inmigrantes indocumentados brinda servicios de prevención basados en manejo de casos.::14— El manejo de casos usa un método integral para tratar la indigencia, así como la condición de ser VIH+, UDI o trabajador sexual, o de tener una pareja con cualquiera de estas condiciones. El programa se concentra primero en necesidades de sobrevivencia: da referencias para servicios de alojamiento y vivienda, bancos de comida, tratamiento médico y de salud mental. También busca clínicas que ofrezcan exámenes de Papanicolaou gratis a mujeres indocumentadas. El Proyecto Promotoras de Salud, patrocinado por el Farm Workers Justice Fund y por el Centro de Salud Familiar la Fe, capacita a mujeres campesinas como promotoras de salud para proveer consejería y orientación sobre la prevención, la atención y otros servicios de VIH en sus comunidades.::15— Las promotoras sirven de enlace entre los servicios de salud y las campesinas; muchas veces las acompañan a las citas y sirven de intérpretes. También proporcionan condones y apoyan emocionalmente a las mujeres que los usan.

¿qué queda por hacer?

Los programas de prevención para inmigrantes mexicanos/as necesitan contextualizar el riesgo del VIH en la vida de los participantes de manera que identifiquen medidas de protección que les sean pertinentes y estrategias realistas para adoptarlas. Se deben considerar los retos de ser inmigrante mexicano/a radicado/a en EE.UU., de experimentar el racismo y la homofobia, y de las posibles barreras debidas a la pobreza y a la marginación social.::13— Estos factores pueden influir en las conductas sexuales y de consumo de drogas. Además de los programas de prevención en ciudades estadounidenses con grandes concentraciones de población mexicana (como Los Ángeles, CA y Chicago, IL), las ciudades fronterizas tales como Ciudad Juárez y Tijuana, México; El Paso, TX; y San Diego, CA son lugares clave para los servicios de prevención del VIH. Asimismo, se necesitan programas enfocados en zonas rurales que atraen a trabajadores migrantes mexicanos/as. El acceso a servicios de salud, vivienda y trabajo, entre otras necesidades básicas, podría disminuir el riesgo del VIH en poblaciones mexicanas de inmigrantes. También se necesitan materiales culturalmente adecuados de orientación y capacitación en español, así como programas educativos adaptados a las necesidades de subgrupos específicos de inmigrantes. Se debe mejorar la vigilancia epidemiológica para entender la dimensión del VIH entre inmigrantes documentados e indocumentados. Debido a que muchos inmigrantes mexicanos viajan continuamente entre EE.UU. y México, se requiere una estrecha cooperación binacional al abordar estos temas. Fomentar la participación de inmigrantes mexicanos/as en el proceso de Planificación Comunitaria para la Prevención del VIH de EE.UU. es crucial para seguir identificando intervenciones de prevención efectivas y para incrementar los fondos y la disponibilidad de servicios para esta población.::16—


¿quién lo dice? 1. Hogdagneu-Sotelo P. Gendered transitions: Mexican experiences of immigration. University of California Press: Berkeley, CA, 1994. 2. Cantú, L. Border crossings: Mexican men and the sexuality of migration. Doctoral Dissertation. University of California, Irvine, 1999. 3. Lowell BL, Suro R. How many undocumented: the numbers behind the US-Mexico migration talks. Report by the Pew Hispanic Center. March 2002 4. Rangel G, Lozada R. Factores de riesgo de infección por VIH en migrantes mexicanos: el caso de los migrantes que llegan a la Casa del Migrante “Centro Escalabrini y Ejército de Salvación. El Colegio de la Frontera Norte, ISESALUD/COMUSIDA. 5. Magis-Rodríguez C et al. La situación del SIDA en México a finales de 1998. Enfermedades Infecciosas y Microbiológicas. 1998; 18, 6: 236-244. 6. CDC. HIV AIDS Surveillance Report. 2001. Volume 12, No.2 https://www.cdc.gov/hiv/library/reports/hiv-surveillance.html 7.Ruiz JD. HIV prevalence, risk behaviors and access to case among young Latino MSM in San Diego, California, and Tijuana, Mexico. Presented at the Binational Conference on HIV/AIDS. Oakland, CA, 2002. 8. Bronfman N, Moreno L. Perspectives on HIV/AIDS prevention among immigrants on the US-Mexico border. In: Mishra S, Conner R, Magaña R (eds) AIDS crossing borders: The spread of HIV among migrant Latinos. Westview Press: Boulder, CO, 1996. 49-76. 9. Organista KC, Organista PB. Migrant laborers and AIDS in the United States: A review of the literature. AIDS Education and Prevention. 1997; 9:83-93. 10. Hirsch JS, Higgins J, Bentley ME, et al. The social constructions of sexuality: marital infidelity and sexually transmitted disease-HIV risk in a Mexican migrant community. American Journal of Public Health. 2002; 92:1227-1237 11. Flaskerud JH, et al. Sexual practices, attitudes, and knowledge related to HIV transmission in low income Los Angeles Hispanic women. The Journal of Sex Research. 1996: 33:343-353. 12. Marín BV, Flores E. Acculturation, sexual behavior, and alcohol use among Latinas. International Journal of the Addictions. 1994; 29:1101-1114 13. Díaz RM. Latino gay men and HIV. New York and London: Routledge. 1998. prevention.ucsf.edu/uploads/projects/hlsindex.html 14. Moore EF. Sub-culturally competent HIV prevention case management on the Mexican-American border. Presented at the National AIDS Prevention Conference, Atlanta, GA. 1999. Abs#659. 15. Hernández A. Promovision/ USMBHA: Proyecto para fortaleces la capacidad de la comunidad en la prevención del VIH/SIDA. Presented at the United States-Mexico Border Health Association (USMBHA) Conference, Las Cruces, New Mexico. 2001. https://www.hhs.gov/about/agencies/oga/about-oga/what-we-do/international-relations-division/americas/border-health-commission/index.html/ 16. US-Mexico Border Health Association. The State of Latinos in HIV Prevention Community Planning. 2002.


Preparado por Héctor Carrillo, DrPH y Pamela DeCarlo, CAPS Traducción Rocky Schnaath Abril 2003. Hoja Informativa 48S